Una jornada muy especial
Una jornada muy especial
Francisco inauguró el Jubileo Extraordinario de la Misericordia
La ceremonia se realizó en el Vaticano y concluyó con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Fue la primera vez en la historia que dos papas, Jorge Bergoglio y el emérito Joseph Ratzinger, cruzaron el umbral de esa Puerta Santa, que permanecerá abierta hasta el 20 de noviembre de 2016.

Jubileo. Hoy Francisco abrió la Puerta Santa con motivo de la inauguración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. El Papa afirmó que “será un año para crecer en la convicción de la misericordia”. Foto: Agencia EFE
Redacción de El Litoral
Agencia EFE
El papa Francisco inauguró hoy el Jubileo Extraordinario de la Misericordia con una ceremonia en el Vaticano, a la que asistieron miles de fieles de todo el mundo y que concluyó con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, que cruzaron él mismo y su antecesor, Benedicto XVI.
Es primera vez en la historia de la Iglesia Católica en la que dos papas, Jorge Bergoglio y el emérito Joseph Ratzinger, cruzan el umbral de esta Puerta Santa que permanecerá abierta durante todo el periodo jubilar, hasta el 20 de noviembre de 2016.
Más de 50.000 fieles de todos los rincones del mundo, según cifras ofrecidas por la delegación del Gobierno en Roma, acudieron al Vaticano para vivir una jornada histórica, la inauguración de un Año Santo que no sucedía desde el 2000, cuando entonces era papa Juan Pablo II, ahora santo.
Desde la madrugada, miles de peregrinos se habían acercado a la plaza vaticana para poder hacerse un hueco en las primeras filas. Tuvieron que pasar fuertes medidas de seguridad y varios controles de detección de metales que ralentizaron su entrada a la plaza, pero que fueron aprobadas por Roma para garantizar de forma extraordinaria la seguridad, especialmente tras los atentados de París del 13 de noviembre, en los que murieron 130 personas.
El papa Francisco cruzó la Puerta Santa a las 10.10 GMT, pero antes pronunció un discurso en el que afirmó que este Jubileo Extraordinario “será un año para crecer en la convicción de la misericordia”.
“Entrar por la Puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. (...) Será un año para crecer en la convicción de la misericordia”, dijo.
“Debemos anteponer la misericordia al juicio y, en todo caso, el juicio de Dios será siempre a la luz de su misericordia. Atravesar la Puerta Santa, por lo tanto, nos hace sentir partícipes de este misterio de amor”, agregó.
Una fecha particular
Este Jubileo, el primero del pontífice jesuita, tiene un significado especial, pues se celebra en el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II (1962-1965).
Bergoglio hizo hoy referencia a esta fecha que dijo, supuso “un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres”.
“Un encuentro marcado por el poder del espíritu que empujaba a la Iglesia a salir de los escollos que durante muchos años la habían recluido en sí misma, para retomar con entusiasmo el camino misionero”, apuntó.
Y después el papa Francisco se acercó solo y lentamente a la Puerta Santa, la abrió, cruzó el umbral y permaneció inmóvil durante unos minutos, meditando y rezando, en un acto que sirvió para dar inicio al cuarto Jubileo Extraordinario de la Iglesia Católica.
Tras él, la primera persona en atravesar la Puerta Santa fue Benedicto XVI y, luego lo hicieron el resto de cardenales, obispos, religiosos y laicos que asistieron a la celebración.
La procesión concluyó en el altar mayor, que se eleva sobre la tumba del Apóstol San Pedro, el primer papa de la historia de la Iglesia Católica.
Un estilo único y comprometido
En estos mil días, Bergoglio ha sorprendido repartiendo dinero entre los “sintecho”, les ha regalado sacos de dormir, ha habilitado una barbería y duchas en la plaza de San Pedro y les ha invitado al cine o a visitar la Santa Sede.
También ha expresado su preocupación por el medioambiente, plasmada en su encíclica dedicada únicamente a este tema, la “Laudato Sì”, y ha urgido a la Comunidad Internacional a alcanzar un acuerdo en la Cumbre del Clima de París ya que, en su opinión, el mundo se encuentra “al borde de un suicidio”.
En este tiempo ha realizado diez viajes dentro de las fronteras italianas y once al extranjero, con especial atención a países como Ecuador, Bolivia, Paraguay, Sri Lanka, Filipinas, Corea del Sur o la República Centroafricana.
Quizá el más importante haya sido el que realizó a Cuba y Estados Unidos, países sumidos en un proceso de deshielo en sus relaciones bilaterales gracias a su participación.
También cuenta con especial relevancia su viaje a Tierra Santa, donde llamó al diálogo entre religiones, o el histórico encuentro que presidió en el Vaticano entre el líder de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, y el expresidente israelí Simón Peres.
Francisco además ha inaugurado un estilo dialéctico novedoso, caracterizado por su sencillez y por evitar las medias tintas.
Por ejemplo ha excomulgado a los mafiosos durante un viaje a Calabria y no rehúsa denunciar la “red de intereses” que a su juicio se esconde detrás de los conflictos armados que han llevado al planeta a ‘una tercera guerra mundial por partes‘.
Pero más allá de sus mensajes a favor de los más débiles y de sus llamamientos a la Comunidad Internacional, Francisco es un papa reformista que quiere simplificar y dotar de mayor transparencia a las enrevesadas instituciones vaticanas.
Sus planes de cambio no solo transcurren por el plano organizativo sino que también alcanzan la doctrina católica y para ello en este tiempo ha convocado dos Sínodos de obispos, uno extraordinario y otro ordinario, que han analizado los retos a los que se enfrenta la familia en el mundo contemporáneo.
Estos planes, sin embargo, no se han traducido en cambios revolucionarios y los intentos de adaptación de la doctrina a los tiempos modernos encuentran todavía clara oposición en el interior de su Iglesia.
El programa reformista suscita el rechazo entre la Curia, a tenor de los últimos escándalos de filtración de material clasificado, a juicio actualmente en el Vaticano.
Claves para comprender el Jubileo
* Orígenes:
La celebración del Jubileo se origina en el judaísmo: consistía en una conmemoración de un año sabático que tenía un significado particular, y se realizaba cada 50 años. Durante el año se ponían a los esclavos en libertad, se restituían las propiedades a quienes las habían perdido, se perdonaban las deudas, las tierras debían permanecer sin cultivar y se descansaba.
La palabra “Jubileo” se inspira en el término hebreo de yobel, que alude al cuerno del cordero que servía como instrumento. Jubileo también tiene una raíz latina, “iubilum” que representa un grito de alegría.
En la tradición católica, el Jubileo consiste en que durante un año se conceden indulgencias a los fieles que cumplen con ciertas disposiciones eclesiales establecidas por el Vaticano. El Jubileo puede ser ordinario o extraordinario, como en este caso.
La Iglesia Católica tomó como influencia el Jubileo hebreo y le dio un sentido más espiritual. En ese año se da un perdón general, indulgencias y se invita a profundizar en la relación con Dios y con el prójimo.
El primer año jubilar fue convocado en 1300 por el Papa Bonifacio VIII. Se estableció que los siguientes Jubileos se conmemoraran cada 25 años, con el objetivo de que cada generación experimente al menos uno en su vida.
Los Años Santos ordinarios celebrados hasta la fecha han sido 26, el último en 2000, con el cambio de milenio y bajo el pontificado de Juan Pablo II.
Los Jubileos extraordinarios son aquellos que no se celebran a intervalos regulares, sino que se realizan para conmemorar circunstancias especiales. Los primeros Jubileos extraordinarios se celebraron en 1390 y 1423.
* ¿Cómo es el rito?
El rito inicial del Jubileo comienza con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Esta puerta se encuentra cerrada cerrada a cal y canto y solamente se abre para la ceremonia de apertura del Jubileo. El Papa debe tocar la puerta con un martillo tres veces mientras dice: “Aperite mihi portas justitiae, ingressus in eas confitebor Domino” (“Abridme las puertas de la justicia; entrando por ellas confesaré al Señor”). El simbolismo -abatir la puerta con el esfuerzo- significa la dificultad del camino cristiano pero, al mismo tiempo, subraya que una vez traspuesto el ingreso se encuentra la grandeza extraordinaria del amor y misericordia de Dios.
Se derriba la mampostería que cierra la puerta y después el papa se arrodilla delante de ella, mientras los penitenciarios de San Pedro la lavan con agua bendita. Luego, tomando la cruz, se empieza el Te Deum y entra a la iglesia con el clero.
Posteriormente tres cardenales legados que ha enviado el Papa a las otras tres puertas santas las abren con la misma ceremonia. Estas tres puertas están en la iglesia de San Juan de Letrán, la iglesia de San Pablo y la iglesia de Santa María la Mayor.
Al siguiente día por la mañana el papa imparte la bendición al pueblo en forma de Jubileo. Expirado el Año Santo se vuelve a cerrar la puerta en la víspera de Navidad y el papa bendice las piedras y la argamasa, pone la primera piedra y doce cajetillas de monedas o medallas de plata y oro, lo cual se ejecuta con la misma ceremonia en las otras tres puertas santas.
* ¿Qué es una Puerta Santa?
En la religión católica, distintos papas han declarado Puerta Santa distintas puertas físicas. El fenómeno en este caso fue bastante tardío, bien entrada la Edad Media, y se ha relacionado con el fenómeno de las bulas. Cada una de las cuatro basílicas papales de Roma tiene una Puerta Santa (Porta Santa en italiano y Porta Sancta en latín). Las puertas están normalmente selladas desde el interior de modo que no se pueden abrir. Se abren durante los años del Jubileo, cuando los peregrinos entran por ellas a fin de ganar la indulgencia plenaria relacionada con esta celebración.
A parte de las Puertas Santas de las basílicas papales, existen otras cuatro en distintos lugares del mundo.
Los 1.000 días de su pontificado
El pontificado de Francisco cumple hoy mil días, tiempo en el que Bergoglio se ha consolidado como un respetado actor global con sus llamamientos a la igualdad, el diálogo o la paz en un mundo en conflicto.
Desde el primer momento, su popularidad fue en aumento y se consolidó como una voz destacada en pro de la paz, del respeto a los derechos humanos, del cuidado del medioambiente o del diálogo entre religiones.
En estos mil días, Bergoglio ha sorprendido repartiendo dinero entre los “sintecho”, les ha regalado sacos de dormir, ha habilitado una barbería y duchas en la plaza de San Pedro y les ha invitado al cine o a visitar la Santa Sede.
También ha expresado su preocupación por el medioambiente, plasmada en su encíclica “Laudato Sì”, y ha urgido a la Comunidad Internacional a alcanzar un acuerdo en la Cumbre del Clima de París ya que, en su opinión, el mundo se encuentra “al borde de un suicidio”.
En este tiempo ha realizado diez viajes dentro de las fronteras italianas y once al extranjero, con especial atención a países como Ecuador, Bolivia, Paraguay, Sri Lanka, Filipinas, Corea del Sur o la República Centroafricana. Quizá el más importante haya sido el que realizó a Cuba y Estados Unidos, países sumidos en un proceso de deshielo en sus relaciones bilaterales gracias a su participación.
Francisco además ha inaugurado un estilo dialéctico novedoso, caracterizado por su sencillez y por evitar las medias tintas. Más allá de sus mensajes a favor de los más débiles y de sus llamamientos a la Comunidad Internacional, es un papa reformista que quiere simplificar y dotar de mayor transparencia a las enrevesadas instituciones vaticanas.
Sus planes de cambio no solo transcurren por el plano organizativo sino que también alcanzan la doctrina católica. Estos planes, sin embargo, aún deben superar una clara oposición en parte de la Curia de su Iglesia. es un papa reformista que quiere simplificar y dotar de mayor transparencia a las enrevesadas instituciones vaticanas.
Sus planes de cambio no solo transcurren por el plano organizativo sino que también alcanzan la doctrina católica. Estos planes, sin embargo, aún deben superar una clara oposición en parte de la Curia de su Iglesia.