Vidas que merecen ser conocidas

La fascinante historia del único agente que se infiltró en la CIA

  • En 1986, el checo Karel Koecher concretó la “misión imposible” que ningún agente del bloque comunista había logrado antes. El espía invirtió veinte años de su vida para llegar ahí y su historia ha inspirado varias películas.
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En el intercambio del 11 de febrero de 1986 se repitió lo sucedido en el mismo puente en 1962, cuando la URSS liberó al piloto estadounidense Francis Gary Powers a cambio del espía soviético Rudolf Abel, algo que Steven Spielberg ha recreado en su nueva película “Puente de espías”. Foto: Archivo El Litoral

 

Agencia EFE

El checo Karel Koecher fue el único espía del bloque comunista que estuvo infiltrado -durante más de una década- en la CIA y, cuando fue descubierto, logró la libertad con un intercambio de prisioneros que negociaron los líderes de EE.UU. y la URSS.

El 11 de febrero de 1986 Koecher cruzó el puente Glienicke de Berlín hacia el sector oriental a cambio del activista soviético de los derechos humanos Nathan Sharansky. Era el fin de una “misión imposible” que ningún agente comunista había logrado antes y en el que Koecher había invertido veinte años de su vida y que ha inspirado algunas películas.

Koecher explica que entró en el espionaje checoslovaco para “redimirse” después de haber sido acusado de injurias al régimen comunista y desobediencia pública.

Ese historial de acusaciones contra las autoridades comunistas le ayudó para mostrarse como un disidente y facilitarle el asilo político cuando emigró a EE.UU. en 1965 para hacer su doctorado.

Tenía entonces treinta años y, no exento de cierto humor negro, dice que su vida se convirtió en una “misión imposible”, en ver si conseguía superar “semejante locura”.

Para su sorpresa, en el servicio secreto checoslovaco también había una voluntad reformista, de abandonar los aspectos más duros de la dictadura comunista. “De pronto me di cuenta que era apreciado, y que tenía cierta influencia sobre ellos”.

Al acecho

Llegó a EE. UU. junto a su mujer, Hana, con quien vive todavía en Praga, y con el objetivo de infiltrarse en el espionaje de la CIA.

Obtuvo el doctorado en la Universidad de Columbia y colaboró incluso en el estudio del comunismo con Zbigniew Brzezinski, asesor del presidente estadounidense Jimmy Carter.

Ya con ciudadanía norteamericana y tras resonar su nombre en los círculos académicos neoyorquinos, en 1973 fue contratado por la CIA como traductor y analista.

La “misión imposible” se hizo realidad, aunque reconoce que estuvo “al límite” y, en ocasiones, fue “demasiado lejos”.

Durante una década Koecher saboteó más de 12 operaciones de reclutamiento de espías rusos por la CIA, episodios sobre los que no quiere profundizar.

Y fue un hombre de confianza del jefe de la KGB, Yuri Andropov, para quien redactó una crítica de la metodología del espionaje soviético, por lo que recibió una suma de 40.000 dólares.

Aún no está claro quién fue el que le delató, si alguna fuente soviética o sus compañeros del servicio secreto en Praga.

Esa traición llevó a su captura en 1984 y encarcelamiento con cargos de espionaje que, según él, no pudieron ser probados.

Tras sufrir un intento de asesinato en la cárcel, pidió ayuda al KGB para formar parte de un intercambio de prisioneros.

Al final se declaró culpable, lo que le supuso una condena de cadena perpetua en EE.UU., pero había pactado de antemano que esa inculpación sería la llave para su puesta en libertad.

Y fue en ese momento cuando tuvo lugar el intercambio por Sharansky en el puente que une Berlín y Potsdam.

Tras el canje debió volver a Praga, algo que no quería, porque su negativa a infiltrarse en la disidencia que acabaría derribando al régimen comunista le creó muchos enemigos en el espionaje checo.

En el intercambio del 11 de febrero de 1986 se repitió lo sucedido en el mismo puente en 1962, cuando la URSS liberó al piloto estadounidense Francis Gary Powers a cambio del espía soviético Rudolf Abel, algo que Steven Spielberg ha recreado en su nueva película “Puente de espías”.

Sin embargo, Koecher no tuvo nada que ver con la nueva producción de Hollywood, con Tom Hanks en el reparto, ni tiene previsto verla. Es un asunto del pasado al que afirma no querer volver.