EXPERTOS EXTRANJEROS EN LA XXI EDICIÓN DE MERCOCIUDADES

“Sin una gestión en desastres, los más perjudicados son los pobres”

  • Lo dijo Ricardo Mena, jefe para Latinoamérica de la ONU en el área de reducción de riesgos. “La resiliencia es clave”. Según Elkin Velásquez -ONU, Hábitat para América Latina y Caribe-, hay que generar un “ecosistema” de recursos para financiar los problemas urbanos.
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Ricardo Mena: “El impacto de los desastres tiene repercusiones humanas, ambientales y económicas muy altas. Quizás sea algo que se está saliendo de control”. Fotos: Manuel Fabatía

 

Luciano Andreychuk

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La reducción del riesgo ante desastres -naturales o por impericia-, el concepto de resiliencia urbana como tracción hacia un desarrollo sostenible y las formas de financiar los problemas que aparecen en las nuevas agendas urbanas fueron los ejes de un panel que reunió a tres expertos en estas materias, en el marco de la XXI Edición de Mercociudades, que finalizó ayer en nuestra ciudad.

El primer especialista en disertar fue Ricardo Mena, jefe de la Oficina Regional para las Américas de la Oficina de la ONU de área de Reducción del Riesgo de Desastres. Fue claro en sus conceptos al dimensionar la magnitud de los riesgos que pueden ocurrir en las ciudades de la región, atendiendo particularmente a los factores que están generando el cambio climático.

El impacto de los desastres “tiene repercusiones humanas, ambientales y económicas muy altas. Quizás sea algo que se está saliendo de control”, advirtió. Y citó un reciente informe del Banco Mundial: “Se estima que en la región, en promedio, hay pérdidas anuales de cerca de los 325 mil millones de dólares; pero si se suman las pérdidas de consumo, las mismas serían 1,6 puntos mayor”.

Para Mena, los desastres no son un problema exclusivo de los países menos avanzados, sino también de las grandes potencias desarrolladas. “Si bien las consecuencias de los desastres perjudican a toda la sociedad -más allá de los estratos socioeconómicos-, afectan de manera desproporcionada a los sectores más pobres y marginales de la sociedad. Y es algo muy importante a tener en cuenta”.

Entonces, en la actualidad los retos más serios son dos: “El cambio climático y la reducción de la posibilidad de desastres. Si no se toma esto en agenda de los Estados, ponemos el riesgo del futuro con pérdidas muy mayores que las actuales”.

Resiliencia como bandera

La resiliencia urbana “se puso a prueba en varias ciudades de Latinoamérica. Santa Fe no ha sido excepción. Esta capital ha tenido que aprender a gestionar la reducción de riesgos, pero por los ‘golpes’ que ha debido padecer (inundaciones, la última emergencia hídrica). Las políticas que se implementaron para reducir el riesgo han sido consecuencia de esos impactos que se sufrieron”, dijo Mena.

Para el especialista “se debe transversalizar el tema de la gestión de riesgos de desastres. Ni los objetivos de desarrollo sostenible ni las metas de las nuevas agendas urbanas podrán ser alcanzados si no se incorpora este tema. Es algo neurálgico, la gestión de riesgos y desastres. Muchas agendas ya lo incluyen, así que creo que vamos por buen camino”, ponderó.

Procesos de urbanización

Más del 50% de la población global vive en ciudades. En América Latina, los porcentajes son aún mayores. Y se estima que la cifra de 3,6 mil millones de personas que viven en ciudades en todo el mundo, en 50 años, se duplicará.

“Esto llevará inevitablemente a procesos acelerados de construcción de infraestructura, servicios e inversiones para poder satisfacer una creciente demanda de zonas de alta concentración demográfica. La planificación urbana, el uso del suelo, las normas de construcciones en una ciudad, son elementos determinantes al momento de generar o no un desarrollo verdaderamente sostenible”, subrayó.

Mena insistió sobre el cambio climático: “Si no se toman en cuenta las variables potenciales de este problema, será peligroso”. Y puso un ejemplo: el diseño de los sistemas de medición de aguas pluviales. “Ya no podemos usar las medias históricas de lluvias, porque lo que pasó antes no pasará en un futuro inmediato, como consecuencia de una mayor intensidad de fenómenos meteorológicos”.