Nuevo escándalo familiar

La dinastía Kennedy, rehén del mito y el silencio

Medio siglo después de la trágica muerte de John F. Kennedy, el sobrino del presidente, Patrick Kennedy, desenmascara en su nuevo libro las sombras del mito creado en torno a una dinastía política, que escondía bajo el más hermético silencio una tendencia familiar al alcoholismo.

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Viejos tiempos. En 2009, la presidenta de la Cámara de Representantes Nanci Pelosi celebraba con el entonces representante demócrata de Rhode Island Patrick Kennedy la aprobación de un proyecto de ley que establecía un sistema de salud casi universal. Foto: Agencia EFE

 

Redacción El Litoral

Agencia EFE

En su relato “A Common Struggle” (“Una lucha común”), Patrick, el benjamín del senador Ted Kennedy, revela la realidad del mito de “Camelot”, una idealización de los dos años y medio de la presidencia de John F. Kennedy (“JFK”) que ha envuelto durante años a su familia, pero que lentamente deja paso a una imagen más humana. “Espero que contando mi historia y la historia nacional podamos movernos hacia una nueva perspectiva sobre las enfermedades mentales”, destaca en el video promocional de su libro Patrick, exadicto al alcohol y líder de un movimiento para cambiar la visión de la sociedad sobre las enfermedades mentales y las adicciones. Se trata de la primera vez que un Kennedy aborda los problemas internos de la prestigiosa familia y denuncia, de manera pública, los conocidos problemas con el alcohol del senador Ted y su mujer, Joan, cuya afición por el licor se convirtió durante años en un secreto a voces.

Pocos como los Kennedy han sembrado en sus libros de fotografías un camposanto tan extenso de héroes nacionales.

En noviembre de 1963, el senador Ted Kennedy tuvo que echar tierra, primero, sobre el ataúd del presidente John F. Kennedy, asesinado en Dallas, y, cinco años más tarde, volvió a agarrar la pala para enterrar a “Bobby” Kennedy, tiroteado en Los Ángeles cuando estaba a punto de competir por la Casa Blanca.

De eso no se habla

Según afirma ahora su hijo, echar tierra sobre los féretros de sus dos hermanos despertó en Ted Kennedy un trastorno no diagnosticado de estrés postraumático, que le empujó al alcohol y le hizo protagonista de desventuras todavía sumergidas en el misterio, como la del puente de la isla Chappaquiddick. Entonces, en el verano de 1969, supuestamente bajo los efectos del alcohol, el joven senador regresaba de una fiesta junto a su secretaria, Mary Jo Kopechne, y su vehículo se precipitó a un canal en la isla de Chappaquiddick, en Massachusetts. Él pudo salir pero su acompañante no y murió asfixiada. “Nunca pude hablar de eso. Era rehén del código familiar de nno decir nada sobre eso. Cualquier cosa que dijeras era deslealtad. Era ir en contra del código de la familia”, confesó en una entrevista en el canal CBS Patrick Kennedy, que comenzó a beber con 13 años.

El propio Patrick, que sufre trastorno bipolar, tuvo que librar una encarnizada batalla contra el alcohol y los analgésicos.

Sin embargo, el sobrino de JFK transformó sus adicciones en la fuente de un activismo político por el derecho a la salud mental y se convirtió en un férreo defensor de una reforma sanitaria para que los trastornos psíquicos fueran tratados con la misma urgencia que el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. Su adicción al alcohol y las drogas salió a la luz en 2006, cuando el entonces congresista por Rhode Island hizo chocar su automóvil a las tres de la mañana contra una barrera cerca del Capitolio, y pocos días después fue internado en una clínica de rehabilitación.

Menos de seis meses después de la muerte de su padre, conocido como “El león del Senado”, Patrick Kennedy decidió abandonar su escaño en la Cámara Baja en 2010, decisión con la que dejó al Congreso, por primera vez en medio siglo, sin ningún miembro de esta famosa dinastía política.

El libro, que salió a la venta este lunes en Estados Unidos, ha despertado el rechazo de parte de la familia Kennedy, como el hermano mayor de Patrick, Ted Kennedy Jr., que confesó tener el “corazón roto” por el “retrato erróneo e injusto” que dibuja el nuevo libro sobre la dinastía, según dijo en un comunicado.