El sábado y domingo, en ATE Casa España

Una “Salsa Criolla” que no pierde el gusto

Enrique Pinti vuelve para celebrar los 30 años del histórico espectáculo que repasa la historia del país y su cruce con la actualidad.

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El cómico utiliza recursos del teatro de revista para repasar nuestra historia desde la conquista de América.

Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Enrique Pinti vuelve a Santa Fe para celebrar los 30 años de “Salsa Criolla”, el espectáculo que batió récords (diez años en cartel consecutivos, con 2.957 funciones y más de dos millones de espectadores, que llegaron a ver el espectáculo más de una vez y que aún recuerdan el final con la canción “Quedan los artistas”. El reencuentro será el sábado y domingo próximos, en ATE Casa España (Rivadavia 2871), desde las 20.30. Las entradas están en venta en la sala, en los locales de Credifé y en el sitio web de Ticketway.

Por la vuelta

Tres décadas después, Enrique Pinti decide reponer este espectáculo, manteniendo los segmentos originales que hacen a la historia del país, pero trayendo a nuestros días al actual estado político y social al que inevitablemente hemos sido conducidos por quienes supieron (o no) llevar las riendas de los distintos gobiernos que en la Argentina han sido, y por ello nos dice:

“Todo ha cambiado ¿sí? ¿O permanece igual pero con otros discursos?... Señoras y señores, la salsa sigue y lo hace en ambos sentidos de la palabra: con su ritmo alegre y bailantero por un lado, pero también con paliza y zarandeo para el ciudadano de a pie... El thriller continúa y si usted espera que yo le cuente el final, está arreglado... porque ni Dios lo sabe. Así que ajústense los cinturones porque vamos a tener una función muy agitada”.

El protagonista es acompañado por un gran elenco que encabezan los actores Martín Salazar y Martín Sipicki y los bailarines Micaela Barber Clas, Julia Montillengo, Mara Moyano, Silvina Tordente, Ariel Juin, Pablo Juin, Ignacio Pérez Cortés y Esteban Segovia. La música original es de Gregorio Vatenberg, con coreografía de Elizabeth de Chapeaurouge, dirección coral de Ana Carfi, diseños de escenografía de Oria Pupo, vestuario de Renata Schusseheim, sonido de Gastón Brisky e iluminación de Sandro Pujía. Su autor, intérprete y director es Enrique Pinti. Es una producción conjunta de Lino Patalano, Carlos Rottemberg y Cipe Fridman.

Con voz propia

Antes de su desembarco en la ciudad, El Litoral contactó a la lengua más ágil del humor, para conocer sus impresiones sobre la vigencia de este espectáculo y su quehacer artístico.

—“Salsa Criolla” siempre articuló una estructura fija sobre historia argentina con la actualidad de los monólogos. ¿Acaso hemos aprendido poco, en la medida en que todavía existe una relación entre aquello que nos constituyó y los problemas del presente?

—Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Los argentinos podemos elevar esa cifra, pero también es verdad que las generaciones se renuevan y en nombre de una supuesta “modernidad” hay una tendencia a olvidar, borrar, y/o suprimir las experiencias de los mayores con la falsa creencia de que la historia cambia de raíz, ignorando que la guerra, el hambre, la muerte y la peste cabalgan hace siglos en todo el mundo y eso no lo resuelve ninguna computadora.

—¿Cómo se trabaja esa gimnasia mental de ir actualizando permanentemente los monólogos, sobre todo en una realidad tan movediza como la argentina?

—En mi caso uso el método viejo: leer todos los diarios, ver televisión, escuchar lo que la gente habla y discute, mantenerme en contacto a través de la enorme cantidad de canales de cable de todo lo que pasa en el mundo, ubicarme en espacio y tiempo sin creerme ni el mejor ni el peor.

Labor consciente

—Más allá de los formatos, ¿cómo se vive de distinto un espectáculo de estas características con respecto a una obra de texto o un musical?

—La diferencia la marca la ficción de un personaje y la realidad de un pensamiento propio.

—¿Cómo es hacer humor hoy, en un tiempo en que el humor se ha vuelto omnipresente en los lugares antes vedados (los programas políticos de la televisión, la segunda mañana de la radio)? ¿Cómo se reafirma la especificidad del trabajo del humorista?

—El humor nace en la conciencia de la realidad circundante, en las paradojas grotescas de un mundo donde, por ejemplo, una parte de la humanidad muere de hambre mientras otra parte trata de comer menos; las contradicciones, los contrastes, las estupideces que políticos impresentables dicen a diario justificando lo injustificable. Hay que estar atentos no tomando las cosas que suceden como tragedias, sino como bochornosas comedias de enredos. El que sepa hacer esto será humorista hasta su último suspiro.

—A los 76 años se te ve en plena forma y con ganas de seguir trabajando. ¿De dónde se saca esa energía para embarcarse en nuevos proyectos?

—De las ganas enormes de disfrutar la vida festejando el hecho nada habitual de hacer lo que a uno le gusta, vivir decentemente de eso y agradecer el privilegio de gozar y hacer gozar a la gente que no puede cumplir sus sueños, y que por lo tanto nos necesita casi como a un terapeuta.