El “Vikingo” Mauri le cambió el puesto

“Tengo la camiseta del debut”

  • Lo dirigió en el semillero y luego en la quinta división de AFA. “Era 8 ó 5 y lo convencí de jugar como zaguero; era una pibe fenomenal, de Unión hasta la médula”, dijo a El Litoral.
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El gol que se gritó un rato largo

Fue contra San Lorenzo en la avenida y resultó clave para que Unión llegue con cierta holgura al final del torneo en el que mantuvo la categoría. En el arco de la redonda, Barisone hizo estallar el 15 de Abril y complicó al equipo que por ese entonces dirigía Caruso Lombardi. Diego se abraza con Velázquez en el festejo. Foto: Pablo Aguirre

 

Darío Pignata

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El “Vikingo” Jorge Mauri llegó, como siempre, cerca de las siete al club y el portero le dio la noticia. La peor. En ese momento pensó que era imposible, que no podía ser el auto de Diego Barisone, que debía ser “el auto de otro”. Hasta que no le quedó otra que resignarse y aceptarlo cuando llegó el gerente para “cerrar” el club con el duelo correspondiente.

Jorge Mauri, el “Vikingo” recordado de ese equipo que ascendió con Madelón, tocó el cielo con las manos con la camiseta de Unión en el ‘89, justo el año que Diego Barisone nacía.

Luego, las vueltas de la vida lo pusieron como entrenador de un chico nacido en cuna tatengue. Lo dirigió antes del paso a la edad de AFA y luego en la quinta división de inferiores.

“Quería que fuera mentira, que se hubieran equivocado”, cuenta el “Vikingo” a media mañana a El Litoral. Y lo primero que se le viene a la memoria es una famosa “discusión” con final feliz.

Jorge Mauri, hoy DT de la reserva, lo cuenta así: “Hasta la sexta división, Diego Barisone jugaba de volante, era “8” o era “5”. Entonces, cuando lo tomo en quinta de AFA, le explico que iba a tener más posibilidades de llegar a Primera jugando de zaguero, porque además le iban a dar más oportunidad. Con Gerardo, su padre, a quien yo conocía de mis tiempos de jugador, la coincidencia era total. Pero había que convencerlo a Diego...¡Le costó, pero aceptó!. Lo terminamos haciendo zaguero nomás”.

Esa noche de diciembre de 2009 cuando el “Turco” Fernando Alí lo convoca para el banco de relevos en un partido profesional, Jorge Mauri fue —con su hija— a la cancha como un hincha más. Cuando a los 22 minutos del segundo tiempo de ese partido en Santa Fe contra Defensa y Justicia el “Turco” Alí lo mandó a la cancha en reemplazo del “Coqui” Jorge Torres, Mauri sintió esa alegría que sólo siente el entrenador que acompaña a un futbolista.

“Cuando terminó el partido, pasó algo increíble. Bajé con mi hija a saludarlo y darle un beso. Estaba rodeado de familiares, amigos y periodistas. Lo espero a un costado, cuando me ve, viene caminando y antes de cualquier cosa, abre el bolso grande, saca la camiseta transpirada y me la regala. “Es para vos Jorge”, me dijo y me abrazó. La tiene mi hija, tenía el número “13” en la espalda”.

Para el final, Mauri cuenta que lo cruzó a Diego Barisone el día de Lanús-Unión y en la cena del fútbol amateur tatengue. “Ese día, cuando lo vi a Diego con Gerardo, pensé cuánto amor de esos padres por ese hijo”.

análisis

por Enrique Cruz (h)

Del “Indio” al “Bari”

A uno le quedan imágenes de las que no se podrá olvidar jamás. Recuerdo cuando pasó lo del “Indiecito” Solari. La tarde anterior, en la cancha de Colón, apoyado contra una pared esperaba que Héctor Alvarez terminara de cambiarse para subirse al coche y viajar con él. Su viaje con el compañero sería hasta Reconquista, y después, con otros amigos, hasta Ingeniero Chanourdie, su pueblito al que nunca podrá llegar porque un choque terminará con su vida en la madrugada posterior a aquél gol, nada menos que en un clásico. Nadie se olvidará jamás del “Indiecito” Solari, al punto tal que la tribuna redonda llevará siempre su nombre.

El día del ascenso ante Temperley, el festejo se hizo largo. Prácticamente me estaba yendo del club cuando me encontré con Gerardo, el papá de Diego Barisone. Supe de largas charlas con él, que obviamente seguiré teniendo. Y esa fue una de ellas. En medio de la gran alegría y mientras esperaba por Diego, que por ahí andaba correteando, saltando y disfrutando por su segunda gran alegría con la camiseta que más quiso en su corta vida, Gerardo hablaba un poco como padre y otro poco como “dirigente”, cargo que no ocupaba en ese entonces, pero que en realidad nunca dejó de serlo.

Dolió mucho aquello del “Indiecito”, que se había bancado todo en Unión y cuando empezaba a cambiar silbidos y desaprobación por aplausos, le pasó lo que le pasó. Su vida terminó, pero dio paso al mito. El Litoral publicó la foto del festejo de aquél gol en el clásico, de rodillas y mirando al cielo... Como presagiando lo que el destino le tenía preparado, apenas unas horas después.

La imagen de la tapa de este suplemento deportivo que con mucho dolor hoy nos tocó hacer, eriza la piel. Ese rostro de alegría plena de Diego Barisone es el fiel reflejo de lo que en ese momento sentía el hincha tatengue, la misma emoción de su padre, de su madre, del resto de su familia, de los dirigentes que lo vieron crecer. El apellido Barisone no es uno más dentro de Unión, es de esos apellidos que se arraigan plenamente a la vida y a la historia de un club. Ahora más que nunca. Como el “Indiecito”. Porque Diego ya no jugaba más en Unión, pero es como si nunca se hubiese ido.

“Soñaba con jugar en Europa”

  • Marcelo Piazza, actual vicepresidente de Unión, llegó a dicho lugar haciendo “colimba”, siempre vinculado al fútbol de las inferiores, de donde conoció y entabló una amistad con familia Barisone. Incluso, Matías y Paula, sus hijos, eran amigos de Diego, el chico formado en las inferiores de Unión que hoy perdió su vida en un accidente automovilístico.

“Cuando me enteré a las seis de la mañana no lo podía creer y lo primero que pensé es cómo se lo digo a mis hijos por la amistad con Diego. ¿Cómoe era Barisone?: era un chico muy querible, predispuesto a todo. Cuando había que ir a una filial, Diego era el primero; cuando había que llevar donaciones a un Hospital o Casa Cuna, Diego era el primero. Siempre decí que sí a ese tipo de cosas”.

Luego, Marcelo Piazza contó las sensaciones de su último cambio de aire, cuando pasó de Unión a Lanús: “Cada vez que Diego buscaba un cambio, era porque pensaba que tenía el ciclo cumplido en el club y no quería hacerle daño a la institución. Lo que pasa que siempre volvía, porque vivía por Unión”.

El actual vice de Unión recuerda los momentos antes del último Unión-Lanús, ya con Barisone vistiendo la camiseta granate: “Ese día me prometió antes del partido la camiseta y después me dijo: “Hubo 200 que me la pidieron y el club hoy me trajo sólo dos, pero te la voy a mandar. Eso sí: había algo con lo que Diego soñaba como futbolista y era poder algún día jugar en Europa”.