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Gravedad

La larga e infructuosa búsqueda de las ondas gravitacionales predichas por Albert Einstein en su teoría de la relatividad invita a revisar los conocimientos actuales sobre los agujeros negros y las galaxias, según un reciente estudio.

Aunque existen pruebas circunstanciales sobre la existencia de las ondas gravitacionales, que vienen a ser una especie de “eco” del origen del universo, el trabajo de detectarlas directamente se ha convertido en uno de los grandes retos de la astrofísica moderna.

Un equipo dirigido por el astrofísico Ryan Shannon, de la Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia (CSIRO), ha trabajado once años en este objetivo con el radiotelescopio Parkes, situado a 400 kilómetros de Sídney.

El hecho de que el potente radiotelescopio Parkes no haya captado ondas gravitacionales no implica que la teoría de la relatividad de Einstein esté equivocada ni que aquellas no existan, declaró Shannon.

El científico indicó que esta situación induce a pensar que “no son correctos los modelos (actuales) de cómo crecen y evolucionan las galaxias y los agujeros negros supermasivos”.

La ciencia moderna cree que las grandes galaxias alojan en el centro un agujero negro masivo y cuando estas galaxias se fusionan para formar un sistema binario, sus agujeros negros también forman una pareja binaria.

En este punto, la teoría de Einstein predice que esta pareja de agujeros negros produce una serie de fluctuaciones (ondas gravitacionales) en la curvatura espacio-tiempo.

“Puede que haya menos agujeros negros de lo que se cree actualmente”, dijo Shannon, o que “los agujeros negros supermasivos binarios estén emitiendo menos ondas gravitacionales” de lo que se supone.

Un agujero negro es una región limitada del espacio-tiempo en cuyo interior existe una gran concentración de masa con una densidad extremadamente alta que genera un campo de gravitación que atrapa hasta la luz.