Bicentenario de la Independencia Nacional (19)

La participación de las mujeres

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Juana Azurduy. Documento firmado por el supremo director de las Provincias Unidas del Río de la Plata en el que se le confiere a la heroína altoperuana el grado de teniente coronel, en reconocimiento de sus servicios patrióticos contra las tropas realistas. Foto: Archivo

 

Por Berta Wexler

Trataremos de revelar en estas líneas, la existencia de mujeres y voces que, pese a las omisiones desde todos los sectores sociales y a lo largo de toda la historia argentina, sostuvieron el valor del género y sus específicas reivindicaciones en pos del logro de la equidad que las liberara de la opresión a la que siempre fueron sometidas.

Nuestras mujeres participaron en numerosas insurrecciones contra el orden colonial desde 1562, en las guerras calchaquíes, hasta las rebeliones andinas de 1780-1781 en el Perú y en La Paz. Una interminable lista de indígenas que encabezan Micaela Bastidas y Bartolina Sisa, entre otras, fueron apresadas, embargados sus bienes y luego ejecutadas.

En las Invasiones Inglesas se destacaron Manuela Padraza, con el grado militar de alférez y Martina Céspedes nombrada sargento mayor. La gran mayoría colaboró desde 1806 con los cuerpos locales empleando todo tipo de estrategias para derrotar al invasor. En Tucumán, Águeda Tejerina consiguió el apoyo económico de sus comprovincianas para enviar un escuadrón a Buenos Aires en 1807.

La participación de las mujeres en el proceso de la Revolución de Mayo de 1810 fue significativa, aunque la mayoría quedó en el anonimato; algunas entregaban a sus hijos, otras cosían indumentarias, cocinaban, eran enfermeras para el ejército y ayudaban en la preparación de reuniones, ofrecían sus casas, realizaban misiones secretas o hacían de espías. Las damas de la sociedad porteña ofrecieron tertulias, como Mariquita Sánchez en cuyos salones se cantó el Himno Nacional completo. Guadalupe Cuenca escribió cartas políticas a Moreno, su esposo. Porteñas, cordobesas, santafesinas, entrerrianas, santiagueñas, tucumanas, riojanas, correntinas y de la mayoría de las regiones del país componen la nómina de quienes colaboraron también con la causa entregando dinero o joyas.

Mujeres en apoyo del ejército

Las mujeres tuvieron presencia desde 1810 en la batalla de Suipacha y, más adelante, en el Éxodo jujeño. A María Remedios del Valle, por ser negra casi no se la menciona, pero curaba heridos con sus hijas. En 1813 tras las grandes derrotas de los patriotas en Vilcapugio y Ayohuma fue tomada prisionera por los españoles pero luego se incorporó a la Primera Expedición Auxiliadora al Alto Perú y participó en las batallas de Tucumán y Salta, donde después de los triunfos la llamaron “madre de la Patria”. Fue nombrada por el general Manuel Belgrano, junto a Martina Silva de Gurruchaga, con el título honorario de “capitanas del Ejército”.

Juana Moro desplegó ingeniosas dotes de conquistadora de realistas, para cambiar a los oficiales españoles de bando. Fue mensajera y a la vez espía para pasar datos al Ejército local, y después de la batalla de Salta, la tomaron prisionera y la encerraron en su casa tapiándole todas las aberturas. Por eso fue conocida como “la emparedada”. Pero sus vecinos solidarios abrieron las paredes para salvarla y continuó colaborando disfrazada para que no la descubrieran.

Loreto Sánchez Peón, con apariencias de gaucho, pasaba a caballo desde Salta a Orán o a Jujuy, ciudad ocupada por los españoles, llevando partes y trayendo noticias ocultadas entre sus faldas. Fue llamada el correo de la guerra gaucha porque en el hueco de un algarrobo dejaba los datos recogidos cuando iba a lavar al río, datos que luego retiraban los soldados patriotas. Fue herida de gravedad en la batalla de Tucumán.

María Gertrudis Medeiros Martínez y María Loreto fueron apresadas porque también actuaban como espías. Y Magdalena Güemes prestó apoyo a su hermano -el caudillo Martín- cuando debió prepararse para defender toda la frontera norte. Con una red de mujeres de la alta sociedad, campesinas y pobres pasaba los informes sobre los enemigos que actuaban en Salta, Jujuy y Tarija. Carmen Puch de Güemes, su cuñada, desde el lugar de esposa del gran caudillo colaboró siendo fiel a la causa de la revolución.

Colaboraron con el ejército libertador de San Martín negras, criollas e indígenas, entre ellas La Chingolito, Pancha Hernández, Mercedes Sánchez, Pascuala Meneses, y la esclava Josefa Tenorio. Además de las conocidas damas que donaron alhajas y bordaron la bandera de los Andes.

Aporte de las altoperuanas

También en el Alto Perú, perteneciente a las Provincias Unidas del Río de la Plata, se destacaron numerosos grupos de mujeres ya que la guerra en ese lugar fue de carácter popular. Vicenta Eguino lideró al grupo de mujeres de 1809 en La Paz, junto a Simona Manzaneda, Úrsula Goyzueta y otras más que formaron una comisaría de guerra, dirigieron una fábrica de cartuchos, hicieron uniformes para los soldados, arengaron a la tropa y actuaron siempre al lado de los hombres.

En Cochabamba, el general español Goyeneche mandó a matar a las treinta mujeres que se habían levantado en el cerro San Sebastián. En homenaje a las “heroínas de la Coronilla” el 27 de mayo, día en el que murieron, fue declarado Día de la Madre Boliviana porque se piensa en la vida de la mujer sólo como madre, se resalta el espacio privado para contraponerlo a la participación en el ámbito público.

Desde 1812, en Chuquisaca, Juana Azurduy fue la única mujer que condujo caballería y estuvo al frente de las tropas, junto a su esposo, Manuel Asencio Padilla. Formó un ejército de mujeres amazonas, participó en 16 batallas. Perdió a sus cuatro hijos escapando de las persecuciones enemigas, y luego, embarazada de su otra hija, arrebató una bandera al enemigo, por lo que el director supremo del Río de la Plata le otorgó el 26 de julio de 1816, el título de teniente coronel de las Partidas de los Decididos del Perú.

Actuó en el norte de nuestro territorio con el caudillo Martín Güemes, después de la muerte de su marido y la del propio líder de los gauchos en Salta. Por eso es reconocida como heroína de nuestra Independencia. Lleva el título de “heroína de las Américas”, otorgado por Simón Bolívar, en 1825, al regresar a su tierra natal. Y también el de generala de las Fuerzas Armadas, junto al de mariscala del Ejército de Bolivia y el de generala del Ejército Argentino, títulos todos otorgados post morten.

A modo de conclusión

A lo largo de estos 200 años seguimos visibilizando la participación de las mujeres como parte hacedora de los procesos históricos, destacando su lucha por la emancipación de los pueblos, junto a otras que combatieron la dominación española, como miles de mujeres indígenas, mestizas y negras que resistieron ante la imposición cultural de los colonizadores.

Vemos que en el norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata y en el Alto Perú, las mujeres participaron masivamente porque era una guerra popular que impuso pasar por encima de las funciones asignadas a las mujeres en la sociedad de la época. En las acciones de San Martín, con un único combate en territorio argentino -el de San Lorenzo- y la preparación de las tropas para cruzar la cordillera de los Andes y liberar Chile y Perú, la participación femenina fue más bien de colaboración dado que la guerra fue de ejércitos contra ejércitos.

Se ha ocultado la participación de las mujeres en la historiografía de toda América Latina y en todo caso se las ha señalado en roles muy secundarios, y sólo aparecen los hombres en los libros y en las estatuas. Hemos tratado de recordar, sin embargo, a las mujeres comunes del pueblo, las que ayudaron a generales como Belgrano, Güemes y San Martín, algunas criollas que junto a mestizas, indígenas, y descendientes de africanos, han aportado al proceso independentista. Proceso que aún queda por completar en nuestro país ya que es necesario lograr la segunda independencia, para que seamos al fin una Nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli y de toda otra dominación extranjera”, como lo expresa el Acta de 1816.

A lo largo de estos 200 años, seguimos visibilizando la participación de las mujeres como parte hacedora de los procesos históricos, y destacando su lucha por la emancipación de los pueblos.