Fin de la crisis institucional en Brasil
Fin de la crisis institucional en Brasil
Destituida Rousseff, el presidente Temer enfrenta el reto de ordenar la economía
El Senado brasileño destituyó a la presidenta Dilma Rousseff en una decisión que también confirma como jefe del Estado a Michel Temer, quien seguirá en el poder hasta el 1 de enero de 2019.

Michel Temer (c), acompañado por el diputado Rodrigo Maia (i) y el senador Renan Calheiros (d) firma durante su juramento ante el Congreso Nacional en Brasilia (Brasil). Foto: Agencia EFE
DPA - EFE
La decisión supone el fin de un trámite que comenzó en diciembre pasado en el Parlamento y fue supervisado en cada uno de sus pasos por la Corte Suprema, como garante constitucional de un juicio que Rousseff, apartada del poder por graves irregularidades fiscales. Las protestas a favor y en contra de la destitución de Rousseff y su sustitución por Temer se multiplicaron en más de una decena de estados del país, aunque sólo en Sao Paulo se registraron incidentes.
El nuevo presidente de Brasil, Michel Temer, propuso un diálogo con todos los sectores políticos en un esfuerzo para cumplir su compromiso de entregar el país “reconciliado, pacificado y en ritmo de crecimiento”. “Reitero mi compromiso de dialogar democráticamente con todos los sectores de la sociedad brasileña”, afirmó el jefe de Estado al hacer un llamamiento a la unión en su primera alocución en red de radio y televisión para todo el país y pocas horas después de haber prestado juramento como nuevo presidente tras la destitución de Dilma Rousseff. En su primera reunión con su gabinete, el nuevo presidente de Brasil exigió a sus ministros que desmonten la tesis golpista defendida por Rousseff.
Respuesta al “golpe”
La ya expresidenta de Brasil Dilma Rousseff denunció que su destitución constituye la consumación de un “golpe de Estado” en el país y convocó a una “enérgica, determinada y firme oposición a los golpistas”. “Es el segundo golpe de Estado que enfrento en la vida. Primero fue el militar (1964), que me afectó cuando era una joven militante; el segundo fue el parlamentario, que me derriba del cargo para el que fui elegida”, afirmó. El abogado de Rousseff, José Eduardo Cardozo, anunció que presentará al menos dos recursos ante el Tribunal Supremo contra la decisión del Senado de destituirla y de sustituirla por Michel Temer, su vicepresidente.
En tanto, varios gobiernos y organismos de América Latina salieron en defensa de Dilma Rousseff y del orden institucional en Brasil ante la destitución de la mandataria, que calificaron como un “golpe de Estado”, e incluso Ecuador, Venezuela y Bolivia llamaron a consultas a sus representantes diplomáticos en ese país. Tras conocerse la decisión del Senado brasileño, América se dividió entre los que rechazaron la medida contra Rousseff y los que como Argentina, EE.UU. o Chile dijeron que respetan las instituciones brasileñas y expresaron su deseo de seguir trabajando con el Gobierno del ya presidente brasileño, Michel Temer.
Piden “respeto”
El nuevo gobierno brasileño llamó a consultas a su embajador en Caracas tras la decisión de Venezuela de congelar relaciones en protesta por lo que llamó de “golpe de Estado parlamentario” en Brasil, al tiempo que pidió respeto a otros países “bolivarianos” que también han cuestionado su transición política. El nuevo Gobierno brasileño “repudia los términos del comunicado emitido por el Gobierno venezolano sobre la conclusión del juicio político destituyente de la expresidente de la República (Dilma Rousseff), que revela un profundo desconocimiento de la Constitución y de las leyes de Brasil y niega totalmente los principios y objetivos de la integración latinoamericana”, dice la nota oficial.
análisis
por Mar Martín
Se cierra la era del PT y hay un giro a la derecha
El Senado aprobó la destitución de Rousseff por una aplastante mayoría: 61 votos frente a 20, aunque la ya expresidenta, en una decisión inesperada de la Cámara alta, no será inhabilitada y podrá desempeñar cargos en la función pública.
La Cámara alta consideró que Rousseff cometió “delitos de responsabilidad” por las supuestas maniobras con las que intentó maquillar las cuentas públicas.
Brasil daba por descontada la destitución de Rousseff y no alteró su pulso con el proceso. En las calles, hoy, apenas unos cientos de personas celebraron el final del ciclo del PT, mientras que en Río de Janeiro y Brasilia, por el contrario, las movilizaciones fueron en apoyo de la expresidenta.
La histórica sesión que se vivió hoy en el Senado brasileño fue el desenlace, anunciado, de un proceso del que empezó a hablarse casi tras la asunción de Rousseff en su segundo mandato, en enero de 2015, y que se materializó a principios de este año.
El procedimiento avanzó y Rousseff, que llegó al poder en enero de 2011 y fue reelegida con más de 54 millones de votos a finales de 2014, fue separada temporalmente del poder en mayo y sustituida por su entonces vicepresidente, Michel Temer, líder del poderoso Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el más importante del país.
Desde entonces, se ha escrito una crónica con final anunciado. Desgastada por los escándalos de corrupción y la crisis económica, la primera mujer que ocupó la Presidencia de Brasil no logró recomponer las alianzas del PT y quedó en minoría ante el juicio político promovido por Temer y sus aliados.
Ya como expresidenta, Rousseff ha vuelto a denunciar que se ha consumado un “golpe de Estado” en Brasil y ha llamado a una “enérgica y firme oposición contra los golpistas”.
“Es el segundo golpe de Estado que enfrento en la vida. Primero fue el militar (1964), que me afectó cuando era una joven militante; el segundo fue el parlamentario, que me derriba del cargo para el que fui elegida”, afirmó Rousseff, arropada por decenas de simpatizantes y colaboradores minutos después de su destitución.
“El Senado tomó una decisión que entra a la historia de las grandes injusticias: escogieron rasgar la Constitución; decidieron interrumpir el mandato de una presidente que no cometió ningún delito; condenaron a una inocente y consumaron un golpe parlamentario”, denunció en un enérgico discurso.
Rousseff convocó a las viejas bases del PT, hoy menguadas, a defender los logros sociales que estrenó su padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, cuando llegó al poder, en 2003, y que permitieron a unos 30 millones de brasileños incorporarse -al menos temporalmente- a la clase media.
Pero Lula, que ha acompañado en los últimos días a Rousseff y que hoy se mantuvo en un discreto segundo plano junto a la expresidenta, vive sus horas más bajas.
Ya no es el político mejor valorado de Brasil. Muy al contrario, está en el blanco de la Justicia por corrupción y debilitado en su papel de líder de la oposición frente al Gobierno de Temer.
Además, el legado social que dejó tras ocho años de Gobierno -entre 2003 y 2011- se ha diluido por la recesión económica, el megaescándalo de corrupción en Petrobras y el agujero en las cuentas públicas.
Investido con plenos poderes presidenciales, Michel Temer reunió a sus ministros y les exigió que desmonten la tesis del “golpe”.
“A quienes les digan golpistas, respondan golpistas son ustedes, que están en contra de la Constitución”, porque el proceso contra Rousseff fue hecho “dentro del más estricto marco constitucional”, dijo en su primer consejo de ministros tras jurar el cargo ante el Congreso.
A sus 75 años, este abogado que pertenece a una familia de origen libanés y que nunca encabezó una candidatura presidencial asume un país dividido políticamente y en plena recesión.
En su primer mensaje a la nación tras asumir el cargo, Temer propuso un diálogo con todos los sectores políticos en un esfuerzo para cumplir su compromiso de entregar el país “reconciliado” y en ritmo de crecimiento.
“Reitero mi compromiso de dialogar democráticamente con todos los sectores”, dijo.
Los mercados, que le han apoyado, esperan que ahora cumpla con sus compromisos de reformas y ajustes, empezando por el sistema de jubilaciones y las privatizaciones.
Hoy mismo los últimos datos oficiales dibujaban un escenario desalentador: La economía de Brasil cayó un 3,8 % en el segundo trimestre en comparación con el mismo período del año pasado y el déficit fiscal llegó a los 11.100 millones de dólares, entre enero y julio, el mayor de la historia para un periodo similar, mientras que en el último año se perdieron 1,7 millones de empleos.
Los mercados, que daban por descontada la destitución de Rousseff, apenas reaccionaron hoy: La bolsa de Sao Paulo bajó un 1,15 % y el real se apreció un 0,61 % frente al dólar.
La asunción de Michel Temer implica, además, un giro radical en la política exterior de Brasil, que rompe con el círculo “bolivariano” y mira a países como Estados Unidos y a la Argentina del conservador Mauricio Macri.
“Espero que cuando dejemos el poder, lo hagamos con el aplauso del pueblo brasileño”, declaró hoy Temer, aunque admitió que “no será fácil”. Tiene poco más de dos años, hasta el 1 de enero de 2019, para lograrlo.
Protestas a favor y en contra
En Sao Paulo, en el mismo lugar donde pocas horas antes un grupo de contrarios a Rousseff había celebrado su destitución con bocinazos, un pastel y champán, los simpatizantes de la expresidenta se enfrentaron con la Policía Militarizada que intentó dispersar dos protestas contra el Gobierno de Temer.
Las dos concentraciones partieron desde las afueras del Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), en el corazón financiero del país, en dirección al centro y, por tercera noche consecutiva, la Policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes contrarios a Temer. Algunos de los participantes en la protesta provocaron destrozos en escaparates, mobiliario urbano y una patrulla policial.
En Brasilia, cientos de simpatizantes del Partido de los Trabajadores (PT) se movilizaron, como vienen haciendo desde el pasado lunes, en apoyo a la ya expresidenta.
Decenas de personas la acompañaron en el breve discurso de despedida que pronunció tras su destitución y entonaron el himno nacional frente al palacio de la Alvorada, la residencia presidencial. A primeras horas de la noche, varios centenares se concentraron en la Explanada de los Ministerios, frente al Congreso, para expresar su solidaridad con Rousseff con gritos como “Fora Temer”.
Las protestas contra Michel Temer se reprodujeron en Río de Janeiro, donde centenares de personas se manifestaron en el centro de la ciudad, y otras capitales del interior, como Porto Alegre, Salvador, capital de Bahía, y Vitoria (Espírito Santo).
Por el contrario, en ciudades como Belo Horizonte, decenas salieron a la calle para celebrar la destitución de Rousseff y la asunción de Temer.

Poco después de ser destituida, la ex presidenta brasileña Dilma Rousseff brinda una conferencia de prensa en el Palacio de la Alvorada. Foto: Agencia EFE
“Malherida”
“Toda esa discusión del Senado fue una gigantesca pantomima para tapar el rabo. Esto estaba decidido y en otra parte. Se montó un escenario, a los efectos de embaucar a la opinión publica, (...) con toda la apariencia de un juicio, pero desde el primer momento esto estaba decidido”, opinó Mujica en un acto en Montevideo.
“Lo que ha pasado en Brasil considero que es dramático por la forma que tomó y por la repercusión que tiene Brasil dadas sus dimensiones”, dijo a la prensa tras el acto.
En ese sentido, Mujica considera que la región “queda malherida” y “pierde capacidad diplomática de incidir en el peso del mundo”. “Lo mejor para ser dominados es estar bien divididos, esta es una ley vieja”, manifestó.