Un arranque espectacular de Domínguez

Por fin “el Barba” se acordó de Colón

  • Con 13 puntos sumados sobre los primeros 15 jugados, es el mejor arranque sabalero en años. Lo alejó del descenso y lo puso en zona de copas: inmejorable.
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¿El yerno del “celu” de Dios?

Siempre se dijo que Carlos Bianchi, el técnico que ganó todo con Boca, tenía el celular de Dios, fundamentalmente por esas definiciones en los penales donde siempre pasaba. Ahora, a Colón lo dirige Eduardo Domínguez, que está casado con Brenda Bianchi, la hija del recordado “Virrey” de Liniers y La Boca. Luego de su muy buena primera experiencia en Huracán, “el Barba” sigue dando pasos firmes sentado en el banco sabalero.

Foto: Luis Cetraro

 

Darío Pignata

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Desde aquella memorable frase de “Barcelona sin Messi”, patentada de manera exclusiva por la Falsa Pertenencia de Germán Eduardo Lerche, Colón se transformó en Egipto y cuanto menos lo agarraron las siete plagas: 1) las aguas se convirtieron en sangre cuando se regalaron, en sociedad con Sergio Marchi, tres puntos sin jugar contra Atlético Rafaela; 2) las ranas terminaron saltando en Fifa, donde se quitaron otros valiosos puntos por el no pago al Atlante de México como consecuencia de una deuda totalmente manejable por el jugador Falcón; 3) los mosquitos picaron como nunca cuando hubo que jugar un desempate por el descenso con el mismo Rafaela; 4) los tábanos o animales salvajes atacaron con todo esa triste tarde de Arroyito cuando se perdió la categoría; 5) la terrible peste sobre el ganado quedó en claro cuando el Salvataje Deportivo decretó cientos de cheques girados sin fondos de manera irresponsable y un club en default; 6) las úlceras dañaron como nunca: un Órgano Fiduciario que vio desfilar a tantos presidentes en poco tiempo (Vega, Godano, Ferraro, Ariotti y hasta un síndico a cargo) de manera increíble; 7) el granizo cayó con todo: el ascenso arañado de manera infartante y los clásicos perdidos durante varios años fueron lastimando el corazón del pueblo sabalero.

Después de varios años de tristeza, que parecían no tocar nunca fondo ni tener final, casi de manera Bíblica, volvió José en Colón. Aunque ningún testamento lo confirme, bien podría ser carpintero o artesano. No hay ningún duda de que a Colón se lo sigue reconstruyendo, poco a poco, de sus propias cenizas.

En la semana, cuando el histórico vice Patricio Fleming —uno de los comandantes de Vignatti junto a Darrás y Alonso— admitía con una honestidad brutal que Colón “no superaba los 17.000 ó 18.000 socios” y explicaba el porqué de esta medida de no vender más generales para volver a la línea de los 25.000 de cara al clásico revancha contra Unión, uno podía dimensionar el daño que se le hizo al club y el cansancio que eso provocó en su gente en los últimos tiempos.

Todavía retumba aquella frase de Paolo Montero en su primera charla con Vignatti, más cerca de Corrientes que de Santa Fe: “Estamos a cuatro puntos del descenso”. Por eso, en su momento, el pedido que Vignatti anotó en su borrador: “Hay que sacar 40 puntos, tenés que ganar diez partidos y empatar otros diez”. Está más que claro que si en algo acertó, acierta y acertará José es en hacer números (en el rubro que sea).

Hoy, para cantar la falta envido, Colón tiene 33 de mano y nadie duda que “son cartas ganadoras”. Es decir, está a sólo 7 puntos del objetivo inicial, ése del famoso paso a paso o partido a partido de arranque de temporada.

Mirarlo hoy a Colón allá arriba, en zona de copas, parece un sueño. Pero, por fin, se hizo realidad. Por lo visto, los dirigentes acertaron con la elección del entrenador primero. Luego, dirigentes y entrenador en sociedad, acertaron con la elección de los refuerzos: Pereyra y Vera (los dos juegan, contagian y sus dos goles equivalen a seis puntos en el bolsillo).

Se nota equilibrio y seriedad en todos lados: Colón volvió a transformarse adentro de la cancha a una expresión futbolística que es “confiable” para la gente, responsabilidad de Eduardo Domínguez. Y se nota mucha gestión afuera de la cancha, responsabilidad de José Néstor Vignatti y sus delfines: empezó de a poco la sangría de un plantel mal armado en cantidad (Acuña, Mayora y Barsottini, afuera), la deuda del Salvataje se terminará pagando en pesos con una quita importante a diez años, se motivó a los jugadores con un premio millonario por ganar el clásico en cancha de Unión y todavía queda guardado “oro en polvo” en una cajita que está bien cuidada en un rincón de J.J. Paso y que dice simplemente “Alario”.

Vignatti presidente desembarcó con cabeceras de playa bien definidas para recuperar Colón: Darrás con el fútbol profesional, Alonso al predio con el fútbol amateur y Fleming para las relaciones en AFA. Aún sí, se admite que “Colón está muy grande y se necesita más gente con ganas de trabajar”. El esfuerzo por sumar sponsors —el más rutilante fue el cambio de la indumentaria— en la casaca fue algo tan importante como “quijotesco” (Vignatti necesitaría hoy un Darrás del año 2.000 para potenciar aún más la Marca Colón).

Para encontrar cuatro partidos ganados en fila hay que ir hasta esa campaña sin final feliz de Diego Osella. Y para recordar un Colón que sume 13 de 15 en un arranque de año, mucho más atrás en el tiempo.

Lo de Eduardo Domínguez es prácticamente inmejorable: lo sacó a Colón de abajo, lo puso arriba y en zona de copas. Si su suegro, Carlos Bianchi, tenía el celular de Dios, él le robó de la agenda el número de teléfono fijo del “Barba”.

La simbiosis de los dirigentes sabaleros con el entrenador y el plantel viene funcionando a la perfección. Colón debe aprender de viejos errores. Por eso, todos caminan con los pies sobre la tierra. Nunca más el Barcelona sin Messi. En términos bíblicos, siempre puede haber perdón. Lo que no puede ni debe haber es olvido. Por más que este Colón, con el carpintero José, resucitó mucho antes de la Semana Santa.

Colón volverá a jugar el domingo que viene, 16 de abril, desde las 18.20 cuando visite al complicado Quilmes en el Estadio Centenario del sur bonaerense.

José Vignatti quería llegar a 40 puntos cuando arrancó la temporada con Montero y ya tiene 33 de mano con Domínguez cuando faltan jugar todavía once fechas.