La marca de Malabrigo

Capital naranja

  • La 26º Fiesta Provincial del Citrus sirvió de ámbito para trazar un diagnóstico sobre la realidad del sector, que busca fortalecerse con una apuesta al agregado de valor en origen de la materia prima. Es más rentable que la soja, pero la superficie no crece por falta de crédito.
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Juan Manuel Fernández

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Las condiciones agronómicas de Malabrigo no son precisamente las ideales para la producción de cítricos, que requieren -por ejemplo- suelos arenosos y sueltos, mientras en la zona son más arcillosos y pesados. Los primeros colonos no lo sabían hace 106 años, cuando decidieron plantar naranjos y mandarinos, y el tiempo les dio la razón: el citrus, y especialmente la naranja de ombligo, son una “marca ciudad”, construida a lo largo de la historia por la calidad de la fruta obtenida.

Tras el esplendor, que llegó en los años cincuenta con unas 800 hectáreas implantadas, la actividad se amesetó y estuvo a punto de zozobrar a principios de los noventa. Fue entonces cuando productores y dirigentes de la región idearon la Fiesta Provincial del Citrus, que el fin de semana pasado realizó su 26º edición, que se complementó con capacitaciones técnicas y ayuda financiera que hicieron posible reponer viejas quintas.

Hoy Malabrigo cuenta con 200 hectáreas de plantaciones “jóvenes”, más un residual de otras 200 viejas de baja productividad. La cosecha ronda los 250.000 cajones al año (6 millones de kilos), una escala insuficiente para competir en los mercados más importantes, como Buenos Aires o Mar del Plata, contra otras regiones como San Pedro o Concordia, pero cuenta en la región un nicho consolidado. Sin embargo la fruta se comercializa para consumo en fresco, por lo que grandes volúmenes (30% de la producción) se desaprovechan por no alcanzar los estándares de calidad para la góndola. Por este motivo desde el municipio pusieron en marcha un plan para industrializar, por primera vez, parte de la fruta local.

El otro desafío del citrus es el recambio generacional y la incorporación de nuevos actores que aporten al crecimiento del sector. Las autoridades locales ven con preocupación el desinterés de los jóvenes por sumarse a la actividad, mientras tampoco existen en el mercado financiero herramientas apropiadas, ya que la primera cosecha de una quinta nueva recién comienza 5 años después de realizar la inversión.

Transformar y aprovechar

Durante el acto de apertura de la 26º Fiesta Provincial del Citrus, que cada año organizan la Municipalidad de Malabrigo, el Centro Comercial e Industrial, la Cooperativa Agropecuaria y el grupo de Citricultores de Malabrigo, el intendente, Amado Zorzón, celebró: “este año estamos presentando a los vecinos un viejo anhelo de los malabriguenses: la fabrica de jugos y dulces con calidad artesanal, pero con un tipo de producción industrial”. Este hecho, dijo, “carga con una doble satisfacción: damos respuesta a una vieja demanda de los productores, que veían cómo se perdía una gran cantidad de fruta; y por otra parte nos llena de orgullo que jóvenes de nuestra ciudad hayan creído en este proyecto y hoy lo lleven adelante”.

El proyecto se inició con la compra del municipio de herramientas para procesado, cocción y envasado de fruta, que luego cedió en comodato a Evangelina Menapace, ingeniera química local, quien adaptó instalaciones propias y comenzó hace dos meses a realizar el proceso industrial junto a su familia. En esta primera etapa, mientras amortiza la inversión, trabajan al 50% de la capacidad instalada en un sólo turno, elaborando 25 kilos diarios de dulce y mermelada de naranja, mandarina, calabaza, mamón y “pera y manzana”, una receta propia con muy buena aceptación. Las alternativas a los citrus sirven para cubrir el bache estacional de oferta de fruta fresca, que se da entre diciembre y marzo, aproximadamente.

Menapace comentó a Campolitoral que combina un proceso manual artesanal, en la selección y acondicionamiento de la fruta, con otro industrial en la “pulpadora” que desmenuza la fruta para hacer mermelada, las pailas donde se cocina, más una esterilizadora, envasadora y tapadora. “La idea es hacer dulces y mermeladas sin conservantes; entonces cuidamos el proceso productivo, aplicando todos los procesos físicos y naturales para que sea lo más natural”, describió.

Por ahora trabaja junto a su familia, entre 3 y 4 personas, y la idea es crecer, ya que cuenta con capacidad para hacerlo. Hoy está usando una de las dos pailas y elabora sólo durante un turno de 8 horas. “O sea que se puede duplicar o más el volumen de producción”. En cuanto a mercados, la meta inmediata es cubrir Malabrigo y, más adelante, expandirse en los alrededores y provincias vecinas.

El Secretario de la Producción local, Héctor Zorzón, explicó: “los que estamos lejos de los puertos y los centros de consumo tenemos muy claro que necesitamos agregar valor a nuestros productos”. En tal sentido mencionó que actualmente el costo del flete es alto para trasladar materias primas, pero “cuando se transporta productos elaborados el impacto cambia”. Sobre el emprendimiento de Menapace, aclaró que “el tema pasa por los mercados, hay que ganarlos, distribuir la mercadería y la gente tiene que probarlo; pero creo que vamos a andar bien porque son jóvenes con ganas”.

Lo más rentable

El funcionario comentó que Malabrigo produce 250.000 cajones de naranja por año (24kg c/u) y que todo se vende como fruta fresca, pero el 30% se pierde “porque se cae al suelo y no se vende; son 70.000 cajones”.

Zorzón explicó que el distrito tiene 15 productores con unas 200 hectáreas de quintas nuevas, de 20 años promedio, y otras 200 en planteos viejos, con más de 40 años, que aún producen pero no en la cantidad necesaria para que sea rentable. “Lamentablemente cuando se saca una planta de naranja se siembra soja, porque los jóvenes no se entusiasman con la actividad”, comentó, y reconoció que la situación preocupa a las autoridades, a pesar de que no peligre la continuidad del sector. El punto clave -aseguró- son los tiempos productivos: una planta demora 5 años en producir y no hay créditos acordes. “Esto hace que no se repongan las quintas”. Por este motivo adelantó que desde el municipio están “intentando”, junto a la Asociación para el Desarrollo y la cooperativa, “ver si se consigue desde el gobierno créditos acordes para intentar entusiasmar más gente”.

El costo inicial para invertir en una quinta de cítricos son $70.000 por hectárea y se necesita, según Zorzón, un mínimo de 10 hectáreas para vivir de la actividad. “Vamos a hacer gestiones a todos los niveles por créditos adecuados en plazo y en tasa”, dijo, y comentó que en la Jornada Citrícola se trató de evaluar el potencial crecimiento del área para determinar si se justifica gestionar estos créditos.

Al margen de estas “contras”, Zorzón afirmó que actualmente “la citricultura es la actividad más rentable en nuestra zona; una quinta de naranja con todos los gastos y personal, puede dejar $70.000 por hectárea y si se trabaja en familia $100.000. Ninguna actividad deja era rentabilidad”. Según Zorzón se van a la soja “porque es más fácil”. A pesar de estos números, “no vemos entusiasmo” -insistió- porque “cuesta un poco venderla” (a la fruta) por estar lejos de los centros de consumo; y la exportación no es una alternativa, porque no hay volumen suficiente.

En cuanto a la campaña en curso, aseguró que hay buena producción, pese a los inconvenientes climáticos que causaron muchos días de calor y humedad, ya que “la naranja necesita mucho sol y mucho frío”.

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La esperanza. Evangelina Menapace es ingeniera química y junto al municipio puso en marcha la primera fábrica industrial de dulces.

Foto: Juan Manuel Fernández

Nuevas chances

En el mismo sentido, el gerente de la Cooperativa Agropecuaria de Malabrigo, Gerardo Macín, destacó que este es un año normal. “Se necesita cosechar más de 10 toneladas por hectárea para ser rentable y hoy están en 15 de promedio, aunque lo óptimo serían 30”.

En buena medida es el resultado del trabajo de extensión y planificación con los productores que vienen realizando los técnicos de la cooperativa desde que comenzó la Fiesta hace 26 años. “La superficie no creció pero si mejoró el manejo, lo que redundó en mayor y mejor producción, con una mejora ambiental”, valoró el ejecutivo. Y recordó que tradicionalmente se hacía labranza entre las líneas de árboles, erosionando el suelo, que se suplantó por la siembra de leguminosas (que además de mantener limpio fijan nitrógeno). También se utilizaban agroquímicos peligrosos y había mayor incidencia de enfermedades. Hoy “se llegó a la máxima tecnología que se quería” como fertilización, riego, podas y cortinas.

Macín es agrónomo y platea -al igual que Zorzón- que el desafío del sector es incentivar a la gente a hacer más hectáreas. “Vemos que la naranja está disminuyendo en el país, hay zonas que tradicionalmente fueron productoras de ombligo y están decreciendo, como San Pedro o Concordia”, porque hay un vuelco mayor hacia el limón. “Y en nuestra zona el mercado está reaccionando favorablemente, se saca mejor precio y hay más posibilidades de vender, porque hay menos ingresos de fruta externa”, agregó.

Al momento de asesorar interesados, indicó: “lo planteamos (al citrus) como una solución para productores que hacen agricultura o ganadería, que tienen 150 o 200 hectáreas y viven con la familia”. Explicó que les sugieren dedicar 5 o 6 hectáreas, que con mano de obra propia y bien manejadas pueden darle entre $80.000 y $120.000 de margen, “que ningún cultivo deja”. E insistió: “es una manera de ayudar a los números de la familia y la gente que lo hizo está conforme, porque es una entrada de dinero durante todo el año”. Puso un ejemplo: un agricultor de 100 hectáreas que dedique 5 al citrus, está sacando 5% del negocio. En tiempo les va a dedicar más que a las 95 restantes, pero “también les va a sacar más plata en promedio”.

La complementariedad es importante para diversificar el riesgo. “Por sí sola no la recomendamos, porque tiene muchas variables como el clima, enfermedades y plagas y un año malo capaz que te fundís”, advirtió. Pero hay que tener en cuenta los riesgos, un año cayó una pedrada y se perdió todo, porque seguros no hay.

Sobre el mercado financiero, Macín también indicó que no existen préstamos aptos en la zona. “Tal vez porque quizás de ambas partes a lo mejor nos hemos quedado”, supuso, y recordó que 25 años atrás la Asociación para el Desarrollo implementó líneas a 9 años, con 4 de gracia y 5 de amortización. También consideró que “cuando hay años de buena agricultura la gente se olvida de las otras producciones y se va a lo más fácil”.

De todos modos, Macín consideró: “en los próximos años creo que vamos a tener un incremento; porque se da que cuando hay fracasos, como nos pasó con la soja en los últimos años, la gente busca alternativas”.

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Lo nuevo. La superficie de quintas que trabajan al máximo potencial suman 200 hectáreas, con plantas de 20 años de promedio.

Foto: Juan Manuel Fernández

 

Más valor a leche y carne

Además de cítricos, Malabrigo produce granos, carne, leche y miel. “Somos los que más leche producimos en el departamento General Obligado, pero la transportamos a 300 kilómetros todos los días; hasta Franck o Gobernador Crespo”, dijo el Secretario de la Producción, Héctor Zorzón. Son 15.000 litros diarios, “un número importante”. Y por eso están apuntando a elaborar toda la producción en la localidad. “Tenemos pensado algo”, anticipó, como ensachetar o mixturarla con jugo de naranja, pero necesita -dijo- que los interesados se involucren para encontrar la manera.

Por otro lado, el municipio está pronto a inaugurar un frigorífico con capacidad para faenar 30 animales por hora (vacunos o porcinos). “Estamos pensando que sirva en toda la región; estamos en las instancias finales; creo que para septiembre lo vamos a inaugurar”, anticipó el funcionario. La idea es brindar solamente servicio de faena, ya que “en la zona no tenemos (plantas) y proliferaron las faenas clandestinas”. Por lo tanto buscarían frenar ese problema, pero también “darle una alternativa a pequeños y medianos productores”, sobre todo a los más chicos, “que no llenan una jaula y se les hace difícil comercializar”.

Zorzón indicó que la planta iniciará la actividad bajo la administración municipal y luego “la idea es hacer una sociedad mixta con un privado para darle sustentabilidad en el tiempo”. Un candidato podría ser la cooperativa, que viene creciendo en ganadería y avanza en la matrícula para ser matarifes abastecedores. También mencionó a frigoríficos de Buenos Aires, que compran novillos gordos en la zona pero llegan desmejorados a destino, y estarían interesados en comprar carne enfriada.