Al-Qaeda y su legado: Estado Islámico (EI), Daesh o Isis

Por Magín Ferrer (*)

La combinación de la “guerra preventiva” (2003) y el inconcluso proceso democratizador conocido como “primavera árabe” (2011), que dejó una cruenta guerra civil en Siria con la intervención de las grandes potencias, son las semillas que dieron origen a Estado Islámico. “Entidad” cuyo fin último es la creación de una nación, o califato para mayor precisión, y para tal objetivo los medios son: fanatismo religioso, tácticas terroristas ya conocidas y otras novedosas, como las ejecuciones en vivo; control y expansión de una porción territorial entre Siria e Irak, contrabando de petróleo y armas, secuestros, esclavización de mujeres, asesinato de cristianos, yazidíes y chiitas; cobranza de impuestos a la población bajo su control, reparación de carreteras, construcción de centros sanitarios y escuelas, pago de salarios y provisión de agua y electricidad.

Antecedentes

Tras la Guerra del Gofo, para Bin Laden estaba claro que los líderes del mundo árabe eran controlados y dirigidos por Estados Unidos y que había que apuntar sus armas y yihadistas contra éste “enemigo lejano”. Los líderes yihadistas se unieron a esta estrategia global. Pero uno de ellos, Abu Musab al Zarqawi, no quiso formar parte de ella. Su objetivo era otro, mucho más ambicioso y local: “La creación de un Estado islámico sunita”.

Sus operaciones comenzaron en Irak en 2004, en momentos de la invasión británico-estadounidense, al mando de la organización Tawhid al Yihad. La masiva expulsión de sunitas del gobierno Iraquí, realizada por la coalición invasora, y su reemplazo por chiitas exasperó muchísimo a Al Zarqawi. Así es que para la consecución de sus objetivos había que echar o deshacerse de la coalición invasora, eliminar a los chiitas y a todos aquellos que los apoyen.

A pesar de no coincidir con Bin Laden, Al Zarqawi comenzó a pasarle recursos para fomentar la violencia y fue así que renombró a su organización Al Qaeda en Irak. Fue muerto en 2006 en un bombardeo estadounidense y el grupo quedó virtualmente paralizado hasta 2010 en que Abu Bakr al Baghdadí, ex miembro de Tawhid Yihad, retoma el liderazgo y el proyecto de nación /califato.

A partir de allí, Al Baghdadí deja Al Qaeda por considerarla una marca con pérdida de credibilidad y poder en un contexto de alta violencia y rebautiza a la organización con el nombre de Estado Islámico de Irak (ISI) apostando a la idea original de Al Zarqawi.

El califato

El fenómeno de la Primavera Árabe que en Siria comenzó en 2011 como una revuelta popular contra en régimen autoritario de Bashar al-Asad, terminó por convertirse en una cruenta guerra civil en la que intervienen varios jugadores de alcance regional y global, como por ejemplo Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Rusia, China, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia... etc.

Al Baghdadí vio una oportunidad única en este conflicto y la aprovechó: financiamiento, reclutas y territorios sin muchos controles para cooptar. Cuando todo el mundo estaba concentrado en resolver la cuestión Siria, Al Baghdadí consiguió financiamiento de aquellos que querían derrocar a Al-Asad (Arabia y Emiratos Árabes); avanzó ferozmente sobre ciudades, pueblos, parajes y territorios mal guarnecidos y, puerta a puerta, tomó Mosul, la segunda ciudad al norte de Irak y luego Raqqa, al centro de Siria; apoderándose de armamentos y de varios y ricos pozos petroleros.

Con la conquista de una porción de territorio iraquí y otra siria, con dos ciudades importantes bajo su control, con más de 6 millones de habitantes, armas, ejército e ingresos propios, en junio de 2014 se proclamó la creación de un califato cuya capital se estableció en la ciudad de Raqqa y pasaron a llamarse “Estado Islámico”, EI.

Éste es un sistema político de orientación religiosa, específicamente musulmán islamita, cuyo gobernante, el califa, es una personalidad religiosa o profeta que se considera sucesor de Mahoma y es el encargado de mantener la religión y de servirse de ella para gobernar el mundo. Con ésta lógica, tanto para Al Qaeda como para EI, el mundo entero se convierte en “Infiel” al no aceptar las verdades por ellos proclamadas. Por tanto, no sólo Israel y Estados Unidos son sus enemigos, sino también aquellos grupos islamitas que no comulgan con su interpretación del Corán (herejes). De hecho, un alto porcentaje de las víctimas de los atentados de EI son chiitas o “malos musulmanes”.

Delicado equilibrio

Numerosas fracturas atraviesan el escenario musulmán, todas ellas están marcadas por una única variable: la religión. A partir de ésta, los conflictos se suscitan en función de quien y qué grupo se erige como el líder del mundo musulmán.

Históricamente, hubo dos grandes grupos muy enfrentados, chiitas y sunitas (seguidores de Mahoma o del yerno de Mahoma), y, a su vez, dentro de éstos hay subgrupos que pugnan entre sí. Esta rivalidad se da en el plano político, interno y regional, y se ha traducido en grandes matanzas, revueltas y guerras.

Actualmente, Irán se ha convertido en una fuerza de estabilidad en la región gracias al cambio de presidente y al acuerdo nuclear con Estados Unidos; ha dejado de integrar el “eje del mal” y ha pasado a ser el pivote antiyihadista de la región. Ha hecho una alianza con Washington e Irak para contrarrestar los ataques de Estado Islámico, el enemigo común.

Este acuerdo generó grandes recelos en Israel y en Arabia Saudita, confesos enemigos de Irán y aliados estadounidenses.

Siria es un foco importante de atención tanto de las potencias centrales como de EI. Los primeros, con Estado Unidos al frente de una coalición árabe-occidental (muchos de ellos enfrentados entre sí) buscando eliminar a los yihadistas de EI; los segundos quieren derrocar a Al Assad y tomar el poder.

Rusia, por su parte, aprovecha la oportunidad para recobrar mayor peso en la reconfiguración de la región. Evita que Al Assad utilice armas químicas, quiere mantenerlo en el poder, pero EI se convierte en su principal objetivo.

Turquía, sospechada de apoyar a EI en contra de los Kurdos, aceptó, presionada, participar de la coalición occidental en contra de los radicales de EI.

La justa reacción de Francia a los atentados de noviembre de 2015 no hizo más que reforzar los objetivos de EI, que son la creación de una alianza de apóstatas e infieles que los vaya a combatir en Irak y Siria.

En síntesis, y a modo de cierre, EI se ha convertido en el problema de todos, aliados y no aliados, enemigos y no enemigos, la lógica del equilibrio de poderes y de la disuasión ha quedado desarticulada frente a la lógica irracional e intransigente del ser infiel, “el Gran Satán” (Estados Unidos), apóstatas y/o herejes. La política, la negociación, los medios pacíficos y racionales de solución de controversias ceden frente a conceptos religiosos, fundamentalistas y proféticos.

(*) Licenciado en Relaciones Internacionales con Especialización en RR II (Posgrado en la UCSF). Docente universitario en FCJS-UNL y UCSF. Publicaciones varias en ponencias para congresos, artículos de opinión y para revistas especializadas.

Tras la Guerra del Gofo, para Bin Laden estaba claro que los líderes del mundo árabe eran controlados y dirigidos por Estados Unidos y que había que apuntar sus armas y yihadistas contra éste “enemigo lejano”.

EI se ha convertido en el problema de todos, aliados y no aliados, enemigos y no enemigos; la lógica del equilibrio de poderes y de la disuasión ha quedado desarticulada frente a la lógica irracional e intransigente del ser infiel.