Al margen de la crónica

Guerra a las barbas

El Ejército israelí ha aprobado una norma que recorta los permisos para que los militares se dejen crecer la barba, beneficio que ahora solo se dará en circunstancias excepcionales y fundamentalmente por motivos religiosos o de salud.

Un grupo de soldados con barba se está preparando para llevar la batalla a los tribunales.

Hasta ahora el permiso para dejarse crecer vello facial lo concedía un teniente coronel de la unidad, una vez completado el periodo inicial de entrenamiento. Tras la nueva norma, ha de ser un coronel quien autorice la elección estética, que solo se tolerará en casos excepcionales.

El abogado Lior Shtelzer, que representa a varios soldados que disfrutan de permiso para llevar barba por razones que no son ni médicas ni religiosas, pidió ayer al director de personal del Ejército que se cancele la normativa, argumentando que esta supone una discriminación por motivos religiosos y, por tanto, es ilegal.

El hecho de llevar barba no influye en la disciplina militar en el caso de los soldados religiosos y, por tanto, debe asumirse que lo mismo ocurre en el caso de los no religiosos, aseguró.

“El Supremo sentenció hace 18 años que la barba de una persona es parte de su identidad y honor, incluso aunque no sea religiosa, y por tanto no se puede discriminar entre una persona que se deja barba porque tiene un estilo de vida religioso y el que lo hace por otros motivos”, afirmó.

Muchos ultraortodoxos judíos se dejan crecer barba por una interpretación rabínica del libro de la Biblia Levítico 19.27, que establece: “No cortarás en redondo las extremidades de vuestras cabezas, ni dañarás la punta de tu barba”.

Israel impone un servicio militar obligatorio a sus jóvenes de tres años para los hombres y dos para las mujeres que, además, sirven en la reserva y son llamados a filas varias veces al año durante el resto de su vida adulta.