Cristianismo a la etíope

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Una iglesia ortodoxa moderna en la localidad de Awasa. Las cruces tienen siete puntas que hacen referencia a los siete sacramentos.

 

En el marco de un viaje de nueve meses por África, cruzando todo el continente por tierra desde Egipto hasta Sudáfrica, el paso por Etiopía dejó su marca por la increíble historia de cómo llegó y la forma en que se arraigó el cristianismo. ¿Por allí estuvo el mismo Jesús? ¿El Arca de la Alianza permanece escondida en aquellas tierras africanas?

TEXTO Y FOTOS. JUAN IGNACIO INCARDONA ([email protected]).

Etiopía, el segundo país más poblado del continente con cerca de 90 millones de personas viviendo en el vasto territorio de geografía montañosa y fértiles tierras, limita con Sudán, Sudán del sur, Somalia, Kenia, Yibuti y Eritrea.

De más está decir que es una zona conflictiva del mapa africano -con guerras civiles, piratería y conflictos étnicos-, y parte de esos problemas se deben a la diversidad de religiones que se profesan en la región. Asombra que en casi todos los países mencionados hay mayoría de musulmanes entre sus habitantes, o al menos el Islam tiene una fuerte presencia al interior de esas sociedades. En Etiopía el escenario es radicalmente distinto.

Este país donde se descubrió el café, contó desde hace siglos con comunidades que fueron de las primeras en convertirse al cristianismo. Pero era un cristianismo muy distinto al que conocemos en occidente.

Oficialmente, la entrada de esta nueva religión ocurrió en el siglo IV d.C, cuando San Frumencio trajo el mensaje del Evangelio desde Roma al reino de Aksum (o Axum), que abarcaba lo que hoy es el territorio noreste de Etiopía y Eritrea. El emperador de aquel entonces, Ezana, aceptó las palabras del mensajero y “la palabra de Dios” se diseminó por todo su reino con notable receptibilidad. San Frumencio fue nombrado como el primer “Abuna” de Etiopía (ese es el título que recibe la cabeza de la iglesia ortodoxa etíope), y era conocido como Abune Selama Kesaté Birhan (Nuestro Padre de la Paz Revelador de la Luz).

Lo curioso es que en el siglo VI, las iglesias en Egipto y Etiopía, que seguían al patriarca de Alejandría (ciudad al norte de Egipto fundada en el 331 a.C. por el emperador romano Alejandro Magno), se separaron de Roma y fundaron su propia iglesia copta u ortodoxa, con su propia liturgia, símbolos y leyendas. Este patriarcado adheriría a la doctrina monofisita, que sostiene que Jesucristo sólo tienen una naturaleza divina, no cómo sostienen los católicos que creen en la doble naturaleza -divina y humana- del “hijo de Dios”.

Es así como en Etiopía surge este cristianismo diferente, propio de estas tierras, con sus ceremonias particulares y sus lugares de culto adaptados a las condiciones y estándares locales. De todos modos, en los núcleos constitutivos del cristianismo todos coinciden: hay un solo Dios creador, una virgen María y un hijo de Dios, Jesús de Nazaret. Hay que pensar también que en aquel entonces no había un poder central tan influyente como el Vaticano, por lo que el cristianismo adoptaba diversas formas según donde hacía pie y donde penetraba con fuerza la palabra de “mensajeros” como San Frumencio.

Hasta el día de hoy los cristianos coptos son mayoría en el país (aunque los musulmanes avanzan rápidamente), y siguen firmes con sus tradiciones pese a que, tras muchas idas y vueltas con la Iglesia Católica (a veces con violencia de por medio, y quema de libros de unos u otros grupos de cristianos), lograron unificarse y todos responden al Vaticano.

¿JESÚS ESTUVO EN ETIOPÍA?

La “biblia” del cristianismo etíope se llama “Kebra Nagast”; allí se cuenta la historia de todas las monarquías del país y la historia en general, y se abre paso a leyendas fabulosas como la que indica que el propio Jesús, en vida, estuvo en Etiopía cuando junto a su madre, la virgen María, huyeron de Belén donde el emperador romano Herodes I realizaba una cruenta matanza de niños en toda la comarca (conocida como “Matanza de los inocentes”) buscando asesinar al nuevo Mesías que amenazaba su poder.

En esta biblia etíope también se cuenta que el arca de la alianza -ese cofre sagrado donde estaría la tabla de la ley en la que fueron escritos los diez mandamientos que Dios le entregó a Moisés- está aún en Etiopía, en la iglesia Santa María de Sion.

Según la leyenda, fue traída a estas tierras por Menelik I, el primer rey y fundador de Aksum, hijo del Rey Salomón y la Reina de Saba, que visitó a su padre en Israel para recibir su educación y en su regreso a Etiopía -a pesar de los intentos de Salomón para que se quedara en Israel- trajo consigo y a escondidas el preciado cofre. Es por eso que el arca es el punto central de culto y adoración en el cristianismo etíope y en los miles de templos y monasterios del país se puede encontrar una réplica de este misterioso objeto que hasta el día de hoy no se sabe a ciencia cierta dónde está (y si verdaderamente existió).

La historia de la gestación y el nacimiento de este primer Rey de Aksum la cuentan otros ricos e interesantes relatos que aseguran que la Reina de Saba (un personaje bíblico, oriundo de estas tierras africanas y que gobernaba un antiguo país localizado donde hoy están Etiopía y Yemen) fue de visita a Jerusalén atraída por la sabiduría del Rey y en la noche que pasó junto a Salomón quedó embaraza de Menelik I. Por eso todos los monarcas etíopes -hasta Haile Selassie, el “Rey de reyes” adorado por los rastarafis que fue destronado por una “revolución comunista” en 1974- dicen tener descendencia directa o indirecta de la tribu de Judá a la que pertenecía este reconocido Rey de Israel hijo de David y de la que luego formaría parte el mismo Jesús. Por eso, el León de Judá es un símbolo representativo de Etiopía. Estaba en su bandera y hasta el día de hoy está en las monedas del país.

LAS PARTICULARES IGLESIAS DE LOS CRISTIANOS ORTODOXOS

Otro aspecto fascinante del cristianismo etíope son las iglesias, muy distintas a las occidentales-católicas. Es extraordinario ingresar a los templos sagrados de los cristianos coptos de Etiopía. Allí están sus representaciones de las vidas de Jesús y María, con su arte, muy distintas a las que se encuentra en Europa. Los ángeles tienen rasgos africanos, ojos grandes, profundamente negros y rasgados. El color de la piel también es más oscuro. Hasta el propio Jesús está “africanizado”, con piel amarronada y cabello al tono. La habilidad y capacidad del cristianismo para arraigarse y entrelazarse culturalmente hasta pasar a ser parte de la cotidianeidad fue algo notable, de una lucidez celestial.

La iglesia que está ubicada en Gondar, llamada Debre Birhan Selassie (“Trinidad en el monte de la luz”) construida en el siglo XVII por el emperador Iyasu I -uno de los miembros de la dinastía salomónica-, es impactante por sus simbolismos y por sus pinturas. La leyenda cuenta que se salvó de ser quemada por los derviches musulmanes mahdistas provenientes de Sudán a finales del siglo XIX porque las abejas la defendieron de los atacantes que debieron huir por temor a las picaduras. Embates como éstos provenían desde todos los rincones; quizá por eso el cristianismo, que resistió tantos golpes (sin escatimar en contraataques y matanzas), caló tan hondo en la cultura del país como un estandarte diferenciador y por el cual los ancestros y descendientes de la tribu de Judá lucharon y dejaron la vida.

Actualmente en la constitución del país se reconoce la libertad religiosa, y conviven pacíficamente cristianos coptos, musulmanes y judíos (cada tanto hay alguna noticia triste, la últimas fueron en 2011 con matanzas y quemas de libros sagrados).

Esta mezcla impresionante se observa hoy en Etiopía y se aprecia en la práctica. Los cristianos coptos rezan con posiciones similares a la que utilizan los musulmanes, arrodillándose y posando la frente en el suelo, y entran descalzos a las iglesias tras besar puertas o paredes. Y también tienen tradiciones compartidas con los judíos, como la de circuncidar a los niños varones al octavo día de su nacimiento.

Una historia inabarcable en el transcurso de las pocas semanas o días de visita en Etiopía, pero interesante si se trata de adentrarse un poco en este mundo totalmente desconocido.

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Uno de los templos con estructura circular de los cristianos coptos en las islas del lago Tana (al norte del país) que data del siglo XIV y que se salvó de los ataques musulmanes por su ubicación en estos suelos inhóspitos entre la selva.

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El impresionante techo de la iglesia Debre Birhan Selassie, uno de los pocos templos sagrados de los cristianos coptos que resistió el embate de los musulmanes que quemaron decenas de iglesias en 1888.

Es extraordinario ingresar a los templos sagrados de los cristianos coptos de Etiopía. Allí están sus representaciones de las vidas de Jesús y María, con su arte, muy distintas a las que se encuentra en Europa.

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Un Jesús “africanizado”, con rasgos similares a los de la raza negra, pintado con brebajes obtenidos de plantas, en la pared de una iglesia de las islas del Lago Tana.

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El frente de la iglesia Debre Birhan Selassie de Gondar, cuya arquitectura emula al Arca de Noé.