A los 75 años

Murió Ricardo Piglia

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El escritor falleció a causa de las complicaciones generadas por la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad degenerativa que padecía hace años.

Foto: Télam

 

Télam

El escritor Ricardo Piglia falleció ayer a los 75 años a causa de las complicaciones generadas por la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad degenerativa que padecía hace años, a poco de haber sido publicada la segunda parte de “Los diarios de Emilio Renzi”; alter ego que atravesó con mayor o menor asiduidad su trabajo y que comenzó a delinear hace 57 años como por obra del azar, cuando tomó un cuaderno y en medio de una mudanza que lo obligaba a abandonar con sus padres su ciudad natal de Adrogué, anotó las primeras observaciones sobre su propia vida.

“Para mí es una novela aunque el material sea verdadero y personal”, dijo sobre los diarios que comenzó a garabatear a los 16 años mientras dejaba Adrogué para migrar a Mar del Plata; que lo acompañaron en sus primeros días de escritor en Buenos Aires; y luego en los Estados Unidos, adonde impartió clases durante 15 años en universidades como Harvard y Princeton; hasta el reconocimiento a su regreso, en 2001, al país.

Desarrollo

Ricardo Emilio Piglia Renzi nació el 24 de noviembre de 1941; este crítico y teórico que supo surfear la “desliteraturización” de la novelística actual, se formó en Historia de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP); trabajó 10 años en distintas editoriales durante su estancia en Buenos Aires; y dirigió la emblemática Serie Negra que difundió autores como Dashiell Hammett y Raymond Chandler.

En 1967, recibió una mención especial del VII Concurso Casa de las Américas de Cuba que derivó en “Jaulario”, su primer libro de cuentos; en 1977, llevaba publicados “La invasión” y “Nombre falso”, pero pasaron tres años más hasta su reconocimiento internacional, en 1980, con Renzi protagonizando su primera novela, “Respiración artificial”. De 1986, es “Crítica y ficción”, libro que reúne ensayos de sus obsesiones: “La lectura de la ficción”, “Sobre Roberto Arlt”, “Narrar en el cine”, “Una trama de relatos”, “Sobre Cortázar”, “El laboratorio de la escritura‘” y “Sobre el género policial”.

Su siguiente novela demoró seis años. Era “La ciudad ausente”, que en 1992 mostraba cuentos generados por una máquina inventada para sustituir a una amante muerta; subtextos similares entrecruzó en “Blanco nocturno”, la novela donde él mismo resumió: “Renzi tiene una pequeña crisis, se encierra en una casa de Adrogué y se produce una historia con una mina que vive enfrente”.

A mediados de los 90 comenzó a guionar filmes como “Corazón iluminado” (1996), de Héctor Babenco; o “La sonámbula, recuerdos del futuro” (1988), de Fernando Spiner; mientras que “La ciudad ausente” fue transformada en ópera junto al músico Gerardo Gandini y estrenada en el Teatro Colón tres años más tarde.

De esa época, 1997, es el pequeño escándalo del Premio Planeta en torno a “Plata quemada”, en el que uno de los finalistas, Gustavo Nielsen, denunció “predeterminación en favor de la obra de Piglia”.

Galardones

Con el nuevo milenio su reconocimiento se acrecentó, la cuestionada novela llegó al cine con un premio Goya; el mismo año guionó “El astillero”, de David Lipszyc, sobre la novela homónima de Juan Carlos Onetti; y de 1999 es el ensayo “Formas breves”.

Los premios arreciaron y llegó el Iberoamericano de Letras José Donoso, en coincidencia con el lanzamiento en 2005 de dos ensayos ineludibles, el “Diccionario de la novela de Macedonio Fernández” y “El último lector”; seguido por el premio de la Crítica de España en 2010; el Rómulo Gallegos en 2011 y el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas en 2013, cuando Anagrama lanzó su última novela, “El camino de Ida”.

Su incansable trabajo escribiendo y analizando literatura lo llevó al Konex de Brillante en 2014, mientras estaba al frente de la filmación para televisión de “Los siete locos” y “Los lanzallamas”, sobre las novelas de Roberto Arlt.

Experto en las obras de Jorge Luis Borges (condujo el programa “Borges por Piglia) y Witold Gombrowicz, en 2015 compartió con esos escritores el Premio Formentor de las Letras, el mismo que habían recibido maestros como Samuel Beckett y Saul Bellow, en reconocimiento a una obra “que se desenvuelve armónicamente entre la originalidad, la cultura popular y la tradición más exigente”.