Campeón del TC

De las empanadas al octavo título

“Cuando uno quiere, puede”, de eso no hay dudas. Para muestra, está “el Gurí” Martínez, quien dentro de 16 días cumplirá nada menos que 50 años. El pasado domingo se alzó con su segunda corona dentro del Turismo Carretera, convirtiéndose en el piloto más longevo en obtener semejante logro.

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Festejos. Por supuesto que después continuaron en su querido Entre Ríos. En tanto, en el podio de La Plata, dio rienda suelta a su alegría sumando a su familia. En la toma, Patricia (de remera roja), sus hijos Paula y Agustín, sosteniendo la Copa de Oro, junto al gran “Gurí” Martínez.

Foto: Gentileza/Prensa ACTC

 

Daniel Monticelli

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Empecé con esta pasión del automovilismo deportivo algunos años antes que Omar José Martínez. El más conocido como “Gurí”, aunque tiene otros apodos como “Supremo” o “Chino” (por la forma de sus ojos), arrancó allá por 1983 en la Fórmula Entrerriana y tuvo una meteórica y exitosa campaña deportiva.

“El Gurí” es el cabal ejemplo de que con esfuerzo y dedicación todo (o casi) se puede lograr en esta vida. Ese “casi” es porque él desearía fervientemente que uno de sus hermanos sea el mismo que fue aquel antes de sufrir un grave accidente en la ruta cuando retornaban de una competencia, dejándole secuelas sicofísicas muy serias.

Martínez nació en Rosario del Tala -pero también se puede decir que lo hizo en Nogoyá o Gobernador Febre, todos lugares muy cercanos unos de otros- y hoy reside en Paraná.

“El Gurí” proviene de una familia muy humilde, sus padres era gente de campo y tuvieron que lucharla a brazo partido para que uno de sus hijos pudiese correr.

En las primeras épocas, su madre conocida como “la Doña” en el ambiente, hacía una y mil empanadas como también canelones para que el resto de la familia o la peña que lo apoyaba a uno de los Martínez, saliera a venderlas para de esa forma poder solventar los enormes gastos que demandaba el deporte motor. Y ni hablar de los malabares que debía hacer su padre para “parar la olla”. “A veces, mi viejo dejaba de pagar otras cosas para que yo pudiese correr”, contó el entrerriano en una de las tantas entrevistas que dio este fin de semana consagratorio y soñado para él.

El tiempo pasó, “la Doña” y su papá ya no están entre nosotros pero “el Gurí” siguió ganando carreras, cosechando títulos, siendo una persona y un deportista encumbrado. Es un ídolo de la mayoría de la gente de Entre Ríos y de todos los hinchas de Ford que existen en el país, pero a su vez está absolutamente alejado de la fama.

Martínez formó una familia junto a su esposa Patricia (“la Gurisa”), con quien tiene dos hijos: Paula y Agustín —el pibe corre en el karting de Entre Ríos y hace un par de domingos también logró el campeonato en su categoría—. Desde hace años, “el Gurí” cuenta con un taller modelo, comandado por otro de sus hermanos y ha podido conformar un equipo ultraprofesional, el Martínez Competición.

El domingo en La Plata y a los casi 50 años, la vida volvió a recompensarlo con otro título de TC (el octavo en general desde que lograra los dos primeros en la Fórmula Renault Argentina, 3 de Top Race, 1 de TC 2000 y dos de TC). No es uno más, se convirtió en el campeón más veterano de la popular categoría en conseguir el cetro de campeón, con 49 años, 11 meses y 12 días.

Este Omar José Martínez, introvertido y hasta se diría tímido, se preparó como lo hacen los grandes profesionales. Se sometió hace unos cinco años a una intervención en sus ojos porque “no veía bien en los frenajes y seguramente ahora deberé someterme a otra”, confesó. Se sabía con algunos kilos de más y se puso a dieta (de 78 pasó a tener 72 kg). A principios de año, comenzó a ir al gimnasio dos veces por semana y al aprovechar que su hijo corre en karting, él también se daba varias vueltas para “tomar mayor fuerza de brazos”.

¡Y cómo valió la pena el esfuerzo! “El Gurí” Martínez se lo merece porque jamás cambió su forma de ser. Cada vez que lo consultan si se retira, él contesta: “Por ahora seguiré en el TC y tal vez corra en la Clase 3 del TN. Pero nunca se sabe, por ahí un día me levanto y digo no corro más...”.

Vaya desde esta columna un franco reconocimiento a la familia de un extraordinario piloto, que apostó todo por él y que en sus comienzos salieron a vender empanadas y canelones para concretar lo que hoy es una hermosa realidad ¡Salud campeón!

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Notable. El rendimiento del Ford Falcon (preparado en la parte motriz por Julián Adamo) a partir de la victoria en Paraná —también triunfó en Rafaela, la Pampa y el domingo en La Plata— dio sus grandes frutos.

Foto: Gentileza/Prensa ACTC