Historias de vida que valen la pena

El bombero que rescata a los niños con un libro

Desde hace 30 años, Mohamed Ayub educa a unos 200 niños sin recursos que viven en Pakistán. Contra viento y marea, busca un único objetivo: que los chicos puedan salir de la pobreza con un futuro lejos de la violencia.

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Uno de los niños sin recursos, a los que el bombero Mohamed Ayub da lecciones de matemáticas y gramática al aire libre en Islamabad.

Foto: Agencia EFE

 

EFE/ Redacción El Litoral

Como cada día durante los últimos 30 años, Mohamed Ayub llega en bicicleta a un céntrico parque de Islamabad, donde unos 200 niños sin recursos esperan sentados en el suelo, entre libros, libretas y lápices, a que comiencen las clases.

Bajo un cielo que amenaza tormenta, los pequeños se dividen en grupos en torno a Ayub y sus ayudantes para escuchar lecciones de matemáticas y gramática, en un pulso contra el tiempo, la Policía y las autoridades para que los niños puedan salir de la pobreza con un futuro lejos de la violencia.

Bombero de profesión, de 58 años, estatura mediana y pelo grisáceo, Ayub comenzó a dar clases a un niño que limpiaba coches en 1986, pronto se unió otro estudiante, y poco después otro más y en pocas semanas contaba con 50 alumnos.

Desde entonces, miles de niños de familias pobres han sido alumnos del maestro Ayub y muchos de ellos han pasado los exámenes gubernamentales, estudiado en la universidad y encontrado trabajos dignos.

“Mi idea es que estos niños no se conviertan en ladrones, bandidos o se unan a los terroristas. Quiero que se conviertan en ciudadanos respetables y lleguen a ser médicos o ingenieros”, cuenta el profesor, casado y padre de tres hijos.

Ayub llegó a Islamabad procedente de la localidad de Mandi Bahauddin, con poca educación y sin apenas recursos en busca de un trabajo con el que mantener a sus siete hermanos en 1976. Tras realizar cursos de formación se unió al servicio de defensa civil y poco después al cuerpo de bomberos.

Rescatar la infancia

En la rica capital paquistaní, Ayub quedó sorprendido por el gran número de niños que trabajaban o perdían el tiempo por las calles en horario escolar.

Tras indagar en ello, descubrió que muchos de esos pequeños trabajaban para ayudar a sus familias pobres y que otros no podían pagar las matrículas escolares.

No iba desencaminado: unos 24 millones de niños paquistaníes no reciben ninguna educación, de acuerdo con el informe Estadísticas de Educación de Pakistán de 2015. Además, se calcula que 1,8 millones de niños estudian en madrasas o escuelas islámicas, según el Ministerio de Educación.

Entonces Ayub comenzó una nueva vida como bombero de 8 a 2 y profesor de matemáticas, de lengua y de ciencias, entre otras asignaturas, de 3 a 7.

La misión no fue fácil al principio. Fue expulsado de los dos primeros lugares donde estableció sus improvisadas clases y fue investigado por las autoridades por las sospechas que sus actividades levantaron. Finalmente, se estableció en el parque del sector F6 de la capital con el beneplácito de las autoridades y la promesa de no levantar una construcción permanente.

Con el paso del tiempo se le unieron otros voluntarios y algunos exalumnos suyos pasaron a ser profesores.