Pronósticos desalentadores

La producción costera en vilo por la amenaza hídrica

  • La creciente del Paraná ya causó serios daños económicos. Sin embargo la emergencia no pasó. El nivel del río se mantendría alto durante meses y, sumado a los efectos previstos de El Niño, podría agravar aún más la situación.
4-5_1_P1300664.jpg

Amenazante. Con los campos en descanso, la horticultura no sufrió tanto. Pero el agua está muy cerca. Fotos: Juan Manuel Fernández

 

Juan Manuel Fernández

[email protected]

Enviado Especial

La economía costera en los departamentos Garay y San Javier muestra un delicado cuadro de vulnerabilidad tras el paso del primer pico de creciente del río Paraná. Los pronósticos de un nuevo repunte, más la estimación de lluvias superiores a las normales por efecto de El Niño acrecientan la incertidumbre.

El sector arrocero ya da por descontadas fuertes pérdidas a causa de las complicaciones que generó la imposibilidad de bombear agua desde el río durante un mes. Mientras entre los ganaderos, los de menor escala son los más afectados, al no disponer de recursos para alojar ni alimentar sus animales. También los apicultores sufrieron importantísimos daños, no tanto en miel sino en material por la cantidad de colmenas perdidas. En cambio, la horticultura no acusa el impacto, más por estar en época de transición entre cosechas antes que a salvo del agua.

Los más chicos

Pablo Bode, Secretario de la Producción de San Javier, relató a Campolitoral que todos los sectores (incluido el turismo, con la temporada perdida) se encuentran muy afectados. Y aunque el río haya dado un respiro, “lo que más preocupa es el día de mañana”. Las estimaciones de organismos como INA e INTA anticipan que hasta marzo, abril e incluso mayo podría continuar la amenaza hídrica.

En la zona, los pequeños productores son ganaderos de isla, pero también ladrilleros y quincheros, y todo está afectado por la creciente. Afortunadamente la evacuación ocurrió en verano y, por lo tanto, las banquinas son un refugio viable para la hacienda. Pero con la proximidad del otoño el forraje se irá agotando y la situación se complicará. “El problema se va a dar si la situación persiste y haya que darle rollos o maíz quebrado para mantenerlos”, advirtió.

4-5_5_IMG-20160120-WA0015.jpg

Devastada. Los apicultores subieron las colmenas a niveles exagerados pero igual las tapó el agua.

4-5_6_P1300831.jpg

Un censo del municipio reveló la existencia de 7 productores con una 500 cabezas (entre vacunos y caballos) ocupando banquinas sobre Ruta 39 y un camino rural que une La Brava y Colonia Teresa. “No hay tantos productores evacuados como otro años por la disponibilidad de campos”, explicó el funcionario.

En materia apícola, Bode refirió que la cosecha en isla se perdió en un 80%, con unas 1.500 colmenas afectadas. La velocidad de la onda de crecida y el clima impidió una evacuación completa. “Fueron cuatro días que crecía entre 25 y 30 centímetros, no pudieron reaccionar, para colmo estuvo muy ventoso y no se podía navegar”, explicó.

Al respecto, Carlos Frank, tesorero de la Cooperativa Apícola Granjera San Javier, que agrupa a 14 productores, estimó que el fenómeno afectó a todos, no sólo a quienes tenían colmenares en costa o isla sino también a los del monte, por las intensas lluvias. En la isla “el agua llegó a donde nunca llegaba”, se lamentó. Aseguró que se perdieron muchas colmenas, “la mayoría -de los apicultores- arriba de 80 a 100”, a pesar de que se tomaron medidas como elevarlas hasta 3 metros de altura. También una sala de extracción habilitada para miel orgánica en la isla quedó dañada “en un 40%”.

A pesar de la cosecha perdida, el productor estimó que el mayor daño económico fue de capital. “Hicimos la cuenta y se perdió más en material vivo e inerte que en miel”, dijo el productor, y explicó que si bien se esperaba una buena cosecha los precios son muy malos ($17 contra $28 de un año atrás). Estimó que armar una colmena, con cámara de cría y media alza, en la actualidad puede valer hasta $1.500. Y agregó que el costo de un tambor, a unos $600, equivale al 14% de la miel que puede almacenar, que ronda $5.200.

4-5_2_P1300667.jpg
 

Madura el nocaut

En el sector arrocero, las complicaciones rozan la incoherencia. La creciente obligó a retirar las estaciones de bombeo en la costa para salvar los motores eléctricos y ahora hay amplios sectores -las áreas más altas de los lotes- bajo un severo stress hídrico. Incluso en un caso, en Colonia Mascías, un productor que sufrió la rotura de la defensa ahora depende del nivel del río para salvar algo de la cosecha o perderlo todo: si baja demasiado el cultivo se quedará si agua, si sube en exceso lo arruinará por completo.

Rodolfo Vicino, jefe de la oficina San Javier del Ministerio de la Producción, indicó que los problemas comenzaron con las bajas temperaturas al momento de la siembra, que dilató la germinación; situación que se agravó con las lluvias de octubre que escalonaron las tareas hasta diciembre. Luego se sumaron los problemas de la creciente, que impidió regar con continuidad. “Todo eso lleva a un pronóstico para nada alentador”, sobre todo si se le suman los costos extra.

Adrián García, encargado del campo en Colonia Mascías, comentó que ya se perdieron 150 sobre 617 hectáreas. Pero la paradoja es que, al no poder llegar con máquinas, no hay modo de arreglar la defensa y, por lo tanto, es el nivel del río el que mantiene regados los lotes. Y, como el sistema de riego (valetas, taipas) se destruyó con el avance del agua, si ahora el nivel baja demasiado no cuenta con estructura para regarlo artificialmente. En cambio, si llegara a subir demasiado, cubrirá por completo el cultivo en plena floración. Entonces se habrá perdido toda la cosecha. Ahora, explicó, “hay arroces que se le ven sólo el extremo superior, otros están tres cuarta planta afuera del agua y otras totalmente sumergidas”.

4-5_7_P1300726.jpg

Nadie se salva. Algunos lotes agrícolas sobre el albardón costero también sufrieron la creciente.

Más al norte, en Alejandra, la ingeniera agrónoma Noel Dopazo relató las complicaciones de no contar con riego suficiente. Tras el retiro del bombeo desde el río, hace ya un mes, la situación se complicó al cortarse las lluvias y elevarse las temperaturas. “Además fue en el momento clave, donde se necesita el agua para fertilizar y hacer control de malezas”, explicó. Estimó unas 650/700 hectáreas afectadas.

En general, la mayoría de los arroceros debieron evacuar los motores y cortaron el bombeo. Muchos aprovecharon el agua de lluvia acumulada en los bajos y desde allí la trasladaron con bombas de bajo levante (que funcionan con la toma de fuerza de un tractor, por lo que requiere un mayor costo en consumo de gasoil) hacia el cultivo. Pero no fue suficiente para alcanzar todos los niveles, por lo que las lomas quedaron secas. “Mal regado no puede haber buenos rendimientos”, anticipó la ingeniera. Para colmo el cultivo está entrando en floración. “Ahora los sectores quemados son pedazos, hasta que no se coseche no se sabe qué impacto habrá”.

Tras dos campañas para el olvido, con rendimientos en picada por efecto de enfermedades y malezas, sumado a un serio problema de sobre stock que deprime los precios al productor, desde ASPA (Asociación Santafesina de Productores de Arroz) afirman que esta circunstancia es “el golpe de nocaut perfecto” para el sector.

El dato

Auxilio de la EPE

Desde ASPA (Asociación Santafesina de Productores de Arroz) advirtieron que los productores pagan cargos fijos de 10.000 pesos por mes para abastecer de energía los motores eléctricos de las bombas. Sin embargo se usaron al 50%, por lo que sugirieron que la EPE podría darles algún beneficio, como por ejemplo una nota de crédito por el servicio no utilizado.

 
4-5_3_P1300684.jpg

Contraste arrocero. En la región hay campos inundados y otros con falta de riego.

Sobre stock y bajos precios

Rodolfo Vicino indicó que “el stock de la campaña anterior alcanza para abastecer al mercado nacional durante todo 2016”. Sin exportaciones, la sobre oferta presiona de tal modo que el valor del arroz se deprime y obliga a cosechar más kilos por hectárea. Con un costo de $14.000 por hectárea y un precio de venta de $1.95/2.00Kg, el costo de indiferencia para el arroz sería de 6.500 kilos por hectárea. “Y yo considero que la producción va a estar bastante por debajo”, sentenció. Para cambiar el rumbo, aseguró que “tendría que haber una exportación muy fluida” y el arroz debería valer entre $2.80/3.00 para tener rentabilidad.

4-5_8_P1300673.jpg

Donde se pueda. La hacienda evacuada de las islas pastorea en campos agrícolas desocupados o en banquinas.

4-5_4_P1300775.jpg
4-5_9_P1300847.jpg