Música para descubrir

Improvisación, sutileza, emoción. Legado, paisajes, sentires. Música que se eleva. En esta entrega, la bella música del litoral en la guitarra de Horacio Castillo y Julio Ramírez en bandoneón y acordeón dan forma a “La música del río” y un disco de jazz contemporáneo “Portugal”, del trío rosarino Suárez-Socolsky-Suárez, con fuertes imágenes sonoras del país que da nombre a este registro.

Por Mili López.

 

La música del Río

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Horacio Castillo y Julio Ramírez

(Los Ayala Shagrada Medra, 2016)

“Horacio y Julio se encontraron un día y a partir de allí, acortaron caminos”, dice el músico Coqui Ortiz, amigo de ambos, en la presentación de este disco. Y es así, este registro es una celebración de amistad, una complicidad, un juego. Y también es el más bello recuerdo de la música de Horacio que se eleva por su simpleza, excelencia y sensibilidad.

Horacio Castillo, en guitarras y arreglos y Julio Ramírez en acordeón, bandoneón y arreglos, nos regalan los más bellos paisajes del litoral en clave de interpretación exquisita de sus instrumentos y con el sabor de quienes han caminado estas tierras.

“La música del río” nace en la ronda de guitarreros y adquiere vuelo propio en la calidad musical que porta. Los diez tracks que integran el disco son un recorrido por cada rincón del río, sonrisas de pescadores, amaneceres de líneas costeras. Son composiciones del propio Castillo y otras de referentes de la música litoraleña como el maestro del acordeón Pedro Montenegro con su “Paso Jara”, “Tita” de otro ícono como Isaco Abitbol, la evocación a Avelino Flores con “Estancia La Guaina” y “Tu dulce inocencia”, de Horacio S. Belbey.

El trabajo de los arreglos potencia la coloratura de los instrumentos, en un equilibrio sutil entre momentos melódicos y el acompañamiento armónico, hay espacio para los solos y el diálogo contrapuntístico.

Entre las composiciones de Horacio, “Madrugada y serenata” se destaca por su forma y estructura musical íntegra, el acompañamiento de la guitarra en momentos marcando los bajos y luego tomando la melodía y el acordeón con fuerte presencia en la mano derecha y en los vaivenes de fuelle, un diálogo fluido y delicado que intercala intensidades y expresiones.

También asoma un rasguido doble en “Doble o nada” y más cadencioso es el chamamé “Por los lapachos” que invita a un paseo con una bella melodía que canta, luciéndose el virtuosismo de Ramírez. Más enérgico y bailable es “Los amigos de la ronda” con espacio para las dos voces al unísono y también para el contrapunto.

“La música del río” es un gran aporte a la música del litoral, es un rescate del patrimonio sonoro, es un merecido reconocimiento al desarrollo alcanzado en la guitarra de Castillo, pero por sobre todo es un acto de amor del sello Los Ayala, a quienes se suman con la misma intención los gestores de Shagrada Medra.

Es el trascender de la obra lo que hace a la importancia del arte. Coqui Ortiz concluye con sus palabras “No es acertado decir que en plena grabación Horacio se fue para siempre, ya que la misma es testimonio de su presencia eterna”.

Escuchar “Madrugada y serenata” disfrutando de mandarinas al sol en invierno.

Portugal

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Suárez-Socolsky-Suárez

(Blue Art, 2015)

“Portugal” es el primer disco del trío compuesto Mariano Suárez (trompeta y flugëlhorn), Pablo Socolsky (piano) y Fermín Suárez (contrabajo). Se trata de once composiciones propias y a pedido. Es que las obras que se incluyen en este registro fueron compuestas para la inauguración de la muestra fotográfica homónima de Nicolás Buraczock, montada en 2013. Estas fotos fueron el disparador para la creatividad compositiva.

El jazz se funde con un sonido camarístico. La improvisación y las bases jazzísticas se materializan en una sonoridad acústica, donde los colores buscados en la interpretación de los instrumentos hacen a una atmósfera de contemplación, intimista y hasta por momentos melancólica.

Este trío propone un estilo de jazz minimal, con recursos de loops para enfatizar el ambiente sonoro en los espectros tímbricos de la trompeta, en las armonías del piano y la base firme del contrabajo. Hay lugar para acordes atonales, libres, con musicalidad pero abstractos. Hay experimentación sonora al intervenir los instrumentos, búsqueda tímbrica y momentos de improvisación libre y diálogo entre los tres intérpretes-compositores.

Así, el tema “Portugal I” abre el disco con el flugëlhorn loopeado. También en “Portugal II” y “Danza del pez” los loops son los anfitriones. Ruidos urbanos, asimetría y estridencia para “Puente Luis”. Hay que detenerse en “Belem”, una bella canción aludiendo al histórico barrio de Lisboa, donde la línea melódica de la trompeta se encuentra con un acompañamiento sobrio y preciso del contrabajo y del piano.

Se suceden en la lista tres microformas musicales: “38,-9” de trompeta sola, “Catedral II” solo de contrabajo y “Prazeres/28”, el individual para piano, que afirma el concepto minimal del álbum. Es una propuesta con sentido geo-cultural y visión internacional que nos permite trazar un puente con el origen de la minimal music americana de Phillip Glass y europea de Michael Nyman allá por los finales de los ‘60.

Este disco es una invitación a recorrer los lugares emblemáticos de ese país. Sin recurrir al folklore propio o al fado, esta sonoridad te traslada a esas latitudes. Quizás sería provechoso que el proyecto se pueda trasladar a un sitio web para así poder completar la escucha con las imágenes.

“Portugal” invita a descubrir los comentarios, las inflexiones sonoras y los colores como si cada cual observara las constelaciones en busca de uno mismo.

Escuchar “Belem” una tarde de lluvia con un expreso de compañía.