El Litoral en Asunción del Paraguay con la selección...
El Litoral en Asunción del Paraguay con la selección...
Vidrios rotos, penales atajados y celdas atestadas, recuerdos bien santafesinos

Mucha arena en las cercanías de las tribunas. Llegan con lo justo con algunas obras que se hicieron en el mítico estadio de Asunción.
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Asunción del Paraguay)
Cuando uno pisa estas tierras, mágicamente asoman esos recuerdos que uno tiene grabados a fuego en el inconsciente, que no fluyen de inmediato pero que florecen cuando se pisan aquellos lugares que los generaron. Ejemplos sobran. Por ejemplo, cuando después de un partido de la selección, en la era Passarella (Gallardo metió un gol de tiro libre ese día), nos rompieron los vidrios del pequeño micro y terminamos todos los santafesinos tirados cuerpo a tierra con los pedazos de vidrio que caían sobre nuestras espaldas. O el más reciente, el de la noche de los incidentes y los hinchas de Colón que quedaron detenidos por varios días, hacinados en una celda.
Pero esos recuerdos no se terminan allí. Hay otros que son más gratos, como por ejemplo la noche de los penales de Burtovoy y la gran victoria ante Olimpia, con el Loco González luciendo esa camiseta franjeada que lo catapultó a la fama. El profesor Córdoba revoleando una toalla o algo parecido, desencajado, la multitud de sabaleros gritando como locos y un festejo que se prolongó por varias horas, hasta la madrugada de ese 1 de mayo teñido de gloria sabalera en la recordada incursión por la Libertadores de 1998, son esas fotos que los hinchas rojinegros guardan en el álbum de sus mejores recuerdos.

Arreglos finales en la zona de las plateas y palcos principales. Anoche, con el plantel de la selección, arribaron unos 20 dirigentes, algo que no ocurrió en la última Copa América.
Ayer, cuando este enviado especial de El Litoral concurrió al Defensores del Chaco para realizar el obligado proceso final de acreditación, se encontró con dos temas recurrentes: 1) la decidida intención de los paraguayos de “hacer calentar” a Carlitos Tevez; 2) la inocultable tristeza cuando se supone que una eventual victoria de Paraguay puede precipitar la renuncia o la dimisión (para el caso sería lo mismo) del Tata Martino.
“Vamos a hacerle sentir una marca dura”, dijo Ramón Díaz con esa cara de picardía que el riojano saca a relucir con mucha naturalidad. La dureza en la marca no sólo se refiere a la rigurosidad en la marca, algo muy al estilo de los paraguayos, sino también a “algo más” para hacerlo “engranar” a un Carlitos Tevez que cuando le tocó hablar, el sábado, tiró una frase para la polémica, cuando se puso en contra del pensamiento de Martino y dijo claramente que no es “9” como lo quiere hacer jugar el Tata, sino un segundo punta. O sea, como lo hace en Boca, con Calleri al lado. Tevez es un jugador acostumbrado a jugar de “9” y que posiblemente, ahora, pretenda jugar en una posición y con una función diferente. Es posible que Tevez deba encontrar algún socio con el que se sienta cómodo y pueda hablar el mismo idioma futbolero. Hasta ahora no lo encontró en la selección, porque tampoco ha jugado mucho en los últimos tiempos.
En cuanto a la continuidad de Martino, no creo que haya algo que lo ponga en duda. Para ser claros, una eventual derrota no significaría poner al técnico en el cadalso, salvo que el Tata tome una decisión personal que, a priori, uno la imagina lejana. De todos modos, está claro que el segundo puesto en la Copa América generó en el hincha argentino (exigente como pocos con su selección) un sentimiento muy distinto al subcampeonato en el Mundial de Brasil. Se digirió mejor aquello, se lo valoró más y, en contrapartida, se minimizó y hasta se puso en el nivel de fracaso y desilusión el segundo lugar en Chile, más allá de que la definición llegó como consecuencia de la lotería de los penales. La sensación de derrota digna y con un alto costo para el vencedor, fue la imagen que generó aquella final en el Maracaná; en cambio, ese partido en el Nacional de Santiago dejó la sensación de un equipo superficial, poco ambicioso, que no supo tirar la supuesta mayor jerarquía ante un rival que lo superó colectivamente.

El enviado especial de El Litoral en el mismo césped del Defensores del Chaco, donde esta noche jugará la selección de Martino buscando la recuperación.
Fotos: El Litoral
Este pudo haber sido el motivo de la frialdad de la gente en el Monumental el jueves pasado. Para colmo de males, la desastrosa actuación en líneas generales y la hibridez absoluta que mostró el equipo, hizo que la despedida estuviera coronada de silbidos como pocas veces se sintió en los últimos tiempos. Recuerdo, en las últimas eliminatorias, el partido con Bolivia (fue empate) antes de ir a Barranquilla, con Clemente Rodríguez como figura de un equipo deshilachado y que generó disconformismo en la gente. Una eventual derrota ante Paraguay esta noche, podría derivar en una sumatoria de presiones y exigencias muy grande para la doble jornada del mes que viene, ante Brasil y Colombia. Y quizás, tiempos que podrían consumírsele al Tata, aunque en este último aspecto soy de los que considera que no es habitual que el fútbol argentino eche a los técnicos. Se dio con Batista en los últimos tiempos, pero antes se supieron respetar los procesos. Basile, en su segundo ciclo, se fue porque entendió que tenía motivos suficientes para renunciar y se llevará a la tumba esas razones, pero se fue porque quiso o porque vio que había perdido el hilo de autoridad, no porque alguien o algunos lo hayan echado. Este proceso de Martino está en pañales aún y por eso no puede caer en la intolerancia tan común de este país resultadista.
El problema está planteado con esta selección y el propio Martino lo dijo antes de perder jugando muy mal ante Ecuador: “Tenemos que enamorar a la gente”. Y es así. La selección no gusta y la gente la mira de reojo. Martino tiene una idea muy clara, pero como expresamos desde esta columna el domingo, no logra plasmarla en la cancha. Eso es lo que se llama trabajo, y hay una faltante. El equipo no funciona como tal y ahí está el error del entrenador: no advertir a tiempo las equivocaciones que se cometen. Los ejemplos sobran: 1) si Mascherano no está bien con la pelota, no hay que dársela siempre para que salga jugando y encontrar otras opciones; 2) si el arquero no tiene seguridad para jugar con los pies, evitarlo; 3) si los laterales no tienen en claro en qué momento tienen que pasar al ataque y bajo qué circunstancias, entender que si no lo hacen por sorpresa, no sirve; 4) si la idea es verticalidad y agresividad para atacar, no olvidarse que siempre es bueno que alguien ponga un poco de pausa y claridad (debería ser Pastore el encargado de hacerlo); y así se podrían sumar ejemplos para que la idea colectiva de equipo permita disimular esa ausencia que se convierte en cuestión de Estado cada vez que falta: la de Lionel Messi.
Una última apostilla para el final: los silbidos del final en el Monumental y la frialdad de la gente. Para bien o para mal, fue siempre un estadio en el que la selección se sintió fuerte y triunfadora. Perdió con Ecuador después de 23 años y 40 partidos sin perder. Es una enormidad, sin dudas. Pero muchos jugadores de esta camada sostuvieron en algunos momentos que la idea de sacar a la selección al interior es una buena idea para generar un clima distinto. Pasó en las eliminatorias pasadas y le fue bien: se jugó en Córdoba y en Mendoza, con buen suceso. Segura le confió a este enviado, la noche del jueves, que el partido con Brasil se va a jugar en noviembre en la cancha de River. Alguna vez, Menotti eligió la cancha de Boca para jugar los partidos internacionales con el objetivo de hacer sentir el aliento de la gente. Se sabe y se acepta que el público de la selección es distinto, es más frío, se sienta a ver el espectáculo y sólo ocasionalmente alienta. Pero el otro día, los silbidos que coronaron la flojísima actuación cayeron en los jugadores como si les hubieran tirado con un piano por la cabeza. Y se instaló ya la idea de volver a jugar en el interior. ¿Será así?

No le fue mal a la selección argentina en el Defensores del Chaco. El primer partido internacional que jugó Paraguay, lo hizo ante nuestra selección a comienzos del siglo pasado.
Martino no negocia las formas
Martino también se refirió en tono calmo a las declaraciones del delantero y figura de Boca Juniors Carlos Tevez, quien admitió que se siente “más cómodo” en la función como segunda punta antes que número nueve, tal como lo imagina el entrenador en su esquema. “Lo que dijo Carlos es respetable, pero él no puede reemplazar a Lionel Messi y no lo digo por categoría sino por función porque Lío arranca como número siete y yo no lo veo a Carlos jugando en las bandas. Si la ocasión se presenta, nunca desde el inicio, pero depende de la situación del partido, quizás podría suceder, pero a medida que pasa el tiempo no le conviene ir por los costados y por eso lo pensamos en el medio”, afirmó el DT.
El entrenador rosarino afirmó que su idea de juego “no se negocia”, que tendrá “algún tipo de modificaciones”, pero que no cambiará la misma más allá de los últimos resultados. “No se lleva cueste lo que cueste, pero noto que hay una oposición a esta forma de jugar. Creí que en la Copa América iba a ser un puntapié para ser aceptada, pero no hablo de jugadores y entrenadores sino del entorno. Ante el primer traspié aparecieron las críticas, pero hay algo que no cuadra de la idea”, manifestó Martino.

Los obreros le ponen punto final a los arreglos en la zona de los bancos de suplentes, con estructuras y sillones flamantes, que se estrenarán esta noche.
"Respeto la opinión del ‘Tata' (Martino), con quien hablamos y somos amigos, pero para mí Tevez es doble 9, con otro atacante delante suyo, como jugaba en Manchester City y en Juventus. Es un jugador que sabe leer los espacios. Martino sabrá por qué lo rotula como 9 de punta”.
Rodolfo Arruabarrena
DT de Tevez en Boca Juniors