CINE

La hora de la verdad

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Sylvester Stallone intenta contener a una desesperada Amy Brenemann en “Daylight: Infierno en el túnel” (1996). Foto: Universal Pictures

 

Juan Ignacio Novak

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Aire, tierra, agua y fuego: el hombre siempre se desesperó por controlar los elementos. Pero no siempre lo logró y el cine lo mostró a la perfección. De hecho, existe todo un género (mejor dicho un subgénero dentro de otros más amplios que lo engloban) que se dedicó a la reconstrucción de desastres ocurridos en aviones, túneles, océanos y volcanes. Dentro del “cine de catástrofes” se inscriben productos notables de entretenimiento que siguen casi el mismo patrón: un grupo de personas que debe unirse para confrontar la adversidad, el surgimiento de un líder y el peligro inminente.

El 3 de marzo llegará a los cines argentinos “Horas contadas”, sobre la tormenta inédita que en 1952 azotó la costa este de Nueva Inglaterra, a partir de las tribulaciones de los marineros de un petrolero, que debieron confrontar temperaturas bajo cero, vientos fuertísimos y olas gigantes. Será un intento de captar al público que busca este tipo de films, como la reciente “La falla de San Andrés” (2015), con Dwayne “The Rock” Johnson luchando contra un terremoto de gran magnitud en California. En las líneas que siguen, un repaso por los hitos de este subgénero.

Tiempos dorados

En los ‘70 el cine de catástrofes vivió su época de gloria. En 1970 se produjo la modélica “Aeropuerto” escrita y dirigida por George Seaton con base en la novela de Arthur Hailey, que marcó pautas e inauguró clichés que serían en adelante funcionales. Burt Lancaster, Dean Martin, Jacqueline Bisset y Helen Hayes formaron el plantel de actores que dio vida a esta historia, a la que el tiempo perjudicó a fuerza de repetición de sus fórmulas, pero que debe ser comprendida en su contexto. Una tormenta de nieve, un aeropuerto en hora pico y un vuelo posible blanco de una bomba. Ni más ni menos.

El éxito espectacular (incluido un Oscar para Helen Hayes como Mejor Actriz de Reparto) fue el punto de largada una seguidilla de películas que duró casi toda la década, con prestigiosos actores y cineastas en la búsqueda de éxitos comerciales. Varias de ellas, como curiosidad, incluyeron bandas de sonido originales de John Williams, hoy conocido por partituras míticas como las de “Star Wars”, “Tiburón”, “E.T.”, “Superman”, “Indiana Jones” y “Jurassic Park”.

“La aventura del Poseidón” (1972), sobre el escape de un buque en pleno naufragio, con Gene Hackman y Ernest Borgnine en el reparto, “Infierno en la torre” (1974), sobre un incendio que amenaza a los invitados de la fiesta inaugural de un rascacielos (con Steve McQueen y Paul Newman) y “Terremoto” (1974) con Charlton Heston y Ava Gardner ambientada en Los Ángeles son los mejores ejemplos. Aunque también está “La tragedia del Hindenburg” (1975) de Robert Wise, que no se inscribe con exactitud dentro de este subgénero, pero lo bordea.

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Nueva York asolada por el cambio climático en “El día después de mañana” (2004). Foto: 20th Century Fox

Barcos, túneles y volcanes

La película más popular de los ‘90 es la historia de una catástrofe. Se trata de un drama romántico, lacrimógeno y manipulador, pero en el fondo es la minuciosa reconstrucción de uno de los naufragios mas conocidos. “Titanic” (1997), el tanque hollywoodense que proyectó a Leonardo DiCaprio (que debió mostrar muchas veces sus cualidades actorales para desprenderse del aura de galancito) maravilló a propios y ajenos. Además de recaudar millones y convertir a su director, James Cameron, en un referente del cine popular.

Pero esa década resultó pródiga en películas sobre catástrofes. “Daylight: Infierno en el túnel” encontró a Sylvester Stallone encerrado en un túnel subterráneo tras una explosión. “Twister” (1996) tenía a Helen Hunt y Bill Paxton en un romance en medio de una pelea entre flotas científicas que tratan de “cazar” el tornado más grande en Oklahoma. “Dante's Peak” (1996) con Pierce Brosnan, Linda Hamilton y “Volcano” (1997) con Tommy Lee Jones y Anne Heche se regodearon con los peligros de la lava ardiente con dos volcane: uno en los Los Ángeles y otro en un idílico pueblito.

Meteoritos

Otra vertiente del cine de catástrofes tiene que ver con meteoritos que amenazan con destruir la vida en la Tierra, que tuvo su gran modelo en “Cuando los mundos chocan” (1951) obra maestra de clase B. Repasamos el argumento: una estrella gigante está a punto de colisionar con la Tierra. De modo que un grupo empresarios (bien capitalistas) financia la construcción de una nave espacial para trasladar a un seleccionado de gente a otro planeta. El resultado es el esperado: el pánico de los que tienen que quedarse. ¿Le suena conocido? Este modelo se explora en “Armageddon” e “Impacto profundo”, ambas de 1998. Y se reitera casi calcado en “2012” (2009) de Roland Emmerich. A este último le cabe el mérito de haber logrado un compendio de muchas variantes del subgénero en un film tan entretenido como improbable, “El día después de mañana” (2004). Allí Dennis Quaid y Jake Gyllenhaal deben desafiar una nueva era del hielo. Y no hay ningún mamut divertido que les facilite las cosas.