Bitácora de viaje en Ami 8

Bitácora de viaje en Ami 8

Todo empezó con un sueño de pasar Año Nuevo en Brasil; entonces, a cumplir el sueño.

TEXTOS Y FOTOS. CARLOS VIONNET Y ANDREA WELSCHEN.

 

Hace 7 años que nos conocemos con mi mujer y más o menos 5 que tenemos el sueño de pasar Año Nuevo en Brasil, conocer y disfrutar una de las fiestas más lindas de esa región. Por distintas circunstancias de la vida, siempre se nos hizo difícil concretarlo, pero el año pasado decidimos que cueste lo que cueste lo íbamos a hacer.

Primero teníamos que conseguir un vehículo. Vimos y buscamos por todos lados, hasta que apareció “El Ami”, solo y medio destartalado, deslucido y hasta con un toque de tristeza, aunque dicen que el ojo de una mujer ve más allá de la realidad: fue ella la que me insistió para comprarlo. El único problema es que lo encontramos cuando faltaban dos meses para el viaje, y había que hacerle motor nuevo y otras cosas más.

El mecánico fue sincero y nos dijo que estábamos muy ajustados con el tiempo, pero que llegaríamos bien, entonces nos decidimos y dejamos todo en las manos del experto.

El tiempo corría y la ansiedad nos mataba. Periódicamente íbamos a ver los avances, pero el auto no presentaba signos de progreso, ya que el mecánico puso manos a la obra, primero, en el motor y los amortiguadores, que son detalles que nosotros no veíamos. No podíamos dormir, ya no teníamos más uñas por la ansiedad.

Cuando faltaban unas semanas para el viaje, resignado y con un sueño muy por las nubes, recibo una llamada: era el mecánico que decía “el auto ya está listo”. Con toda la alegría lo busqué. Era hermoso. ya tenía otro aspecto. Lo vi por primera vez. No lo dudé, subí para traerlo a casa. ¡Ya teníamos auto! El sueño seguía en pie, ahora a preparar la hoja de ruta y ultimar detalles.

PUESTA A PUNTO

Primero teníamos que ponerle cubiertas nuevas, las que tenía estaban bien pero no para un viaje tan largo y con tanta temperatura. Recorrí medio Santa Fe y las encontré: hay un solo distribuidor en Argentina, pero el problema fue mayor cuando las tuve que colocar, pues no se conseguían cámaras y las llantas estaban torcidas. Después de un día intenso de búsqueda, encontré una gomería muy grande que trae las cámaras (compré seis, por las dudas). A las llantas quería comprarlas nuevas pero no las encontré, entonces las llevé a enderezar.

Con el auto armado y con zapatos nuevos, me puse a trabajar en la parte eléctrica; nos quedaban 4 días para el viaje. Coloqué el estéreo, la toma de 12 v. y las luces para poder ver mejor en la ruta. Solo faltaba la técnica, que aprobó sin ningún problema.

El día anterior al viaje me puse a pulirlo, colocarle la banda blanca y la calco de “En Auto a Brasil”. Cuando estuvo terminado... a descansar, no lo podíamos creer. Era una mezcla de sensaciones. Muchos me apoyaban y otros me decían que estábamos locos, pero a este sueño lo queríamos cumplir, queríamos salir de la monotonía de todos los días.

SALIDA Y PRIMER TRAMO

Después de los preparativos y corridas para dejar el auto en condiciones para el viaje, nos dispusimos a dormir para viajar descansados y, con el fresco de la madrugada, partimos cerca de las 3.30 rumbo a nuestro sueño.

Cargamos el auto con bolsos, sillas, sombrilla y la infaltable conservadora. Salimos de Santa Fe, cruzamos el Túnel Subfluvial y tomamos la ruta Nº 12. En algún tramo de esta ruta me quedo sin luces bajas (en mi cabeza se cruzaron miles de pensamientos), detengo el auto y veo que un porta fusible se había fundido por la temperatura y la mala calidad. “No hay problema”, me dije; saqué la caja de herramientas y me dispuse a repararlo.

Terminado eso, arrancamos con destino a Brasil. No pasaron 10 km. que sucede lo mismo con las luces altas. ¡Ay, ay, ay! Otra vez a parar el auto y repararlo.

Con los nervios de punta emprendemos viaje, toda la ruta fue tranquila, el auto tenía velocidad estable en 85 km/h y el motor estaba un poco duro porque en este viaje lo estaba asentando.

Con los primeros rayos de sol, decidimos parar a cargar combustible en Federal, tomamos unos mates y continuamos con la aventura; de ahí, directo a la frontera. No faltaba mucho, pero la ruta estaba destrozada. Esquivando pozos a la derecha y otros a la izquierda, pasamos dos puestos de control. Todo bien, hasta que, saliendo de Entre Ríos, apago las luces bajas para que descansen un poco, dejando las de posición. Grave error, nos pararon en el último puesto de control: “Multa” , qué macana, me sentí acorralado por las explicaciones del inspector y pagué con un descuento en la casilla. Con mi mujer nos mirábamos y no lo podíamos creer, parecía como que el destino no quería que realizáramos este viaje. No se podía hacer nada, ya estábamos en el baile, entonces a bailar; arrancamos el auto y continuamos con el viaje.

PAUSA PARA LA FOTO

Ya casi llegando a la frontera nos detuvimos en una estación a respirar un poco; ahí se acerca un hombre y para nuestra sorpresa nos pide una foto. ¿Qué? No entendíamos mucho. Nos explicó que venía viajando y en una radio de San Lorenzo escuchó de nuestro Ami Verde con una franja blanca. Estábamos contentos. Recuerdo que nos dio mucha risa, no lo podíamos creer. Un poco de emoción y otro de asombro fue lo que nos hizo olvidar por un rato el mal trago de los kilómetros anteriores.

CRUCE Y, POR FIN, BRASIL

Y llegamos a Paso de los Libres; por suerte no había tanta gente, sólo una cola de 40 minutos más o menos. Luego de fichar la salida del lado argentino, a realizar el mismo trámite del lado brasilero. Con mucho calor y un poco de hambre entramos a Brasil. De la alegría nos subimos al auto y le dimos derecho hacia nuestro destino.

Pasados los kilómetros y con brasileros que nos miraban y sacaban fotos por lo raro del auto, nos dimos cuenta de que no habíamos cargado nafta, y la próxima estación estaba lejos. Por suerte el auto es económico, pero el miedo siempre estuvo.

Atentos al consumo y disfrutando del paisaje, quedo atrás de dos camiones, que estaban muy pegados uno con el otro y no me dejaban margen para pasarlos. Decido quedarme atrás, total iban bastante rápido y nosotros estábamos de vacaciones, hasta que de atrás del auto escuchamos un estallido: “Reventamos una cubierta”, fue lo primero que pensamos, y nos dispusimos a estacionar el auto en la banquina. Me bajo para ver lo inevitable y veo que estaban bien; no entendía nada, hasta que vi que el primer camión había reventado la cubierta. Temblando y asombrados porque escuchamos el ruido detrás de nosotros, continuamos con el viaje, Fueron un par de kilómetros de silencio, hasta que llegamos a la primera estación que encontramos y pusimos nafta. Mientras tanto, con Andrea nos mirábamos y teníamos ganas de llorar; solo queríamos descansar.

Unas horas más tarde llegamos a nuestro primer destino, Sao Gabriel. Frenamos en el primer hotel que vimos y pudimos conseguir habitación: no era barata pero tampoco queríamos arriesgarnos a buscar otra y quedarnos sin el pan y sin la torta. Nos pusimos a descansar y a esperar la hora de la cena. Mientras tanto nos miramos y a dúo dijimos lo que pensábamos: “nos queríamos volver”, no podíamos creer lo que nos había pasado en todo el primer tramo.

Estábamos abatidos por las circunstancias de lo que nos había tocado vivir, además de las corridas para terminar el auto (todo lo previo al viaje). Pero si hay algo que nos caracteriza a los dos es que nunca bajamos los brazos tan fácilmente. Decidimos dormir esa noche y ver qué pasaba al otro día, con las pilas cargadas.

TIEMPO DE DESCUENTO

Al día siguiente amanecimos mejor y decididos a continuar con nuestra aventura, cueste lo que cueste. Ya con algunos recaudos como combustible y aceite, avanzamos hacia la segunda etapa, en un recorrido sin problemas y más aliviados hasta el peaje de Osorio, donde perdimos mucho tiempo por la cantidad de gente que se agolpaba a pasar Año Nuevo en la costa. Ahí empecé a tener problemas con el embrague; los cambios no entraban. Esto me obligó a parar en la primera estación que cruzamos para ver el problema. Mientras todos escuchaban música en sus autos y bailaban anticipando el año nuevo, yo estaba tirado en el piso reparando el desperfecto; no era nada grave, sólo se había aflojado una tuerca del tensor del cable. Solucionado eso y faltando horas para el nuevo año, salimos rumbo a Torres, donde nos disponíamos a buscar alojamiento y pasar la fiesta en la playa.

Es sabido que en esas fiestas es muy raro y casi imposible encontrar algo desocupado, y más cuando faltan tres horas para la medianoche. Recorriendo Torres, hotel por hotel, viendo a la gente disfrutar, a esa altura estábamos entregados a dormir en el auto. Hasta que encontramos un hotel sobre la avenida principal. No nos importaba el costo, sólo queríamos bañarnos e ir a la playa.

Guardo el auto en la cochera y me piden dejar las llaves por si hay que moverlo. Lo miré y le dije : “no tengo drama”, y con un poco de risa le pregunto si lo sabía manejar. Lo mira y dice: “qué es eso”, a lo que agrega: “dejalo al costado nomás”.

Después de ducharnos, salimos corriendo a almorzar y a festejar en la playa. Fue inolvidable ese momento, ya en la cuenta regresiva para las 12. Nos dimos cuenta de que no llevamos nada para festejar. Voy corriendo hasta un puesto y escucho: “6, 5,.4....” Como de película y no les miento, llegué justo para besar a mi mujer en el ...0..., brindar y llorar de tantas emociones. Estábamos empezando el año juntos y en forma positiva. Muchos fuegos de artificio, la mayoría de la gente vestida de blanco. Se abrazaba, no importaba si se conocían o no, saltaban las 7 olas y comían 12 uvas (pasaba una señora convidando a todos); hermoso e inolvidable momento.

RUMBO AL PARAÍSO

Al otro día, después de desayunar, salimos a terminar con el recorrido y llegar al destino mientras que sobre la ruta no paraban de sacarnos fotos, filmarnos y saludarnos. Nos sentíamos bichos raros, pero nos dijeron que este auto (Ami 8) no se conoce allá. Eso despertó el interés de muchos brasileros por captar algunas imágenes. Adonde parábamos tenía que mostrar y explicar el funcionamiento del motor a los curiosos que no dejaban de consultar por el asombro; así fue todo el viaje.

Llegando a destino, mucho más contentos y sabiendo que el objetivo estaba a la vuelta de la esquina, entramos a Porto Belo. Todavía me acuerdo de lo que sufrió el auto para subir el morro que separa Porto Belo con Bombas, donde te cobran la tasa de no me acuerdo qué. Pobre nuestro Ami..., en primera y muy forzado, ahí fue la parte más crítica. Parecía que el motor se iba a partir en dos, pero como todo el viaje, el auto superó todas nuestras expectativas. Ya se sentía que quería estar en la playa y descansar.

Qué más contar. Pasado eso y haciendo un giro, empezó Bombas y ya se respiraba otro aire, una sensación de alivio hasta que, azorados, dijimos: ¡llegamos! Teníamos una felicidad. De nuevo nos embargó la emoción. Por suerte conseguimos alquiler barato a dos cuadras de la playa y con el Ami descansando en la cochera, aguardando el regreso que nos llevaría a nuestra Argentina.

Nos dispusimos a relajarnos y disfrutar. Fueron unos días hermosos a pesar de las nubes y de las lloviznas pasajeras. En la playa nos sentíamos en el Paraíso.

LA VUELTA

Pero las vacaciones se terminaban y había que volver. Sabíamos que sería muchos más fácil que la ida, porque el auto nos demostró que se puede si uno quiere.

El retorno fue aún más relajado; pudimos saludar a mucha gente que estaba emocionada al ver el auto, ¡cómo nos divertíamos! Nos mirábamos y nos reíamos mucho. Sabíamos que nada malo nos podía pasar. Y sin pensarlo, al poco tiempo, nos dimos cuenta de que estábamos en nuestra querida Santa Fe.

Disfrutamos cada momento, por el valor que tenía de llegar con nuestra máquina, de superarnos a nosotros mismos y de lograr lo que muchos no creían que lograríamos, estábamos llenos de alegría.

Sólo nos falta agradecer a todo este grupo que nos apoyó con sus comentarios y saludos, y decirles que fueron el combustible que nos hizo llegar a casa y disfrutar de esta travesía.


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Andrea Welschen y Carlos Vionnet, protagonistas de la travesía.

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Siempre presente, en todo momento, el Ami 8.