En el corazón de África

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Por Julio Anselmi

“África. Cazadores de gloria”, de H. Lanvers. Random House. Buenos Aires, 2015.

Los grandes autores del género policial solían quejarse de la forma con que la crítica y la academia ninguneaban al género que los ocupaba. En el inicio del siglo XXI la industria editorial lo ha prestigiado como un niño mimado, con la difusión de una en verdad no muy estimulante pléyade de autores (al parecer cada país debe tener uno que lo represente) para quienes la adhesión al género suele ser una excusa para dar alguna excitación sanguinolenta al conjunto de observaciones sociopolíticamente correctas, atinentes a corrupciones o crisis nacionales, paisajismos varios, referencias históricas, etc. Paralelamente (¿paradójicamente?) sus lectores se han recluido en una elite, lejos de la popularidad que gozaba el género en el siglo pasado, estimado esencialmente como entretenimiento, con la valencia positiva o negativa que ha pretendido dársele a tal cualidad.

Pero hay un género de persistente consumo a través de tiempo y que sin embargo, salvo contadas excepciones, continúa ausente en la consideración de los estudios literarios. Se trata de las novelas de aventuras, con autores que raramente alcanzan algún pedestal en el Parnaso (Walter Scott fue una de esas rarezas; aunque hoy casi olvidado, contó con un enorme prestigio en su época, quizás más debido al carácter “histórico” de sus novelas que a las peripecias que vivían sus héroes).

Es posible que el innegable valor de la novela de aventuras como entretenimiento haya atentado contra su aceptación en los cánones de la alta literatura. Basta observar cuáles son los títulos de Joseph Conrad que se privilegian, en injusto detrimento de las específicamente de aventuras. O cómo fue sólo merced al tesón de Borges y Nabokov que un autor extraordinario como Stevenson pasase a ser algo más que un autor de piratas y singulares fantasmagorías (como si esos motes ya fueran materia de descrédito). O cómo se necesitó el respeto de Eco por Alexandre Dumas, para que se superase el prejuicio de estar apenas frente a un escritor de fáciles folletines.

Cazadores de gloria es el último libro publicado de la serie “África” de H. Lanvers. Tom Grant, un aventurero cazador de elefantes, también veterano de la guerra de Angola, que es el multifacético héroe de la serie, vive en esta novela una escalada de correrías después de cargar con los tesoros del Imperio de Zimbabwe, el de calles empedradas en oro a fuerza de esclavitud y crueldad. La marcha con ese tesoro por el corazón de África los enfrenta con el hallazgo de una de las Tribus Perdidas de Israel, la tierra del hijo de la reina de Saba, con su Arca sagrada y su Gran Templo.

Todo sucede en ese último reducto de exótica fascinación, que ha quedado en el planeta, esa África real y mítica a la vez, con un variado sentido del color y del detalle preciso en el momento justo.

Promocionado como el “Wilbur Smith argentino”, H. Lanvers demuestra la vigencia de una narración lineal y sin el mínimo atisbo de renovación formal. Con un atractivo y ágil montaje de acción, exotismo, erotismo, historia (real o legendaria que fuere), y no pocos atisbos de humor, se comprende que el autor haya conquistado una notable cantidad de lectores, como prueba la cuantiosa (para una edición argentina) tirada de sus libros.

Hernán Silva Lanvers (Córdoba, 1963), más conocido como H. Lanvers, es un médico y escritor argentino. Viajero y alpinista. Su saga “África” incluye las novelas: Hombres como dioses, Sangran los reyes, Cazadores de gloria, Harenes de piedra y Tormenta de libertad. Publicó Random House.