En la actualidad aloja oficinas públicas y un centro de salud

Ex hospital de niños: de efector modelo a edificio en decadencia

  • Primero fue un sanatorio privado de avanzada, pero fue expropiado y convertido en el hospital de niños Eva Duarte de Perón, quien vino a inaugurarlo hace casi 70 años. Logró premios internacionales por su arquitectura.
  • En la fachada ahora hay graffitis y persianas rotas. El tanque de agua está rajado y también el conducto de humo. Hace años que no tiene gas natural y una pérdida cloacal en el subsuelo generó muchos problemas.
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Alerta, tropezones. En algunos tramos de la vereda faltan baldosas. Los empleados aseguran que se labraron multas por este tema.

Foto: Mauricio Garín

 

Gastón Neffen

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La broma parece exagerada pero refleja la impresión que da el ex hospital de niños, en bulevar Gálvez al 1500. “Che, le están sacando fotos antes de que se caiga”, pregunta con ironía un empleado que bajó desde el quinto piso —el más alto— para fumar un cigarrillo en la puerta del antiguo efector. Está parado en una vereda con tramos rotos. Detrás suyo hay graffitis y paredes sucias. Si mira hacia arriba va a ver los marcos de persianas colgando y debajo suyo, en el subsuelo, hay una pérdida en un caño de cloacas.

Hace casi 70 años, el 7 de diciembre de 1947, Eva Duarte de Perón vino a Santa Fe para inaugurarlo como hospital de niños. Le pusieron su nombre —“como un homenaje a la amplia y fecunda obra de solidaridad social que viene realizando”, cuenta El Litoral del día siguiente— , lo equiparon con la más alta tecnología y lo definieron como un moderno hospital “que no tiene similar en el país”. Tenía capacidad para 140 pacientes y su diseño fue premiado en un congreso internacional de arquitectura en Lima.

Su historia previa es difícil de encontrar con Google y El Litoral la reconstruyó gracias a la memoria y el paciente trabajo en los archivos del diario de Rómulo Crespo y Gustavo Vittori (para la colección “Hacia un siglo de periodismo”). Lo habían construido unos años antes como el sanatorio Meana, que se especializaba en cirugía general —con un pequeño “anfiteatro” para observar las operaciones— y tenía áreas específicas de maternidad y recién nacidos. Los propietarios eran los doctores Teófilo Meana y Pascual Zamora. El proyecto del edificio, en el que había influido los viajes de Meana por Estados Unidos, lo desarrolló el arquitecto David Berjman.

Luego de la expropiación, funcionó como hospital de niños durante 52 años, desde diciembre de 1947 hasta agosto de 1999, cuando quedó operativo el nuevo hospital de niños Orlando Alassia en el suroeste de la ciudad. El nombre “Eva Duarte de Perón” lo debe haber perdido en los años de la Revolución Libertadora (1955), cuando a la “abanderada de los humildes” no se la podía ni nombrar, y fue rebautizado como hospital de niños Ricardo Gutiérrez, como un homenaje al médico y escritor que fundó el Hospital de Niños de Buenos Aires en 1875.

En algún momento de su historia, algún funcionario tuvo la extraña idea de autorizar la construcción de una estación de servicio al lado de un hospital de niños, un punto que preocupaba a los médicos ante los riesgos de un accidente.

De cerca

Con el paso de las décadas, el hospital modelo quedó chico y comenzó a colapsar por la creciente demanda de atención médica y los problemas edilicios.

En la actualidad hay varias oficinas públicas, sobre todo de los ministerios de Salud y Trabajo del gobierno provincial. Aquí funciona, por ejemplo, la Dirección Provincial de Promoción y Prevención de la Salud, el programa de Zoonosis, la Dirección de Farmacia, la de Maternidad e Infancia y la Dirección General de Higiene y Salud del Trabajador.

Al analizar los problemas de mantenimiento, la fachada se destaca como un tatuaje mal hecho en medio de la frente, por los graffitis, las persianas rotas y la suciedad de la pared. El mal estado de la vereda —faltan baldosas en dos sectores— ha generado multas del municipio, aseguran los empleados.

El que mire hacia dentro, va a detectar problemas más graves. El viejo tanque de agua —que está desde la inauguración en la década del 40— está rajado. Hace más de diez años que piden que se reemplace por tanques de material plástico, como los que se utilizan ahora.

El que pueda bajar al subsuelo, va a observar los problemas que provoca una pérdida cloacal y el conducto de humo, que recorre los picos como un eje vertical y se utilizaba para incinerar residuos, “está rajado de punta a punta”.

En pleno bulevar Gálvez —la “renovada” columna transversal de la ciudad—, el ex hospital de niños no tiene gas natural (por eso hay dispensers para calentar el agua en los distintos pisos). Los empleados sospechan que las viejas instalaciones son obsoletas y no “pasan” la revisión de Litoral Gas.

Toda una metáfora que muestra que el hospital modelo para los hijos de los “descamisados” no está envejeciendo bien y carga con las cicatrices de décadas de falta de inversión en mantenimiento.

En pleno bulevar Gálvez —la “renovada” columna transversal de la ciudad—, el ex hospital de niños no tiene gas natural. Los empleados sospechan que las viejas instalaciones son obsoletas y no “pasan” la revisión de Litoral Gas.

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Graffitis. Los más importantes están junto al ingreso al centro de salud de barrio Candioti, que funciona en el sector por el que ingresaban las ambulancias.

Foto: Mauricio Garín

 
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Rota. En la fachada que mira a bulevar, una de las persianas tiene los caños doblados y oxidados. Le faltan tablas y parece probable que alguna tormenta la haga caer.

Foto: Mauricio Garín

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Rajado. Hace diez años, que en el ex hospital se pide que se cambie este tanque de agua y se reemplace por tanques de material plástico.

Foto: Periodismo Ciudadano

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Peligro. El conducto de humo, que recorre los cinco pisos, está rajado “de punta a punta”, dicen los empleados.

Foto: Periodismo Ciudadano

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Algo huele mal. En el subsuelo hay una pérdida cloacal, que viene provocando problemas desde hace mucho tiempo.

Foto: Periodismo Ciudadano