Editorial

  • El clima debe ser tenido en cuenta a la hora de tomar decisiones en materia productiva, energética, urbanística y de infraestructura general.

Pensar en términos de cambio climático

El fenómeno del Niño viene con fuerza en un contexto de cambio climático planetario que, desde hace tiempo, dejó de ser teoría y pasó a convertirse en cruda realidad. Las inundaciones que asuelan parte de la provincia de Buenos Aires y del sur del Santa Fe, son apenas la advertencia de una situación que potencialmente podría ocasionar daños mayores.

Se conoce como El Niño al fenómeno generado por el calentamiento de las aguas ecuatoriales del océano Pacífico, lo que termina provocando registros de lluvias superiores al promedio histórico en esta parte del planeta. Si bien existen posiciones contrapuestas, algunos científicos están convencidos de que durante los últimos meses de este año, parte de la Argentina sufrirá las consecuencias de lo que llaman Niño “fuerte”, tal como sucediera durante los ciclos 1997/98 y 1972/73.

La zona afectada abarcaría el centro-oeste de la provincia de Buenos Aires, centro-norte de La Pampa y la totalidad de Córdoba, Santa Fe, Chaco, Formosa, Entre Ríos, Corrientes y Misiones, y en menor medida, el noroeste argentino (NOA) y Mendoza.

No es casual que, a seis meses de la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático que se desarrollará en diciembre en la ciudad de París, el Papa Francisco publicara su primera encíclica denominada Laudato sí, la que con lenguaje directo y fundamentos científicos advierte sobre los graves riesgos medioambientales que pesan sobre el planeta Tierra.

En dicha encíclica, el Sumo Pontífice realiza una clara conjunción entre los principios de la fe y las conclusiones a las que arribaron algunos de los científicos de mayor reconocimiento internacional.

Se sabe que la mayor responsabilidad frente a esta situación recae sobre los grandes países y aquellos que reflejan los mayores índices de desarrollo económico. Sin embargo, las evidencias demuestran que los más vulnerables frente a estos fenómenos son los habitantes de naciones pobres.

Por estos motivos, resulta imprescindible que los principales líderes mundiales arriben a consensos que permitan modificar progresivamente la matriz energética del planeta.

Las consecuencias de estos acuerdos -si es que se producen- serán a mediano y largo plazo. Mientras tanto, los países y sus sociedades deberán ser conscientes de que ya no es posible adoptar decisiones en materia productiva, energética, urbanística y de infraestructura general, sin tener en cuenta al cambio climático.

Lo sucedido en Buenos Aires es una clara muestra de cómo los gobiernos no suelen estar a la altura de las circunstancias, pues desde hace tiempo se sabe que resulta imprescindible avanzar en un programa de obras fundamentales para mitigar las consecuencias de este tipo de inundaciones que resultan inevitables.

Santa Fe atravesó por una situación similar. Tanto es así, que hace apenas algunos años la ciudad tomó conciencia de la situación. Hoy se sabe que el riesgo de inundaciones está siempre latente, que resulta indispensable avanzar con obras fundamentales que aún no existen y que la población en general debe estar preparada para reaccionar convenientemente ante estos sucesos.

Desde el Ministerio de la Producción de la provincia, aseguran que vienen trabajando en un cambio del “paradigma productivo”. Esto significará la transformación de la actividad agrícola en determinadas zonas del territorio.

Lo que viene no será sencillo y hay mucho por hacer. Lo peor que podría suceder, es seguir perdiendo tiempo valioso.

Lo que viene no será sencillo y hay mucho por hacer. Lo peor que podría suceder, es seguir perdiendo tiempo valioso.