No son las de Egipto, sino las del entrenador de la selección

Las “plagas” del Patón

Encerrado en una burbuja que se le explota, calificó de “brillante” el juego del equipo. Su obsesión por el equilibrio impide que se encuentre una línea de juego. No hay una idea y aparece en escena la “Messi-dependencia”.

D3-DYN89.jpg

Convencimiento. Bauza centra todo en el resultado en esta etapa de eliminatorias, donde se define la clasificación al Mundial. Foto: DyN

 

Enrique Cruz (h)

[email protected]

No son diez. No hay agua que se convierta en sangre (porque ganó, claro), no hay mosquitos, no hay peste sobre el ganado, no hay tinieblas y oscuridad ni mucho menos la muerte de los primogénitos. Serán cuatro. O algunas más si se quiere intensificar un poco más en el análisis. Pero son las plagas que inquietan a un Bauza particularmente inquieto en su charla con la prensa, por más que haya dicho que estaba feliz por la victoria, cosa que seguramente nadie puede negar, porque la felicidad es de los 40 millones. Nadie va a pretender que Argentina pierda por más que no comulgue la idea del técnico o no le guste el estilo o no le guste cómo juega el equipo. Esto es al margen de cualquier gusto o paladar futbolero. Inclusive el propio, porque soy uno de esos 40 millones que ayer priorizaba el resultado por encima de todo. Pero fue tan frágil el cimiento de la victoria, que invita a algunas reflexiones.

1) EL TÉCNICO EN SU BURBUJA. Bauza es un tipo básicamente respetuoso; un caballero, dicho en otros términos. Francamente, no me gustó que le haya dicho al país que el equipo jugó “brillante” y “para 10 puntos”. No se lo cree nadie. Ni él mismo. Porque enseguida habló de 15 minutos finales en cada etapa en la que el equipo perdió el control del juego. Fue generoso consigo mismo. No fueron quince minutos en cada tiempo. Fue un poco más en el primero y todo el segundo tiempo. Pero más allá de que se puedan respetar opiniones, podría haber encarado de otra manera su discurso. Se encerró, caprichosamente, en una burbuja que se le va a explotar fácilmente. Nadie podrá justificarlo, ni mucho menos comprenderlo. Ni siquiera poniendo la chapa del 1-0 esperado, deseado y concretado.

2) EL TAN MENTADO EQUILIBRIO. A diferencia de su antecesor -Martino- el estilo futbolístico de Bauza es diferente. El lugar de la cancha elegido para pararse, el esquema táctico, las órdenes para aquellos que, como los marcadores de punta, pueden provocar sorpresa, son algunas -sólo algunas- de las cuestiones en las que hay diferencias. Si bien los nombres pueden parecerse, las características no. A Martino le faltaba un jugador que se apoderara del juego en el medio (lo intentó mucho con Pastore, con Banega, entre otros), pero Bauza pone el doble cinco y luego arma una estructura ofensiva de cuatro hombres que a veces parecen quedar aislados y esquematizados. Hay poca rotación, Di María se transforma en un autito chocador cuando las cosas no le salen, Higuaín se entorpece cuando le toca jugar para la selección y todos los caminos conducen a Messi. Ese equilibrio que es sinónimo de Bauza y define su perfil futbolero, es lo que le va quitando fuerzas futbolísticas al equipo. Aunque parezca mentira. En la búsqueda del equilibrio, se desequilibra. Pierde juego.

3) ¿CUÁL ES LA IDEA? A partir esto, empiezan las preguntas que no tienen respuestas. ¿Es ofensivo Argentina?, ¿es defensivo-contragolpeador?, ¿es Messi-dependiente?, ¿es un equipo de tenencia de pelota o de eficacia por encima del lucimiento colectivo? La eficacia es buenísima, naturalmente, pero al fútbol se juega con la pelota. Y Argentina no tiene la pelota. Bauza habla de un brillante funcionamiento defensivo, pero no es su mérito. Primero que no es tan brillante, aunque convengamos que es bueno. Y el mérito mayúsculo en la transformación lo tuvieron otros. Inclusive, Martino -técnico ofensivo por definición- fue uno de los que más trabajó para que el equipo lograra solidez. Y halló, él mismo, esa pareja central que ahora no se discute: Otamendi-Funes Mori.

4) LA MESSI-DEPENDENCIA. Por más que Bauza no lo reconozca, Messi es algo más que esa carta de victoria que nadie tiene. No quiero entrar en comparaciones con el Barcelona, porque allí juega con Neymar, Suárez y compañía. Pero es lo que él necesita. Ayuda como la que muchas veces le da Iniesta -y le daba Xavi- y laderos. En este equipo, no tiene ayuda ni laderos. Todavía nos entusiasmamos con aquel primer tiempo de sociedad con Dybala ante Uruguay en Mendoza. Pasó mucho tiempo desde aquel momento. Y si bien tiene “monstruos” al lado, no rinden, no lo ayudan, no juegan para él y pocas veces se aprovechan de su gran capacidad de desequilibrio. Entonces pasa lo que ocurrió el jueves: Messi juega bien -o muy bien- un rato y después entra en un cono de sombras hasta desaparecer o hasta llevar a preguntarnos adónde está. La pelota no le llega, la marca sudamericana es asfixiante y se encuentra en una situación en la que parece ser el único y gran responsable de todo. Jugar para Messi no significa depender de Messi. Es obvio que teniendo semejante jugador, hay que darle la pelota a él. Pero no se la saquen de encima ni lo dejen tan librado a la buena de Dios.

La explicación de Bauza

El seleccionador argentino Edgardo Bauza argumentó ayer que con sus declaraciones tras la sufrida victoria del equipo albiceleste ante los chilenos llevó a los periodistas a “donde quería”, en alusión a que se “la agarren” con él “y no con los jugadores”. “Tengo algunos años encima como para aguantarme las críticas y nadie me saca la idea de lo que quiero hacer. Empezamos la clasificación sextos y terminamos terceros”, subrayó el Patón. “La gente quería ganar. Mientras ganemos y clasifiquemos al Mundial que sigan criticando”, insistió.

 

El dato

Mercado, afuera

El defensor Gabriel Mercado sufrió un desgarro en el isquiotibial derecho y fue desafectado ayer del seleccionado argentino de fútbol junto al zaguero Nicolás Otamendi, los mediocampistas Javier Macherano y Lucas Biglia y el delantero Gonzalo Higuaín, que sumaron ante Chile su segunda amonestación en las Eliminatorias Sudamericanas.