El tamaño sí importa

La crisis lechera impone debates a los problemas coyunturales y estructurales. Para los tamberos, achicarse no es una opción porque implica desaparecer, según expresaron en Rafaela y en un duro comunicado.

Federico Aguer / [email protected]

Si bien es cierto que el Gobierno de Macri no es responsable de la crisis lechera, es quien debe darle una solución. El cambio de gestión trajo el diálogo y el fin de la belicosidad dialéctica, pero también el blanqueo del precio del maíz vía eliminación de retenciones, un duro golpe para el tambo cuyo impacto no fue planificado.

Hasta ahora, los funcionarios nacionales parecen concentrarse en resolver la coyuntura, aplicando medidas de corto plazo como los subsidios, que apenas mitigan el rojo de los productores. También hacen hincapié en el tema del sobrestock como el único causante de la problemática. Encima, deben soportar el desplante de la cadena comercial.

Esta semana, CARSFE se preguntó en un comunicado si la salida al negocio de la leche pasa por achicar la escala del negocio. “¿Es sostenible producir materia prima leche por encima del consumo doméstico sin ser un exportador competitivo y poder de esta manera evitar crisis cíclicas? La respuesta es no”, sostienen.

Según la entidad, la inestabilidad que esta situación conduce hacia dos posibilidades: el achicamiento del sector hasta volver a generar equilibrio de productos con la demanda interna, “lo que hoy implica el cierre de 3.000 tambos y más de 600 industrias Pyme, con la pérdida de 20.000 puestos de trabajo directos y 30.000 indirectos, un impacto brutal en la economía de los pueblos del interior”.

La segunda es el crecimiento: ganar mercados, instalaciones industriales que sean capaces de producir productos de exportación, calidad y precios competitivos internacionalmente.

Sin embargo, parece ser la primera “que en silencio está puesta en marcha hoy, cuando sólo se pierde tiempo intentando actuar sobre la coyuntura, sin poner sobre la mesa el tema estructural”.

Pero para que el crecimiento no sea un salto al vacío, debe obedecer a un plan de negocios con reglas de juego claras, atendiendo coyuntura y estructura al mismo tiempo. Una verdadera política de Estado para la lechería, un reclamo histórico del sector, que demuestre que la Argentina vuelva a ser grande, de verdad.