Gritos, epítetos e improperios

Escandalosa audiencia de prisión preventiva

El abogado Abel Bay y el fiscal Omar de Pedro protagonizaron esta mañana un áspero cruce verbal, durante el tratamiento de la prisión preventiva de un policía detenido por el abuso de su sobrino en Esperanza.

Escandalosa audiencia de prisión preventiva

La Sala Nº 1 fue una caldera esta mañana, durante las dos horas que duró la audiencia.

Foto: Guillermo Di Salvatore/Archivo

 

Juliano Salierno

[email protected]

Verborrágico, desordenado y agraviante con sus términos, el abogado Abel Bay protagonizó uno de los mayores escándalos en una sala de audiencias desde que el nuevo sistema penal fue puesto en vigencia el 10 de febrero de 2014. A pesar de sus cuatro décadas como abogado y de sus profundos conocimientos en la materia penal, no pudo evitar el atropello, la gesticulación desbordada y el elevado tono de la voz que alcanzó muchas veces la escala del grito.

No se quedó atrás el fiscal Omar de Pedro, que superado por el calibre de la defensa, pidió a viva voz y en varias oportunidades, al juez Eduardo Pocoví que pusiera orden, cosa que no ocurrió durante las dos horas que duró el acto.

El motivo de la audiencia: el tratamiento de la prisión preventiva para Juan Pablo Baraldo (33), un policía de la ciudad de Esperanza acusado por los presuntos delitos de “abuso sexual con acceso carnal” y “coacciones agravadas por el uso de arma de fuego” contra su sobrino, un niño de once años.

“Hemos terminado de escuchar una lectura de los antecedentes que existen en los legajos y que tuve acceso ayer al mediodía”, planteó el Dr. Bay, una vez que el fiscal De Pedro cerrara la acusación solicitando la medida restrictiva de la libertad.

Y adelantó que “se hace necesario hacer otro tipo de análisis”, que desarrolló ampliamente, aunque con varias interrupciones, en las cuales volaban dardos envenenados desde una punta a la otra de la sala.

Interna del MPA

Bay comenzó por atacar la investigación realizada por la fiscal de Esperanza, Clelia Trossero, la cual fue apartada del caso por el renunciado fiscal regional Ricardo Fessia, actitud que mereció el reproche de la familia de la víctima.

“Forma parte del proceso una interna del Ministerio Público de la Acusación”, reconoció Bay, obligando a De Pedro a pedir al juez Pocoví que la defensa se ajuste al objetivo de la audiencia que era el tratamiento de la prisión preventiva.

Pero lejos de eso, Bay blandió una hoja de periódico diciendo: “Hoy tenemos un proceso paralelo en la opinión pública”. El cuestionamiento apuntaba a una nota publicada por un medio esperancino al que acusó de ser parte de “una operación de prensa”.

“Algo huele a podrido en Esperanza”, dijo parafraseando a Shakespeare en su clásico Hamlet. Y aunque reconoció que el chico fue efectivamente víctima de abuso sexual (“no voy a ser cínico”, dijo y calificó el hecho de “despreciable”), reiteró que “esta investigación no tuvo orden ni fue orgánica”.

Nobleza obliga, reconoció que el nuevo sistema para él “es como cambiar del carro al avión”, “un jet” especificó, no obstante se refirió al caso como a “este diseño malogrado de investigación” y cargó contra la fiscalía, que “siente el dolor de la verdad”, acerca de una presunta orfandad probatoria que no fue rebatida en la sala. Y por último profetizó: “Si este es el procedimiento, de esta forma, esto va a fracasar”.

Contra la madre

Sin dudas el punto más álgido de la trifulca ocurrió cuando el abogado defensor de Baraldo pidió “una pericial psiquiátrica para la madre de la víctima” que “viene cada cuatro meses y hace una denuncia”. “¿Qué quiere, toda la familia Baraldo presa?” se preguntó en voz alta, a sabiendas de que entre el público se encontraban presentes la mamá de la víctima, su pareja y la fiscal Trossero.

Y como si eso fuera poco, recomendó que “el fiscal se tiene que poner a estudiar”, cuando de manera genérica parlamentó sobre los Derechos del Niño, amparados por tratados y pactos internacionales que fueron acogidos por nuestra Constitución.

“¿Usted se cree que no respeto los Derechos del Niño?”, dijo al discutir acerca de la conveniencia o no de la cámara gesell en esta instancia; pero acto seguido soltó un nuevo exabrupto al decir que “este chico va camino al suicidio a los 14 años”.

No hubo respuestas desde el público, pero el murmullo y la reacción del fiscal, que ya harto por la manera personal y directa en que se desempeñaba la defensa, reclamó a los gritos y desencajado al juez y amenazó con denunciar a Bay ante el Colegio de Abogados por su comportamiento.

“A mí no me puede venir a amenazar con el Colegio de Abogados” le contestó al fiscal De Pedro. “Soy noble y digo las cosas como son”, repitió varias veces Bay que insistió con la tesis de que “han arruinado la investigación”.

“Ambiente tóxico”

Luego lanzó frases como “no te sumes a la mediocridad”, esta vez dirigida al abogado de la querella, Martín Risso Patrón, cuando éste le pidió por enésima vez que se ajuste a los motivos de la audiencia.

“Estimado hijo no me toques así” reprendió a su colega, el Dr. Aureliano Bay que no pronunció palabra en toda la audiencia, pero en un determinado momento trató de moderar al orador ofuscándolo todavía más.

Y cuando todos pensaron que no quedaba nadie por atacar, el letrado se la agarró con una de las psicólogas de Esperanza que trataron al menor. La acusó de haber preparado al chico para la cámara gesell, cargo que fue rebatido por el fiscal De Pedro cuando aclaró que “lo preparó” para que sepa con lo que se iba a encontrar y no para orientar su declaración en algún sentido.

También recomendó al fiscal a ir ante la Subsecretaría de la Niñez. “A este chico en dos horas lo sacan de ese ambiente tóxico” dijo en referencia a la familia, que seguía escuchando los agravios.

Silencio final

Como hombre leído que es, Bay hizo una ironía diciendo: “No tiene cultura, perdón...”; a lo que el fiscal De Pedro le contestó que “tengo tres posgrados en la materia”; evidentemente no se iban a entender.

Otra de las expresiones que hasta generó risas en el público fue el modo jovial y hasta de entrecasa en el que se refirió al querellante: “Callate colega”, le dijo al joven Risso Patrón. Y coronó con un: “Sumate tranquilo, a mí no me vas a asustar”.

Por último formuló un planteo de nulidad general que no fue especificado y pidió subsidiariamente la prisión domiciliaria sin salidas laborales para Juan Pablo Baraldo, ofreciendo a su pareja y a su hermano como guardadores.

El juez Pocoví por su parte rechazó el planteo de nulidad y las alternativas propuestas y convirtió en prisión preventiva la detención que venía sufriendo el policía Baraldo. Antes de finalizado el acto y como última concesión, el magistrado le dio la palabra al Dr. Bay, que por fin dijo: “Esta defensa calla”.

Acusación fiscal

  • El fiscal Omar De Pedro hizo un recorrido por los acontecimientos más importantes del caso, desde que fue detenido Víctor Baraldo, el abuelo del niño primero y luego su abuela Noemí Morandini, ambos acusados de graves delitos contra la integridad sexual del menor.

Para el fiscal, se encuentra acreditado que también el tío policía había abusado del niño y cuando se produjeron las primeras detenciones, lo amenazó con su arma reglamentaria para que no lo denunciara.

Los fiscales De Pedro y Daniel Filippi tomaron cartas en el asunto hace apenas dos semanas, y lo primero que hicieron fue viajar a Esperanza para tomarle declaración a las autoridades escolares, docentes y psicólogos que trataron con la víctima en los últimos años.

Del testimonio del propio chico se desprende que los abusos datan de cuando él tenía 6 ó 7 años, cuando vivía en la casa de sus abuelos, donde también habitaba el tío.

Si bien las primeras denuncias surgieron en agosto del año pasado, la acusación contra el tío recién se presentó en febrero de este año, cuando la víctima comenzó a recuperar confianza en el entorno y se animó a decir que había sido amenazado. De hecho en uno de los informes psicológicos realizados este verano el niño dijo acerca del tío: “No tengo ganas de verlo, él me hizo lo mismo que el abuelo”. Y confesó que “tenía miedo, él una vez me apuntó con el arma y me dijo que me iba a matar a golpes”.