La otra cara de América

La historia fue desde el principio escrita por los hombres; en consecuencia, las mujeres prácticamente no figuraron en las crónicas. Sin embargo, desde el principio estuvieron allí; como sombras, pero bravas y fuertes, demostrando un protagonismo ignorado por todos. Aquí rescatamos algunas figuras imprescindibles.

TEXTO. ANA MARÍA ZANCADA. ILUSTRACIÓN. LUCAS CEJAS.

 
La otra cara de América

Las mujeres hicieron la historia a la par de los hombres, desde el silencio la mayoría de las veces, pero insustituibles, tanto en la paz como en la guerra, en el campo de batalla, en la lucha cuerpo a cuerpo o asistiendo a los enfermos, con la ternura de madres, esposas o amantes. Fueron el gran silencio de la historia y ahora, en tropel, buscan un justo reconocimiento después de siglos de olvido.

Al arribar los españoles a las nuevas tierras y luego del primer acercamiento, los naturales comenzaron a darse cuenta de que sus derechos eran avasallados y fue entonces cuando las mujeres comenzaron a tomar protagonismo. Varios son los nombres que vencieron al olvido, tal vez exageradas sus acciones a través del relato oral que con el tiempo se convirtió en leyenda. Pero ellos estuvieron allí dispuestos a todo. Las mujeres fueron tanto o más bravas para defender lo que les pertenecía.

Entre ellos también había ambiciones y luchas de poder. Pero en los españoles vieron al enemigo común que los despojaba de lo que les había pertenecido desde siempre y hacía de ellos esclavos, tratando incluso de destruir su cosmogonía. La resistencia y el choque eran inevitables.

Bartolina Sisa

• El 5 de setiembre es el Día Internacional de la Mujer indígena. A través de esta conmemoración se rinde homenaje a Bartolina Sisa, natural de lo que ahora es Bolivia. Se la llamaba la Virreyna y combatió al lado de su compañero Tupac Katari en el histórico cerco de Chuquiago, hoy La Paz. Junto a él organizó y capitaneó batallones de aymarás en diferentes pueblos del Alto Perú. Trató incluso de armar una represa para provocar una inundación, pero su plan fracasó. Junto a su compañero, sitiaron La Paz durante cuatro meses al frente de cuarenta mil indígenas. Pero finalmente fueron derrotados, tomados prisioneros y torturados. Bartolina fue asesinada y descuartizada frente a su pueblo, que no la olvidó. En su honor, en el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América, reunido en Bolivia en 1983, se instituyó el 5 de setiembre, día de su muerte, el “Día Internacional de la Mujer Indígena”.

Gregoria Apaza

•Era hermana menor de Tupak Katari. Pertenecía a la etnia aymará. Los pocos datos que hay de ella consignan su nacimiento en 1751, en Ayo-Ayo, provincia de Sica, entonces Virreynato del Perú, y la fecha de su muerte figura el 6 de setiembre de 1782 en el actual territorio peruano. La llamaban La Virreyna y en el campo de batalla se distinguía por su coraje y ferocidad. Orgullosa de sus ancestros, su objetivo era reconstruir la nación quichua-aymará y volver a ejercer los derechos que les habían cercenado. Pero el destino quiso otra cosa. Fue hecha prisionera junto a su cuñada Bartolina Sisa y condenada a una muerte cruel. Sus miembros despedazados fueron enviados a diferentes lugares. Su cabeza quedó clavada en una pica durante mucho tiempo y lo que quedaba de su mutilado cuerpo, fue quemado para arrojar sus cenizas al viento helado de las cumbres que tanto había amado.

Guacolda y Fresia

• Son personajes que bordean la leyenda. Guacolda era la mujer de Lautaro y Fresia de Caupolicán. En algún punto, sus historias se unen con la realidad ya que siempre fueron compañeras bravas, unidas por lazos indestructibles a su hombre y sus hijos, defendiendo lo suyo con la misma fiereza que el más bravo guerrero. En el caso de Guacolda, muchos afirman que no fue más que un personaje creado por Alonso de Ercilla y Zúñiga en su poema épico “La Araucana”. Sin embargo, figura en varias crónicas que cuentan que habría sido criada en un hogar de españoles. De ahí que estuviese familiarizada con sus costumbres. Eso no la detuvo en el momento de demostrar su carácter indómito y su ancestral sentimiento de pertenencia a la tierra que sentía avasallada. Cuando Lautaro tomó la ciudad de Concepción, Guacolda se sintió atraída por ese hombre indómito, que con tanta bravura defendía lo que consideraba su tierra. Lautaro sabía que los españoles no eran dioses, sino hombres como él, con ambiciones y debilidades. Guacolda y Lautaro lucharon juntos por una libertad que ya no tendrían. Juntos estuvieron hasta que la muerte los derrotó en una emboscada, se cree que hacia 1557.

Fresia y Caupolicán

• Las leyendas que se tejieron a partir de la llegada de los españoles a las nuevas tierras fueron muchas, algunas inspiradas en los personajes que iban encontrando; otras creadas al calor de lo desconocido, en una tierra pletórica de elementos nuevos y a veces feroces. Lo cierto es que algunos personajes fueron más fuertes que otros y, sin haber constancia escrita de lo acontecido, fueron transformándose en leyendas, con perfiles exagerados al tener distintas versiones de acuerdo a cómo o quién las relataba. Según cuenta la historia, o la leyenda, Caupolicán era un toqui o cacique en la región que hoy es Chile. Según los distintos autores, su esposa era Fresia o, dicen otros, Güeden, y tenían un hijo llamado Lemucaguin. De aspecto feroz, tenía un ojo ciego de nacimiento e indiscutiblemente era respetado por su pueblo y temido por sus enemigos. Desde el arribo de los españoles los consideró invasores y una amenaza para su libertad. Tenía su campamento en la zona sur de Chile. Pero fue tomado prisionero y es aquí donde la historia se convierte en leyenda. Según lo relatado por Alonso de Ercilla en su poema “La Araucana”, Fresia, viendo a Caupolicán rendido, con un alarido de rabia, arrojó a su hijo pequeño sobre las rocas. La imaginación del autor pone en boca de la mujer las palabras que no son más que el grito agónico de una raza destinada a desaparecer: “Toma a tu hijo, que era el nudo con que el lícito amor me había ligado... que ya no quiero título de madre del hijo infame del infame padre”.

Ana Soto

• Fue, durante más de cincuenta años, líder de la resistencia anticolonialista. Nació a fines de 1500 en el que actualmente es territorio venezolano, más precisamente en Barquisimeto, una de las ciudades más antiguas de la actual Venezuela. Pertenecía a la etnia guayón y organizó un gran ejército para defender sus tierras. Era de mediana estatura, pero tenía una mirada penetrante que imponía respeto. Experta en el uso del arco y la flecha, al principio trabajó como cocinera para los españoles pero un buen día, cansada de ser mudo testigo de las injusticias y los abusos hacia sus hermanos de sangre, se convirtió en su líder. A pesar de eso, con coraje y entusiasmo, convoca a su pueblo a la resistencia y organiza un ejército de guerreros que, al grito de “Resistencia y muerte al invasor”, puso en jaque a la población de españoles. Eran como un huracán de espíritus vengadores que defendían lo que ancestralmente les pertenecía. En sus crónicas, los españoles se referían a ella como “un espanto que se escurría”, sembrando el terror y la muerte. Finalmente fue derrotada, hecha prisionera y condenada a la horca. Pasaron los años, pero su valentía y arrojo para defender su tierra no fueron olvidados. Cada 6 de agosto se la recuerda como una verdadera heroína.

Marcela Castro

• En 1781 fue acusada de alentar el levantamiento indígena y de no haber delatado a sus cabecillas. Por esto se le aplicó la feroz sentencia de ser arrastrada a la cola de un caballo, con una soga al cuello, soportando la burla despiadada de los habitantes y el dolor de sus compañeros de raza. Luego fue descuartizada, su cabeza colocada en una pica y sus miembros, brazos y piernas, enviados a distintos pueblos. Lo que quedaba de ella fue quemado en una hoguera en la plaza pública y sus cenizas, tiradas al viento. Todo esto no hizo más que ahondar la resistencia de los naturales hacia esos blancos que pretendían avasallar cientos de años de civilizaciones diferentes.

Tomasa Tito Condemayta

• Fue otra mujer para recordar, cacica de Acos y Acomayo, provincia de Quispicanchi, Dto. del Cuzco. Luchó también por la libertad de su pueblo, sumido en una explotación humillante. Era testigo de la explotación de sus congéneres llevados a las minas -incluso los niños- de donde prácticamente no se volvía. No dudó en unirse a Tupac Amaru II en la gesta emancipadora del primer grito de revolución en América. Murió ajusticiada por los españoles. La ejecución de la sentencia fue en Acos, el 18 de mayo de 1781. Su cuerpo fue descuartizado y su cabeza colocada en una pica, donde se fue secando de a poco, acariciada por los vientos secos de las montañas que tanto había amado.

Lorenza Abimañay

• Había nacido en un humilde hogar indígena en territorio del actual Ecuador, en la zona del Chimborazo. Junto a otras bravas como ella, Rosa Señapanta, Margarita Ocho, Baltazara Chuiza, Margarita Pantoja, Lorenza Peña, Jacinta Juárez y muchas más, cuyos nombres borró la injusticia del olvido, encabezó una rebelión de diez mil indígenas en pos de la recuperación no sólo de la tierra sino de su dignidad. Pero fueron derrotadas y degolladas frente a su pueblo temeroso, que veía morir con ellas sus deseos de libertad.

* * *

Todas las mujeres aquí mencionadas pertenecían a la tierra que los españoles llamaron América. Antes de que ellos arribaran había otra historia, con habitantes y costumbres diferentes. Como toda conquista dejó mucha sangre e injusticia en el camino. Pero no fue diferente de lo ocurrido en otros lugares.

El más fuerte se impone sobre el más débil. Está en la naturaleza intrínseca del ser humano. Pero sucedió y no podemos ignorarlo. Lo importante es eso: tener memoria pero con justicia, reconociendo que el hombre se pierde en los abismos tenebrosos de la soberbia y que cuando detenta el poder puede convertirse en el ser más peligroso de la creación ya que su ambición le impide tomar la noción exacta de lo acotado de su existencia.

La otra cara de América

Jóvenes de la comunidad aymará en la celebración del Día Internacional de la Mujer Indígena.