Una economía en crisis

El arroz escapa hacia adelante

  • El precio planchado y la caída de los rindes, producto de la maleza resistente a herbicidas, configuran un escenario muy complicado. Muchos productores optaron por avanzar sobre campos nuevos que mejoren la expectativa de rendimiento.
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Abriendose paso. Además de buscar lotes sin historia arrocera, y por lo tanto sin banco de semillas arroz colorado, varios productores apostaron a usar nueva semilla. Foto: Juan Manuel Fernández

 

Juan Manuel Fernández

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El reporte final de la campaña arrocera 2014/15, dado a conocer esta semana por la Bolsa de Comercio de Santa Fe, ofrece una perspectiva preocupante para esta economía regional en la provincia.

El volumen total cosechado, casi 207.000 toneladas, está dentro de una meseta que lleva tres campañas, pero es 20% menor que en 2011/12 (el volumen cayó 51.300 toneladas), a pesar de que la superficie cultivada se incrementó de 43.200 a 44.070 hectáreas (con un pico de 44.634 en 2013/14).

Una de las claves son los rindes: de una producción promedio de 6.000 kilos por hectárea, que hubo en las campañas previas a 2012, cayó a menos de 5.000 por la incidencia del arroz colorado (principal maleza que afecta el cultivo) que desarrolló tolerancia a las imidazolinonas, el herbicida que se utiliza en los cultivos clearfield. En menor medida, también incidieron las complicaciones climáticas que dispararon enfermedades como pyricularia (campaña 2013/14), además de inundaciones como la del año pasado, por la que se perdieron unas 700 hectáreas.

A esto hay que sumarle la crisis de precio que tiene el cereal, que hoy vale menos que en las campañas pasadas mientras los insumos y servicios se incrementan a tono con la evolución inflacionaria.

Frente a este escenario, los productores encaran la nueva campaña -que ya comenzó a sembrarse- con estrategias diversas en busca de rentabilidad. El dato saliente, quizás, es la inversión en “campo nuevo” que la mayoría de los arroceros adoptó para huir de los lotes infestados de arroz colorado que se tornaron inmanejables. Otros, con mayor capacidad financiera, apelaron a sistematizar la chacra con el objetivo de bajar costos en laboreo y riego. Y algunos, directamente optaron por no sembrar.

No es lo que vale

Según el referente del Ministerio de la Producción para el arroz, Rodolfo Vicino, “la mayoría dejó campos viejos” y otros “dejaron de sembrar por bajos precios y no tener campos”. Su estimación es que la superficie total sembrada será entre 35.000 y 38.000 hectáreas, alrededor de 14% menos que la campaña pasada, en el mejor de los casos.

“Parte se reemplazó con campo nuevo y parte de productores achicaron”, dijo, y estimó que los campos nuevos podrían sumar unas 6.000 hectáreas. Agregó además que, por la preocupación de El Niño, la siembra tiene un 15% de adelanto para la época, ya que se avanzó un 35% mientras lo normal es del 20%.

Los números del técnico indican que, al valor actual del arroz cáscara, que ronda $1.70 a $1.80 el kilo, el costo de producción es de 5.000 kilos en campo propio y 5.800 bajo arrendamiento. Las últimas dos campañas, el rinde promedio fue de 4.800.

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Obra faraónica. Adolfo Coulchinsky habilitó 300 hectáreas nuevas en Alejandra, lo que demandó trabajos de grandes dimensiones e inversión.

Foto: Juan Manuel Fernández

Sin perspectivas de que mejore el precio del grano, Rubén Carlen, productor y molinero, titular de la firma Trimacer, consideró que “este año no va a valer nada el arroz” por el tipo de cambio y las retenciones, que restan competitividad también en el mercado externo. “Brasil y Uruguay devaluaron y no tienen impuestos; también hay altos costos al puerto;

con un rinde de 6.000 kilos debería valer $2.20 por kilo y se vende $1.65”, se quejó. “La expectativa devaluatoria nos hace sembrar un poquito más; porque si supiera que no cambia nada el largo fino ni lo siembro”, agregó el empresario, que en la estrategia incluye la siembra de arroz doble carolina, un grano de mayor valor. Este año, en su empresa sembraron unas 500 hectáreas de campo nuevo a raíz del problema que les generó el arroz colorado y con eso eso apuntan a mejorar el número final del planteo.

Además, Carlen aseguró: “este año dejamos como 1.000 hectáreas, donde ya directamente no lo podemos controlar (al colorado); vamos a tener que sembrarle soja o maíz o mover el suelo hasta que se vaya perdiendo; nunca lo hemos hecho, vamos a ver como resulta”. También relató que llegaron a sembrar 2.500 hectáreas, pero el año pasado bajaron 350 y este año sembrarán 1400, 1100 menos dos años atrás. El precio del grano y la maleza son las causas. “Los campos que no tienen expectativa de rendimiento ni los sembramos”, afirmó.

Jugarse todo

Muchos arroceros encuentran en la ganadería una alternativa para compensar la actividad arrocera. Pero no todos cuentan con esa posibilidad. Adolfo Coulchinsky es uno de los productores que se la jugó a invertir campo nuevo para tratar de levantar los rendimientos. “Las tierras viejas no dan más por la carga de malezas, no se puede sembrar donde rinda poco”, aseguró. Por eso apostó a una obra faraónica para habilitar 300 hectáreas nuevas sobre la ruta 80, que une Alejandra con Calchaquí. Pero sobre todo porque “tenemos que salir de las deudas y la única forma es producir, no hay créditos del banco”.

Con inversión propia, “hipotecando campo y casa”, Coulchinsky lleva quemados unos 80.000 litros de gasoil en los últimos tres meses. La primera obra que tuvo que hacer fue limpiar 4.7 kilómetros desagüe de la ruta provincial para drenar el terreno, que se mantenía anegado tras el desborde del arroyo Pájaro Blanco desde el año pasado (lo que le hizo perder, en la campaña anterior, unas 500 hectáreas de cultivos). “Sólo para limpiar el canal movimos 4.700 metros cúbicos de tierra, sin apoyo de la provincia”, dijo el empresario, que en total trabaja 2.000 hectáreas de arroz (1.700 arrendadas).

A eso se agregaron casi 6 kilómetros de valetones (además de valetas, pase de agua, alcantarillas). El encargado, Gustavo Bresan, explicó: “para poder regar el campo nuevo tenemos que poner otro bombeo con motor a explosión de 160hp, porque el valetón pasa por una cañada y por gravedad no llega el agua”. Por eso remarcó que la inversión se hizo “a pleno coraje” con la expectativa de que la situación económica del arroz mejore.

Bresán comentó que por la incidencia del arroz colorado los rindes promedio de la empresa cayeron de 7.000 kilos a 3.000 en el último año; y que con el campo nuevo apuntan a un ideal de 8.000 kilos por hectárea. Pero “se te tiene que dar todo”, advirtió, por ejemplo no tener complicaciones con la provisión de agua, porque se transporta desde lejos y -además- “el primer año cuesta mucho mantenerlo porque absorbe mucha agua, están desparejos, hay muchos tacuruces y lomitas”.

Coulchinsky estimó a priori una inversión total de u$s 1.400 la hectárea nueva, aunque a su favor cuenta con máquinas propias. “Si no, sería el doble”, aseguró. El mayor problema, dijo es que “el arroz hoy vale menos que hace cuatro años, no compensa con lo que vale el cultivo”.

Escala y eficiencia

Distinta es la situación en Adecoagro (ex Pilagá) en San Joaquin, empresa que apoya su estrategia en dos ejes: escala y eficiencia de manejo. El responsable zonal, Martín Sordelli, afirmó que “el colorado no es un problema que nos baje rendimiento; aunque se le presta mucha atención”. El año pasado, su rinde promedio de las 10.000 hectáreas arroceras (son los más grandes de la provincia) fue de 5.800 kilos por hectárea.

El directivo reconoció que “hay problemas en la zona, con chacras abandonadas” e indicó que la previsión es alternar modos de acción, rotación con otros cultivos o siembras tardías. “Hay herramientas técnicas para luchar contra el colorado”, dijo, e indicó que ellos cumplen con la rotación de herbicidas para evitar la resistencia. A su vez, consideró que “también hay que tener en cuenta el año pasado la inundación del saladillo y la pyricularia, además de las lluvias recurrentes”, para explicar la caída de los rindes promedio zonales.

Adecoagro trabaja con “nivel cero” (lotes a un mismo nivel que prescinden de taipas) y siembra directa para bajar costos. Además de la escala (opera en varios países y con distintos negocios agropecuarios), la competitividad de la firma en materia de arroz radica en una integración total: desde la producción de semilla hasta la venta en góndola de su producto.

“De cualquier manera, sin dudas que el negocio hoy es preocupante y hasta que no haya un cambio en el modelo productivo-económico a nivel nacional va a ser difícil mantenerse”, reconoció Sordelli.

 
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