Videos, dudas y homenajes
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Primer aniversario de la tragedia del MH17

El 19 de julio de 2014, equipos de rescate comenzaban a trasladar los cuerpos de los pasajeros del vuelo MH17 de Malaysia Airlines en el lugar de la caída del avión, cerca de Grabovo. Foto: Agencia EFE
Agencias EFE/DPA
La publicación de un video, que muestra supuestamente a rebeldes prorrusos en el lugar donde cayó el avión de Malaysia Airlines justo tras ser derribado en Ucrania hace un año, enturbió hoy en Australia la conmemoración de la tragedia del vuelo MH17.
La ministra australiana de Exteriores, Julie Bishop, calificó de “nauseabundas” las imágenes divulgadas por el grupo News Corp Australia, en las que supuestos rebeldes rebuscan entre las pertenencias de las víctimas, aunque admitió que no han podido verificar su autenticidad, según el Canal 9.
En el video, de 17 minutos, supuestos subalternos y comandantes prorrusos hablan por teléfono entre los escombros en el lugar donde quedaron esparcidos los restos del avión tras ser derribado en el este de Ucrania.
Los rebeldes reconocen que el avión derribado es una aeronave de transporte civil y no un avión militar ucraniano. “Miren son extranjeros, son malasios”, se dice, de acuerdo a la transcripción publicada por el diario Daily Telegraph de News Corp.
Según Bishop, si se confirma su autenticidad, las imágenes serían “congruentes” con la información que apunta a que el avión “fue derribado por un misil tierra-aire”.
Las autoridades ucranianas y los rebeldes se han acusado mutuamente del derribo del avión malasio, aunque Australia considera que la autoría corresponde a la guerrilla prorrusa.
De las 298 víctimas del Boeing 777 de Malaysia Airlines, 27 eran ciudadanos australianos y once residían en el país.
Conmemoraciones
“Le debemos a los muertos llevar a los culpables ante la justicia. Se lo debemos a los vivos que trabajan por un mundo más justo y humano”, dijo el primer ministro australiano, Tony Abbott, en un acto conmemorativo en el Parlamento de Camberra.
Previamente, Abbott desveló una placa con los nombres de las 38 víctimas colocada sobre una porción de tierra que recogió la Policía australiana del lugar del siniestro.
La emotiva ceremonia, que reunió a más de un centenar de familiares de las víctimas, estuvo marcadas por la publicación del vídeo en el que los rebeldes rebuscan entre las pertenencias de las víctimas entre los escombros del aparato.
Para Abbott, las imágenes reflejan que lo ocurrido fue “una atrocidad” y no “un accidente”, ya que a pesar de que los responsables no cayeron en la cuenta de que se trataba de un avión de pasajeros, “dispararon deliberadamente al aire contra lo que se sabía era un avión de gran tamaño”.
Australia, Holanda, Malasia, Bélgica y Ucrania, que forman parte del Equipo de Investigación Conjunta sobre el derribo, pidieron al Consejo de Seguridad de la ONU la creación de un tribunal internacional para procesar a los responsables del derribo.
La ministra Bishop espera que Rusia no use su poder de veto en el Consejo de Seguridad para impedir una investigación independiente.
“No debemos darnos por vencidos, debemos seguir trabajando con Rusia y todos los países para asegurarnos de que se pueda crear un tribunal porque lo contrario pasar página a una atrocidad en la que un avión de una aerolínea civil en un espacio aéreo civil fue derribado”, subrayó Bishop a la cadena Sky News.
Mientras se espera que Holanda emita el informe final de la tragedia en octubre próximo, la Policía Federal australiana seguirá trabajando en el Equipo de Investigación Conjunta, dijo en un comunicado el ministro australiano de Justicia, Michael Keenan.
El primer ministro de Malasia, Najib Razak, publicó ayer una carta en su blog personal en la que destacó que “después de un año, la batalla por la verdad y la justicia está lejos se haberse cumplido” y pidió respuestas ante la tragedia.
“El objetivo final está claro: llevar a los responsables ante la justicia y garantizar que pagan por este crimen imperdonable que se llevó cientos de vidas inocentes”, apuntó.
análisis
Por Annette Birschel y Andreas Stein
Un misterio sin resolver: ¿Quién derribó el MH17?
“Haremos todo lo posible para llevar a los responsables ante la Justicia”, prometía Rutte entonces a los familiares de las víctimas de un país conmocionado por la tragedia. “Buscaremos debajo de las piedras”.
Aquellas palabras sonaban a juramento, pero un año después la promesa no se ha cumplido, tras chocar con la dura realidad del conflicto militar ucraniano y las nuevas tensiones entre Oriente y Occidente.
El acceso a esas piedras bajo las cuales era necesario buscar chocó con numerosos obstáculos: sólo con mucho esfuerzo las fuerzas de rescate y los investigadores pudieron llegar al lugar del accidente en Hrabowe, situado en medio de una zona fuertemente disputada. Sólo en mayo de este año se recuperaron los últimos restos mortales, que fueron trasladados a Holanda.
El derribo del avión destruyó también las esperanzas iniciales de que el conflicto entre las unidades del gobierno ucraniano y los separatistas apoyados por Rusia que estalló en abril de 2014 quedara limitado territorialmente. Con la tragedia y las numerosas víctimas extranjeras, la confrontación en la ex república soviética adquirió una dimensión internacional. Y el esclarecimiento de la tragedia se convirtió en una batalla política. Para Kiev, la culpa estuvo clara muy pronto. Sólo dos horas después del derribo, el asesor del ministro del Interior ucraniano, Anton Gerashchenko, hizo un informe increíblemente detallado con el número preciso de víctimas. “Los terroristas dispararon contra un avión civil con un sistema antimisiles Buk entregado por Putin”, decía, lejos de las formulaciones precavidas iniciales o de las dudas abiertas tras este tipo de catástrofes.
Kiev aseguraba tener pruebas de que los insurgentes disponían del sistema Buk además de misiles. Tres días antes, un avión de transporte ucraniano había sido atacado por grupos de milicianos cuando volaba a 6.500 metros de altura. Pero ese ataque, al contrario que el del MH17, fue asumido por los rebeldes, que aseguraron no tener armas adecuadas para atacar en las alturas en las que se mueven los aviones de pasajeros. También Estados Unidos se mostró rápidamente convencido de la responsabilidad de los separatistas y del presidente ruso. El jefe de gobierno australiano, Tony Abbott, dijo indignado que echaría la bronca a Putin en la inminente cumbre del G20 que acogió su país en noviembre. A bordo del MH17 también viajaban 27 australianos.
Pero Putin rechazó las acusaciones y reiteró que Ucrania era la culpable del accidente por no haber cerrado el espacio aéreo sobre la zona de los combates. Las teorías y especulaciones de complot no dejaron además de alimentarse ante la tardanza del consejo de seguridad holandés, que dirige las investigaciones, en presentar un informe final sobre lo ocurrido, algo que aún no ha hecho y que Moscú considera un signo de que se quiere ocultar algo.
El consejo de seguridad -que se prevé presente el informe en octubre- tendrá que dar respuesta principalmente a dos preguntas: si el avión fue derribado realmente por un misil Buk y desde qué posición se lanzó el proyectil. A partir de ahí podrá saberse si el lugar era controlado entonces por las tropas ucranianas o por los separatistas. A partir del análisis de escombros, fotografías, tomas de satélites, imágenes de radares y datos de las cajas negras, los expertos pueden llegar muy lejos. Más difíciles son sin embargo las investigaciones penales que también dirige Holanda. La cuestión es si los investigadores han recibido de verdad todas las pruebas disponibles. Muchas están en manos de los servicios secretos de Rusia, Estados Unidos y Ucrania.
Los expertos se muestran confiados. “Estamos recibiendo pruebas cada vez más sólidas y convincentes”, dijo el fiscal general que dirige la investigación, Fred Westerbeke, que quiere penetrar lo máximo posible en la estructura de mando, desde los ejecutores hasta quienes dieron la orden inicial. ¿Pero quién debe enjuiciar a los supuestos responsables? Holanda y Malasia abogan por establecer un tribunal de la ONU al ejemplo de las cortes para juzgar crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia en La Haya. Pero para eso debe haber una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Y Rusia, con su poder de veto, ya ha dejado entrever que su respuesta sería no. Moscú exige que primero se cierren las investigaciones.