Duras y resquemores

Republicanos temen por el “efecto Trump”

Michael Donhauser

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dpa

La mayoría de los republicanos en Estados Unidos se refieren a “nuestro candidato” cuando hablan de Donald Trump. O al menos, a nuestro “candidato designado” o “probable candidato”. Prácticamente nadie pronuncia el nombre completo del millonario neoyorquino ni pronuncia la “palabrota” Trump. Pocos del Grand Old Party quieren identificarse con el hombre que parece abocado a ser su líder y su cartel político.

Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, se ha declarado en los últimos días “anti-Trump”. Ryan le negó públicamente su apoyo, puso a disposición su cargo de presidente en el Congreso Nacional de julio y retó a Trump casi en un duelo.

Mañana jueves Trump y Ryan se reunirán en el Capitol Hill. Los dos hombres fuertes del partido republicano, el rebelde contra el representante del establishment, con resultado totalmente incierto.

El miedo se extiende mientras tanto entre los senadores. Si el “experimento” Trump resulta un fiasco para los republicanos, las consecuencias podrían tener un efecto a largo plazo. El dividido partido se enfrenta a una prueba de fuego.

El mayor peligro para los republicanos está en el Senado. Las elecciones presidenciales del 8 de noviembre coincidirán con la votación para un mandato de seis años de 34 escaños de la segunda cámara del Congreso, donde están representados dos senadores por cada uno de los 50 estados del país.

Si los Demócratas se hacen con cuatro escaños más de los que tienen hasta ahora, equilibrarían la balanza y romperían la actual mayoría republicana.

Muchos senadores republicanos temen por sus puestos que ya consideraban seguros. El histórico John McCain se ve por ejemplo en la “carrera de su vida” en el estado de Arizona a sus 79 años. El ex senador de Arizona Jeff Flake lo ha dicho incluso más claro. “Ningún elector latino va a ir de repente corriendo a votarte si insistes en la expulsión de once millones de (migrantes) ilegales o en la construcción del muro (en la frontera con México)”, dijo en relación a las propuestas políticas de Trump.

En Arizona viven muchos latinos que podrían verse ahuyentados por la política de Trump hostil a los migrantes. Y las últimas elecciones ya demostraron que muchos electores no diferencian en la cabina electoral a la hora de votar al presidente y al Senado: en seis de siete estados que votaban también a un senador en las presidenciales de 2012 ganó el candidato del partido que se impuso también en la votación a la Presidencia.