Hablemos del verbo “hablar”
Hablemos del verbo “hablar”
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foto: archivo
por Enrique José Milani
Este verbo tiene varios orígenes provenientes del latín: fabulare (voz muy arcaica o antigua); fabulari: hablar, convencer, decir o contar. Otras formas más cultas son las siguientes: loquor, loqueris, locutus o loquutus sum, loqui (se trata de la presentación completa del verbo en latín, con formas pasivas pero de significación activa); y eloquor, formado sobre el anterior, significa: hablar, explicarse. Determinado su origen, podemos decir que se constata a diario el empleo incorrecto del verbo sobre el que versa este artículo. Según el diccionario académico el verbo “hablar” es intransitivo y significa: “articular, proferir palabras para darse a entender. Comunicarse las personas por medio de las palabras”. Por ser intransitivo, se construye sin objeto directo, es decir, sin el ser o cosa que recibe directamente la acción verbal, para decirlo de manera entendible. Por lo tanto, no decimos: hablo negocios, habló ideas claras, hablará cuestiones importantes.
El verbo hablar, con los significados apuntados arriba, se construye con preposición: se habla con Pedro o con Juan, en la calle, en la oficina, sobre deportes. Seguido de la preposición “de” significa razonar o tratar una cosa platicando: se habla de negocios, de política, de arte. Otra de sus acepciones es “tratar de algo por escrito”: “En el tomo segundo se habla de que Cervantes luchó en Lepanto”. También “dirigir la palabra a una persona, y hasta a un ser o cosa personificados”: “les hablo a los presentes, a los jóvenes y -en una fábula- a los animales allí reunidos”. Inclusive se puede “hablar” (figuradamente, claro está) explicarse o: “hablar por señas, gestos, con los ojos”. Asimismo es posible emplearlo en forma recíproca: “al fin los hermanos se hablaron, aunque estuvieron mucho tiempo distanciados”. También se puede hablar por de más, a tontas y a locas, en cristiano, entre sí, hablar por hablar.
La materia, el contenido, los temas por los que se discurren, no pueden modificar directamente al verbo que nos ocupa; lo que equivale a decir que se articulan con él mediante algún término subordinativo: habla de esto, de aquello, de economía, sobre filosofía, acerca de cosas triviales, respecto de los últimos acontecimientos. No obstante lo dicho, puede construirse sin preposición, pero sólo cuando aparece complementado por un adverbio: habla mucho, precipitadamente, duro, claro, entrecortadamente; hablárselo (o hablarlo) todo, tanto que no deja hacerlo a los demás. Figurada y familiarmente “hablar cristiano” significa “claro, de manera que se entienda”. Por lo señalado, resultan erróneas expresiones como: “No te hagás el distraído que vos sabés lo que estoy hablando” (debió decirse “... porque vos sabés de lo que estoy hablando”). “Uno de los favoritos para el Oscar era Al Pacino que hablamos fuera de micrófono” (“... de quien hablamos fuera de micrófono”). “Vamos a hablar un tema que habría que darle más importancia” (doble error, porque se debe “hablar de un tema al que habría que darle más importancia”). Y cerramos con las palabras textuales de un alto funcionario estampadas en un titular de diario: “No hablé el tema del senador”, cuando debió expresar: “No hablé del (sobre, acerca del) tema del senador”.