Cómo se juegan las pasiones

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Por Patricia Severín

“Todos amábamos a Virginia Crespi”, de Ángel Balzarino, Editorial de L’aire. Santa Fe, 2015.

Ángel Balzarino, Premio Provincial de Literatura 2014 -por obra édita-, nos entrega un nuevo volumen de cuentos, esta vez presentado por De L’aire, con impecable diseño de Álvaro Dorigo y Noelia Mellit.

Balzarino talla sus personajes con profundidad de artesano, y su escritura va cavando, paso a paso, en la complejidad psicológica de los mismos. Indaga con maestría sus laberintos emocionales hasta extraer, de cada uno de ellos, los sentimientos más oscuros. Traiciones, odios, venganzas, celos... no hay pasión humana que el autor no desoville, con minuciosidad, en estos diecisiete cuentos. Parecería que el destino se empeña, una y otra vez, en socavar los destellos de esperanza de sus criaturas: un hombre vencido y a las puertas de la ancianidad, logra un brevísimo chispazo de vida al conocer a la chica del kiosco; otro hecho fortuito (un perro que cae al vacío desde un noveno piso) provoca en la ciudad confusión, muerte y temores, que desencadenan extravagantes y agresivas actitudes. En “La mancha”, una pavorosa realidad se apropia de los habitantes de la casa; “Ellos, al acecho” muestra cómo una joven provocativa logra atraer su propia desgracia; “Antes del primer grito” es el angustioso parto de una madre en una cárcel clandestina. Personajes que se cruzan, alteran sus vidas y desaparecen, como en “La culpa sobre nosotros”. Hablan de encuentros, desencuentros y pecados, que muchas veces vienen de lejos, de otras generaciones, para seguir arrastrando su sino en las actuales. “Hacia la noche” es una urdimbre de voces que entrecruzan el relato sin necesidad de ninguna identificación previa. De las actitudes de los personajes se desprende quiénes son, unos y otros, y cuáles sus intenciones. Este cuento marca la oscuridad hacia donde se desbarrancan los personajes de casi todos los relatos del libro. Es la noche del alma: no se encuentra paz ni sosiego pues se encadenan acciones repudiables. Éstas se consolidan en el último de los cuentos que da título al volumen- “Todos amábamos a Virginia Crespi” y que podemos resumir en la conocida cita: “No nos une el amor sino el espanto”

Balzarino tiene gran pericia para introducir y retirar distintas voces en el relato, intercalando así sus historias. A veces pareciera que se están leyendo los pensamientos de los personajes simultáneamente: el autor maneja el pasaje de la primera a la tercera persona de manera impecable, dándole así suma agilidad a la prosa.

Al igual que Balzac en su “Comedia Humana”, Balzarino, situado en su mítico pueblo de “La Florida” da vida a estos seres cotidianos que interactúan mostrando el devenir de una época donde la crueldad, la miseria y el egoísmo, prevalecen por sobre la solidaridad, la ética, la generosidad.

Gran narrador del infierno que se desata en los corazones humanos, cuando la pasión se desboca en caída libre hacia la noche.