Charla sobre anegamientos y napas

El agua vino para quedarse

En la Sociedad Rural de Santa Fe, especialistas de INTA se explayaron sobre las causas y consecuencias del problema que afecta a gran parte de la provincia. Trabajo integrado, mayor medición y manejo para rotar un sistema que está colapsado.

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Un lote, un charco. Los especialsitas brindaron herramientas de manejo tranqueras adentro y afuera para intentar transformar un grave problema en una oportunidad. Foto: Archivo Campolitoral

 

Federico Aguer

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La disertación comenzó con la palabra del geólogo Rubén Tosolini, de INTA Rafaela, quien inició su ponencia repitiendo la consigna que si seguimos haciendo lo mismo, es obvio que seguiremos teniendo los mismos resultados. “Todo ya fue dicho, pero como nadie escucha hay que decirlo nuevamente: y todos somos un poco culpables de esta situación”, sostuvo, en referencia al combo que golpea a los campos y ciudades de Santa Fe y que incluye lluvia, ascenso del nivel freático, una geomorfología complicada y un marco legal borroso.

“Es la charla número 25 que doy sobre este tema. Y es que la napa freática no baja. En 1968 estaba en 12 metros, pero desde los años 80 no la podemos bajar de los 4 metros. El cambio del uso de la tierra tiene mucho que ver con esto”, sostuvo, en referencia a grandes zonas ganaderas que desde hace años se convirtieron en agrícolas, sobre todo en práctica de monocultivo.

Respecto del desastre de abril, dijo que nunca antes se había registrado un fenómeno de esas características: 1 millón 200 mil hectáreas altamente productivas que quedaron bajo el agua.

En cuanto a la geomorfología de Santa Fe, destacó que es muy difícil sacar agua de la llanura. Y que el fenómeno no terminó, sino que vino para quedarse. “Estamos acariciando una yarará con viento sur. Con las napas como están, no podemos relajarnos. Más allá de cualquier pronóstico, cualquier lluvia que venga es para preocuparse”, alertó.

En cuanto al marco legal, sostuvo que el agua que precipita es de propiedad del productor, y este no es un dato menor. Y que independientemente de las leyes 11.730 y 12.081, “somos una de las pocas provincias del país que no cuenta con una ley del agua”.

Ante este escenario perturbador, aconsejó un trabajo integrado de las entidades oficiales a nivel comunal, provincial y nacional. “Una mirada a nivel de la cuenca”.

Finalmente, criticó la infraestructura actual de entubado, la que calificó de “obsoleta”, apeló a usar a los caminos rurales con doble propósito, y destacó que tranqueras adentro, también hay trabajo pendiente: aumentar el consumo de agua “es riego potencial que tenemos enterrado”, y medir de forma constante la profundidad de las napas, aprovechando los viejos molinos, para diseñar estrategias de manejo y consumo para transformar un problema en una oportunidad”.

El uso de la tierra

A su turno, el Ing. Agr. Gustavo Almada, de la Experimental de Carlos Pellegrini, se explayó sobre las características del fenómeno en el departamento San Martín, analizando temas como la “salud” del suelo, las lluvias, la compactación y las malezas.

A nivel agrícola, el departamento cuenta con unas 500 mil has. de suelo Clase I, de las cuales 280 mil están siendo destinadas a la soja, pero sólo 59 mil al trigo y 62 mil al maíz. Respecto de las lluvias, remarcó que en las últimas 5 campañas, precipitaron 1.000 milímetros por encima del promedio, es decir, un año más de agua acumulada.

“En ganadería, en San Martín pasamos de más de 2.000 establecimientos en el año 1994 a menos de 800 en la actualidad. Y de las 350 mil cabezas de ganado, se bajó a 200 mil, de las cuales la mitad corresponden a tambo”, graficó.

Además, el surgimiento explosivo de las malezas resistentes incrementa los costos drásticamente, al pasar de los 47 dólares que se invertían en 2001 a los 176 dólares necesarios en la actualidad para mantenerlas medianamente a raya. Pero aclaró que “el problema no es la soja, es el monocultivo”.

Física y química

El tema de la compactación de suelo fue analizado en detalle a través de datos que ayudaron a dimensionar la problemática. La necesidad de aumentar la carga animal en el tambo juega en contra, ya que el constante pisoteo afecta los macroporos, “es como estar pasando el rolo de forma constante”, graficó.

“El problema se refleja en cada vez mayores encharcamientos, napas altas, degradación química, malezas y erosión”.

También destacó que se habla mucho sobre los aspectos químicos del suelo, la fertilización de macro y micro nutrientes, “pero sabemos poco de la salud física del suelo”. Explicó que un suelo “ideal” contiene un 45 % de composición mineral, un 25 de agua, otro 25 de aire y un 5 restante de Materia Orgánica. Pero que la gradual compactación a través del tránsito animal y de vehículos en el lote “disminuye esa porosidad e incrementa la densidad, la resistencia mecánica, y condiciona el suministro de nutrientes”.

Para cerrar, propuso una solución integrada, con fierros y manejo. Respecto de lo primero, aclaró que al tratarse de suelos arcillosos, la labranza es una solución temporal, por lo que se necesita una planificación de rotación que incorpore otros cultivos que aportan beneficios, como la vicia, la colza o las legumbres. “Es necesario entrenar el músculo del suelo con raíces. Rotar cultivos es rotar raíces”, sostuvo.

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"Estamos acariciando una yarará con viento sur. Con las napas como están, no podemos relajarnos. Más allá de cualquier pronóstico, cualquier lluvia que venga es para preocuparse”

Rubén Tosolini

 
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"La gradual compactación a través del tránsito animal y de vehículos en el lote disminuye la porosidad e incrementa la densidad, la resistencia mecánica, y condiciona el suministro de nutrientes”

Gustavo Almada