Superadas las pruebas del agua y el viento

El Museo de la Constitución avanza en la obra física y el desarrollo de contenidos

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Pórtico norte. Acceso principal al hall institucional del edificio, precedido por los mástiles de las provincias argentinas.

Foto: Luis cetraro

 

Por Gustavo José Vittori

Pese a la meteorología adversa, el Parque de la Constitución Nacional avanza sin pausa sobre tierras ribereñas, con sus bajíos y típicas irregularidades de borde fluvial. Las adversidades -una crecida de larga duración y una tormenta con vientos de 120 kilómetros por hora en una zona desguarnecida de pantallas y defensas- pusieron a prueba los conceptos que se tradujeron en proyecto y que sustentan su construccción. Y lo interesante, en cualquier caso, es que las estructuras ya construidas soportaron a pie firme una y otra circunstancia.

La idea de levantar un edificio palafítico que conviva con los ciclos naturales de crecidas y bajantes, no sólo recuperaba una milenaria tradición constructiva en zonas lagunares, sino que al aplicarse la técnica del hormigón armado en sus más modernas versiones, daba una respuesta del siglo XXI a un problema que se pierde en la bruma del tiempo. Más aún, el buen resultado irradia un ejemplo para tomar en cuenta en una ciudad rodeada de agua y con muchos terrenos de baja cota.

En consonancia con las normas de la Constitución que promueven la convivencia entre los argentinos, la técnica elegida permitió construir el museo sin forzar el terreno, de modo que la suave implantación de un producto cultural en un ámbito natural constituye, además de una muestra de creatividad de los arquitectos, una sutil metáfora sobre los beneficios de la armonía.

La horizontalidad del edificio destinado a museo acentúa la horizontalidad del paisaje costero en la llanura litoraleña. El cerebro que conceptúa y la mano que ejecuta el diseño, están compenetrados con la geografía, y pretenden celebrarla en vez de forzarla con rellenos o defensas. Los bajíos, propios de una zona de humedales, han sido excavados por dinámicas hidrográficas y se los respeta como marcas identitarias. Si el río sube, el longitudinal edificio asentado sobre una rotunda estructura palafítica, deja que las aguas pasen por debajo. Y para salvar la hondonada que separa el borde alto del ingreso al parque del Centro de Interpretación propiamente dicho, habrá un puente que probablemente se denomine “de la Unión Nacional”. Ese camino elevado y seco permitirá a los visitantes, en tiempos de crecida, llegar sin dificultades desde el acceso, ubicado en calle 1º de Mayo -día de la sanción constitucional en el lejano año de 1853-, hasta el museo que se construye de acuerdo con un guión museográfico. El edificio se amolda al recorrido narrativo, y como resultado de un intenso trabajo en equipo, introducirá al visitante en los rigores de la enorme tarea de hacer un país.

El cuerpo del museo está asentado sobre una extensa plataforma, y funcionará como contenedor de una singular carga histórico-institucional. En su interior, concebido como una gran caja oscura, las luces serán empleadas como un recurso modelador del espacio interior. Así, a semejanza de la luz teatral, singularizarán, acentuarán y jerarquizarán los objetos e imágenes expuestos de acuerdo con su grado de valor en la trama narrativa que se desarrollará en salas sucesivas. La luz externa sólo alumbrará el gran pórtico de ingreso, sesgado con un fuerte trazo geométrico; y en el otro extremo, detrás de la pantalla del auditorio, se abrirá al río y las islas a través de un cerramiento transparente. También en su parte media habrá una sala de reuniones que tendrá un costado vidriado con vista al parque y a la explanada de los tres poderes, primera etapa del proyecto integral.

Al respecto, y acentuando la carga simbólica que impregna ese espacio y que cada día adquiere mayor densidad, los pilares verticales que se yerguen próximos al río Santa Fe, contrastan con la horizontalidad del museo, que acompaña la línea de la ribera y la traza de la avenida de la Constitución Nacional (ex Mar Argentino). En esa isleta institucional y como escribí hace un tiempo, los pilares representan a través de su volumétrica corporeidad, abstracciones fundantes de los poderes del Estado instituidos por la Constitución Nacional. Sobre la loma que les sirve de base apuntan hacia el cielo como flechas de la estatidad, en busca de alturas superadoras en la siempre compleja experiencia histórica de crear y desarrollar un país. Los tres pilares de la república democrática irradian a los cuatro vientos su energía institucional, e hincados en la explanada de la soberanía popular -su fuente de legitimación- convocan a la ciudadanía a un espacio en construcción -como lo es la Argentina misma-, sin disimular las asperezas e irregularidades del medio ambiente, metáfora de nuestro ecosistema social y político.

Una Constitución expresa en normas el pacto supremo de una sociedad; es la llave de una convivencia civilizada y fértil; pero hace demasiado tiempo que esta convicción ha perdido fuerza. De allí el esfuerzo en curso, que pretende hacer un aporte a la revitalización del vínculo de los argentinos con su Ley Fundamental. Y tal como avanza el proyecto, cada vez falta menos para que esta fábrica de ciudadanía empiece a funcionar.

 
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Extremo sur. Rampa de egreso de la zona de servicios y el Auditorio Federal.

Foto: Luis Cetraro

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Desde abajo. Líneas de palafitos de hormigón sostienen la plataforma sobre la que se levanta el museo.

Foto: Gustavo J. Vittori

Cada vez falta menos para que esta proyectada fábrica de ciudadanía empiece a funcionar.

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Vista interior. Zona en la que estarán la cafetería y los servicios. Por la puerta del fondo se accederá al Auditorio, que tendrá otra puerta gemela en el lado opuesto.

Foto: Luis Cetraro

Características

  • El edificio tiene una forma prismática de 142 metros de largo, por 18 m. de ancho y 6,50 m. de alto; y cuenta con 2.099 m2 de superficie cubierta y 525 m2. de superficie en galería. La plataforma se erige a cota segura, equivalente a 8,80 m. del puerto local, y la construcción que sobre ella descansa albergará un hall institucional, el centro de interpretación con sus 8 salas, el Auditorio Federal para 300 espectadores, un sector de administración, cafetería, servicios y apoyos generales.