“Cuándo, cómo y por qué se jodió la Argentina”

Es el peronismo, dice Fernando Iglesias

  • El partido nacido de un golpe de Estado, que no se dice partido, ni disimula sus aspiraciones de totalidad. Cara y contracara del más importante hecho político argentino.
6 DSC_2709.jpg

Rótulos. “Los candidatos a gobernador peronistas se tratan de ‘narco’, de ‘ladrón’, de ‘roba-boletas’. Solá, Aníbal y Domínguez se tratan así. Para qué agregar algo a eso”, señala Fernando Iglesias.

Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Luis Rodrigo

[email protected]

“Es el antiperonismo, estúpido”, podrán replicarle a Fernando Iglesias los peronistas. Pero Iglesias tendrá la razón en -al menos- un sentido. No habría de aquello sin lo otro.

“Son los peronistas -dice- quienes tienen que dar explicaciones por el golpe sangriento de 1955 y por la dictadura de 1976, que fue lo peor de la historia argentina. Perón participó del golpe de Estado de 1930 junto al General Uriburu (al derrocar a Hipólito Yrigoyen) y lo mismo en 1943... no es para sorprenderse si después te dan un golpe”, sostiene.

No está dispuesto a mover una sola pieza de su construcción teórica, y parece hablar como ha escrito: para dar al lector, a quien lo escuche, un manual de argumentos bien dispuestos para la confrontación. “Es el peronismo, estúpido”, es el libro que vino a Santa Fe -al Club del Orden- a presentar el ensayista, periodista y ex diputado nacional.

El subtítulo no deja espacios para tibiezas: “Cuándo, cómo y por qué se jodió la Argentina”.

A cada paso da muestras de no avalar las barbaridades del antiperonismo. No le dice Libertadora, sino “Fusiladora” al “horrible golpe del ‘55”, y por supuesto califica de genocida a la dictadura. Advierte que el peronismo descalifica al adversario -no a sus argumentos- como “gorila, destituyente, etc.” para no confrontar con la realidad. “No pueden aceptar que haya gente democrática que los critica”.

Sus respuestas tanto atienden a su perspectiva histórica sobre el peronismo -y sobre el país-, como al contexto político inmediato. Si se le pregunta por las inconsistencias éticas del macrismo, por sus similitudes con el peronismo, por la banalización del discurso político en el PRO, o si se pretende incomodarlo con las desmesuradas declaraciones y originalidades de Elisa Carrió, optará por definiciones que no dañen las chances electorales opositoras. Dirá que en la oposición “cuando tiene coraje no tiene capacidad de construcción” y que viceversa, sin nombrar a nadie.

Como la luz

El ex diputado es como se ve por televisión. Quizá algo más alto y de rasgos menos afilados que sus comentarios. Urbano es la palabra. En efecto, de barba ibérica, y prolijamente descuidada. Su mirada es -también al conversar- profunda.

Ha hecho aportes teóricos a quienes hicieron del peronismo su objeto de estudio. Parece muy satisfecho con la explicación que encontró para hablar de cómo se expande el peronismo, como la luz, que “se presenta por ondas o partículas” . Una imagen, desde la Física, que viene a completar la idea del “totalitarismo frustrado”.

Sonríe cuando le preguntan qué va a hacer si gana otra vez el peronismo. “Yo quiero que la Argentina evolucione del peronismo, no pienso ni en represiones ni en proscripciones, ni mucho menos en la desaparición del partido peronista. Me doy por conforme con que cumplan, alguna vez, su promesa renovadora de los años ‘80 y sean por fin un partido normal: que cuando llega al poder no saquea al país; que cuando está fuera del poder no organiza saqueos hasta voltear a quien gobierne”.

—¿Qué es el peronismo?

—Para empezar es el sector político que gobierna el país, desastrosamente, en 24 de los últimos 46 años. Es a la vez una oligarquía mafiosa que se ha adueñado de la Argentina

6 PERON_PROPAGANDA_005.jpg

Para niños. Los libros de lectura en las escuelas públicas, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, también eran un ámbito para la propaganda. Foto: Archivo El Litoral

Cinismo y fanatismo

“El peronismo siempre ha juntado el cinismo con el fanatismo. El cínico era Perón, la fanática Evita; el cínico era Néstor, la fanática Cristina; el cínico es el PJ, la fanática La Cámpora. Hoy el cínico es Scioli, el fanático Zanini; lo mismo Aníbal y Sabbatella”, enumera y clasifica Fernando Iglesias. Y sigue: “El cínico nos lleva a México un país dominado por el crimen organizado y el narcotráfico; el fanático a Venezuela, donde desaparecen progresivamente las liberades civiles. Los muchachos saben juntar cínicos y fanáticos. Si gana Scioli será una combinación de México y Venezuela”, asegura.

Dice que “el principal defecto de la oposición no es la desunión, ni la corrupción, es su debilidad frente al peronismo. La sociedad argentina se ha transformado en la mujer golpeada de un marido golpeador, que es el peronismo. Y la oposición no es más que la amiga estúpida de la mujer golpeada que va a decirle, mirá tu marido no es tan malo, fijate bien, vos lo elegiste, sólo tu marido te puede gobernar a vos”.

De los mitos y los siglos

—¿Hay antecedentes de peronismo, en Dorrego, Rosas, u otros caudillos?

—No. Eso es una construcción mítica. Populismos ha habido en todo el mundo. No somos tan originales los argentinos, el gran líder populista del siglo XIX es sin dudas Rosas. De ahí, ellos toman algunos elementos. El peronismo nace ideológicamente del revisionismo histórico, que en los años 20 empieza a imponerse como la línea predominante de interpretación de la historia argentina. De allí salen las dos grandes fuerzas políticas que dominan el país y que mi libro retrata en primera página: el Partido Militar y el Partido Populista, que son el General Uriburu y el Capitán Perón llegando juntos a dar el primer golpe de Estado el 6 de septiembre de 1930 y a fundar esas dos fuerzas, que nos han gobernado 53 de los 85 años que han transcurrido.

Los dos partidos tienen origen en el revisionismo. El Militar, en el revisionismo elitista, falangista, de la nación católica. Y el peronismo en el revisionismo histórico-populista, más bien fascista, plebeyo.

—Cómo pudieron creer miles y miles de jóvenes en los ‘70 que había un Perón de izquierda y revolucionario. ¿Hay otro caso en el mundo de fuerzas políticas tan cambiantes?

—No, en ese sentido sí hay una originalidad del peronismo. Ya no se lo dice, pero el núcleo fuerte -lo más obvio- en nuestra historia contemporánea es que se terminó la Guerra Fía. Pero antes de eso, el gran eje organizador de la política en el mundo era desde 1917 el comunismo como amenaza.

— ... O como esperanza.

—O como esperanza de algunos sectores, sí. Y como amenaza para otros. Así lo percibían el Partido Peronista y el Partido Militar. Era para ellos un punto crucial de los golpes de Estado de 1930 y 1943 prevenirse de esa amenaza comunista. Lo mismo en 1976. Perón coincidía profundamente en esto con sus camaradas militares.

A los golpes de Estado no se los puede entender sin esa lógica: para prevenirse del peligro comunista, y para preservar al peronismo. No permitirle su caída democrática. El Partido Militar evitó una derrota electoral peronista con el golpe del ‘55, era un gobierno a la deriva, que había perdido el favor social. Lo razonable era que terminara por perder el poder y se terminara allí.

Y en el ‘76 es aún más evidente. Isabel había llamado a elecciones. El peronismo iba a sufrir una derrota aplastante, todo el mundo decía que peor que con Isabel no se podía estar, desde la clase media a los trabajadores. El golpe y la represión le sacan el poder al peronismo y al mismo tiempo lo liberan de responsabilidades, le permiten reelaborarse. Hubiera sido una derrota definitiva.

—Los mitos peronistas tan fuertes que menciona, ¿provienen del ejercicio del poder o de la proscripción del peronismo?

—Me causa gracia cómo los peronistas, para defenderse hablan de la resistencia peronista, que existió y que fue admirable. Pero es como si alguien dijera que el único período reivindicable de su vida es cuando estaba preso. Apenas salieron de la cárcel, y superaron la proscripción, los muchachos hicieron lo que hicieron... (el gobierno de 1973 a 1976). Entre el ‘75 peronista y el ‘76 de Videla hubo continuidad. Ninguna ruptura. Lo que hizo la dictadura, para usar una palabra que le gusta a los chicos, es “profundizar”: ya había desapariciones, ya había tortura desde el Estado con la Triple A. De 600 a 900 muertos por violencia política, no uno o dos. Y el Rodrigazo ya había dado el golpe económico y regresivo.

El peor período de la historia argentina no fue más que la profundización del peronismo: a Videla lo nombró general el peronismo y ese gobierno firmó el decreto de aniquilamiento.

para beneficiarse económicamente, y ha sido el introductor al país de las peores tendencias políticas existentes en el mundo desde su origen en los ‘40.

—Pero el fascismo ya estaba también aquí.

—Ellos llevaron el nacionalismo populista y autoritario a las políticas del Estado, en todo el mundo en los ‘40 el fascismo retrocedía, caía, y ellos lo introdujeron. En los ‘70 la locura de la revolución por mano armada y también la locura de la represión ilegal: la Triple A fue peronista. Y más tarde, el neoliberalismo, destructor del tejido social. Ahora el latinoamericanismo autoritario y populista. Lo peorcito que daba vueltas por el mundo.

—Así es que Borges tenía razón.

—Incorregibles, sí. Pero también por una frase menos conocida, que yo prefiero: “Los peronistas son gente que se hace pasar por peronista para sacar ventaja”.

—El antiperonismo también niega al otro. ¿Ud. es antiperonista?

—Hay muchas malas razones para ser antiperonista: el desprecio por el pueblo es una malísima razón, pero sí que hay buenas razones. Una es el rechazo a la corrupción, el oportunismo político que el peronismo ha encarnado y otra es lo que le ha hecho a los pobres. Con el discurso de su defensa han creado una enorme fábrica de pobres.

—El de la pobreza estructural es un fenómeno reciente. Hay, sino evidencias, cierto consenso sobre un peronismo de los ‘40 que reduce la pobreza.

—El libro discute precisamente eso. Es la variante peronista del roban pero hacen, que a la justicia social la traen ellos. Y es falso. La reivindicación de ese valor fue universal: ocurrió al mismo tiempo la social democracia europea, el New Deal norteamericano, los populismos latinoamericanos. El libro presenta una tabla que muestra que las principales leyes obreras son previas al peronismo.

—Y el derecho a huelga es constitucional desde 1957.

—Es más que conocida la copia que Perón hace del fascismo, de la Carta del Laboro, respecto de cómo veía a los sindicatos. La Constitución del ‘49 niega el derecho a huelga y no es casualidad: Perón decía que los sindicatos eran “instrumentos poderosos al servicio del Estado”, y eso es textual.

—La columna vertebral del movimiento. ¿Lo es? ¿Es un movimiento? ¿Es un sentimiento?

—Es la manipulación de los sentimientos de los demás, con una gran capacidad de enunciar una leyenda cuyo último capítulo es el relato kirchnerista, que tiene el ligero inconveniente de no tener nada que ver con la realidad. En los datos duros, la leyenda peronista y el relato K son fabulitas, que engañan a la gente.

El peronismo se ha quedado con la fama del gran industrializador, el gran distribuidor de la riqueza, pero no hay ningún dato que lo demuestre. La participación de la industria en el PBI nacional no sólo no se acelera durante el peronismo de los ‘40, sino que se frena. En ningún período peronista se acelera. Sí es cierto que fueron peronistas los períodos de mayor redistribución de la riqueza: el primer Perón, el primer Menem, el primer año del peronismo en los ‘70, el primer Kirchner. Pero también es verdad que todos terminaron con graves períodos recesivos. Y cuando se sacan cuentas, el resultado es negativo. Y es aún más negativo que el resultado final que tuvieron los radicales, y hasta los militares.

Los dos momentos de más desocupación y pobreza son producto de dos grandes golpes regresivos del peronismo: el Rodrigazo de 1975 y el 2002 de Duhalde.

—La gente recuerda a la pobreza y al recorte como exclusivos de la Alianza.

—En realidad, la pobreza con la Alianza era del 38,3% en la última medición de 2001. Y llegó al 57,5% con Duhalde, un año después. Con desocupación arriba del 20%. Hubo 40% de inflación con salarios congelados.

" Me gustaría ver a un Macri más decididamente opositor, que coquetee menos con el peronismo. Él no es peronista, su gobierno no lo es, aunque busca la famosa pata peronista”.

Fernando Iglesias