De nuestra historia

Acerca de la creación del Escudo Nacional

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Sello. Correspondió a la Soberana Asamblea General Constituyente del Año XIII, y su cuño fue elaborado por Juan de Dios Rivera Túpac Amaru. Foto: Archivo

Juan Pablo Bustos Thames

El 12 de marzo se conmemoró un nuevo aniversario del Escudo Nacional. Se trata del tercer símbolo patrio creado en nuestro país (después de la Escarapela y la Bandera, que fueron los primeros) y el penúltimo, antes del Himno Nacional.

Sin embargo, el escudo no nació como tal, sino simplemente como un sello para rubricar los documentos emanados de los gobiernos patrios.

La Soberana Asamblea Constituyente del Año XIII

El 31 de enero de 1813 empezó a sesionar la Soberana Asamblea Constituyente del Año XIII, con la presencia de diecisiete diputados, considerados suficientes para iniciar las deliberaciones. Hasta ese entonces, todos los documentos, correspondencia y comunicaciones emanados de los distintos gobiernos patrios conservaban las armas del rey de España, expresando una continuidad con el régimen colonial.

Hacia 1813, los sentimientos de independencia en las Provincias Unidas se habían profundizado. Se popularizaron los otros dos símbolos patrios preexistentes: la Escarapela y la Bandera, que se utilizaban como signos de una independencia que, todos auguraban pronta, necesaria e inevitable. Los colores celeste y blanco se habían transformado en el emblema de la nueva Nación que pugnaba por emerger entre las demás.

Durante el gobierno del Primer Triunvirato, la bandera había sido proscripta para evitar que el enemigo, hasta entonces victorioso en todos los frentes, lo tomara como síntoma indiscutido de independencia y, por ende, de traición hacia la Madre Patria en el caso de que la revolución fuera sofocada, tal como había ocurrido en los otros virreinatos españoles.

Sin embargo, después de la batalla de Tucumán, y -ante la retirada de la amenaza portuguesa de la Banda Oriental- caído el Primer Triunvirato, los revolucionarios pudieron respirar aliviados. Ya no había tantos motivos para temer las eventuales represalias realistas. El peligro inminente había sido disipado y llegaba el momento de emprender un contragolpe contra las armas del rey. Eran las vísperas del combate de San Lorenzo y de la batalla de Salta, dos jornadas gloriosas que alejaron aún más el frente de combate de Buenos Aires.

Alentada por la tolerancia del Segundo Triunvirato, se extendió por todo el país la Bandera Argentina que conocemos hoy, concebida en Buenos Aires durante Mayo de 1812. Los refuerzos que se enviaron al Ejército del Norte, que se aprontaba a iniciar su ofensiva sobre Salta, llegaron portando la bandera de tres franjas horizontales: celeste-blanca-celeste. Los edificios en Buenos Aires se comenzaron a adornar con la nueva enseña; que también se difundía hacia el resto de las provincias.

La Asamblea encarga un nuevo sello

En este contexto, comenzó a sesionar la Soberana Asamblea Constituyente del Año XIII. Ya no era políticamente correcto continuar luciendo el escudo de armas de la monarquía española. Así, una de las primeras medidas de la Asamblea fue encomendar a uno de sus miembros, el diputado por la provincia de San Luis, Agustín José Donado, la confección de un sello nuevo para legalizar los documentos emitidos por el cuerpo legislativo.

No se sabe qué pasó después. No sabemos si fue el propio Donado el autor el diseño del escudo, ya que era dibujante e imprentero; o si fueron los artistas peruanos Isidro Antonio de Castro o Juan de Dios Rivera. Lo que sí se sabe es que este último confeccionó el cuño definitivo del sello que devendría nuestro Escudo Nacional, elaborado de plata y bronce.

En las pocas actas de sesiones de la Asamblea que se han conservado, no consta la autoría específica del escudo. No sabemos si en alguna sesión se debatió quién fue el inspirador, autor o dibujante originario; o si éste se inspiró en alguna otra fuente, o cuál es el sentido de cada elemento constitutivo. Esa información tampoco se volcó en el periódico El Redactor de la Asamblea, que da cuenta de sus principales decisiones y debates.

Sobre el cuño del primer escudo

En el Archivo General de la Nación se ha encontrado un reclamo elevado por este artista al gobierno, solicitando el pago de dos sellos por él confeccionados (uno para la Asamblea y otro para el Poder Ejecutivo del Estado); que le fueran encomendados por el diputado Donado.

Por eso, sabemos que Donado encomendó a Rivera la confección de dos sellos; y que aquél actuó por instrucciones de la Asamblea. Sin embargo, no podemos asegurar (porque Rivera no lo dice), que éste fuera, además, el autor intelectual del escudo.

¿Isidro Antonio de Castro diseñó nuestro escudo? La versión que sostiene que el autor intelectual del sello de la Asamblea fue el artista, también peruano, Isidro Antonio de Castro, se fundamenta en los siguientes hechos. La Asamblea comenzó a sesionar el 31 de enero de 1813; y el primer registro del sello de ese cuerpo data del 22 de febrero de ese año.

Tan estrecho margen temporal y la ausencia de actas respecto de la encomienda y aprobación del sello, hace pensar que la iniciativa pudo haberse originado un año antes, durante el Primer Triunvirato (más específicamente, por el triunviro Bernardino Rivadavia) con encomienda a Isidro Antonio de Castro, residente entonces en Chile.

Castro le remitió a Rivadavia en agosto de 1812 dos diseños o proyectos de sello para el Poder Ejecutivo; es decir, para el Primer Triunvirato. Esos bocetos se guardaron, y su implementación nunca se efectivizó. Al poco tiempo, ese Triunvirato cayó. Algunos creen que Donado, con llegada al nuevo gobierno (el Segundo Triunvirato), tuvo acceso a los dibujos de Isidro Antonio de Castro; eligió uno de ellos, y se lo pasó a Juan de Dios Rivera para que elaborara el cuño del sello, que efectivamente utilizó, tiempo después, la propia Asamblea.

Sin embargo, esta hipótesis se basa en conjeturas, y ninguno de los bocetos de Castro se ha conservado, como para que supiéramos qué aspecto tenían.

Lo único que podemos asegurar es que el autor del dibujo del futuro Escudo Nacional fue un artista con fuerte influencia peruana; como lo denota el sol marcadamente incaico que corona el sello y el gorro frigio, que remata en una borla, característica de los pueblos que habitan el altiplano; y que no se observa en los gorros frigios originarios o los que vemos en las obras de arte europeas.

Ello nos hace descartar al propio Donado, porteño de nacimiento, que nunca estuvo en el Perú, como diseñador del Escudo, y nos hace sospechar, principalmente, de Juan de Dios Rivera.

Un artista con sangre de incas

¿Quién era Juan de Dios Rivera? Juan de Dios Rivera Túpac Amaru había nacido en la ciudad imperial de Cusco, en el Virreinato del Perú, alrededor de 1760. Era hijo del español Alonso de Rivera y de la ñusta Juana de la Concha Túpac Amaru. Entre los incas, las ñustas eran las princesas del imperio. Su nombre originario en quechua era Quipte Tito Ahpauti Concha Tupac Huáscar Inca. Esta posición convertía a Juan de Dios Rivera en primo de Túpac Amaru II, el último de los incas, protagonista de la más importante sublevación aborigen independentista en la América hispana durante el siglo XVIII.

Desde joven, tuvo inclinación por la platería, especializándose en trabajos con metales y grabados. A fines del siglo XVIII se radicó en Buenos Aires, ciudad donde morirá en 1843 orillando los 83 años y que será testigo de sus obras más célebres. A ese período, corresponden sus obras más destacadas como artista platero y grabador. Lo apodaban “el Inca”. Por entonces, se relacionó con los distintos concesionarios de la Imprenta de los Niños Expósitos. Muchos de sus grabados ilustraban los trabajos salidos de esa casa.

Cuando hubo que confeccionar el sello del Real Consulado de Buenos Aires, donde Manuel Belgrano se desempeñaba como secretario perpetuo, se acudió a Rivera para elaborarlo; tarea que “el Inca” cumplió con eficacia. Ése es el antecedente más importante de la encomienda que le hará Donado. Rivera tenía experiencia en el diseño y confección de sellos oficiales. Es obra de Rivera el único retrato fiel del rostro de Mariano Moreno, que el artista inmortalizó en esa época; y por el cual sabemos qué aspecto físico tenía el prócer.

En consecuencia, Rivera era un conocido de Donado, concesionario de la Imprenta de Niños Expósitos de Buenos Aires. Éste había acudido en varias oportunidades al peruano para ilustrar trabajos de su imprenta. Ello, más su antecedente y experiencia en la confección de sellos públicos, hacían del cusqueño un referente obligado a la hora de elaborar otro sello para el flamante cuerpo legislativo que el imprentero integraba. Donado, como dibujante, sabía de las cualidades artísticas y técnicas de Rivera; y necesitando con urgencia un sello para uso de la Asamblea, resolvió encargárselo.