llegan cartas

A través de la palabra

MARGARITA GIORDANINO DE CASIM

margaritagiordanino@ hotmail.com

“Pluma es la lengua del alma”, Miguel de Cervantes.

Siempre la céntrica y medular sección Opinión de El Litoral me es interesante por actual, utopista y teórica, a veces; pragmática, otras; siempre pródiga, nutrida, íntegra, comprometida. Pero hubo artículos, hace unas semanas, que permiten afirmar que la escritura es la pintura de la voz, la literatura es el arte de la palabra y la lectura abre las puertas del mundo que uno se atreva a imaginar, me refiero a Cuaderno de viaje: en busca de poetas por Bechara Navratilova (03/6) y Sobre inscripciones sepulcrales: la más extraña de las convenciones literarias, por Silvio Cornú y Enrique Butti (29/5), acompañadas, ambas, por el signo ortográfico (*) asterisco, como llamada para la valiosa nota añadida. Me detuve en las bondades de esos escritos, en ese manejo tan cuidado y precisa apropiación de un lenguaje rico, bello en el camino de la pluma, luciendo, por ej., con claridad y respeto en un tema tan sensible como lo es la finitud de la vida en exequias, semblanzas postreras y oraciones panegiristas. Y somos usuarios únicos, inéditos, irreemplazables, impalpables por espirituales y palpables por ponderables... al dejarnos mirar, ver, oír, oler, saborear, sentir, comunicar, estimular, abrazar..., a través de ella: ¡la palabra!, medio de elevación, socialidad y conectividad.

Deseo transcribir, a manera de loa, un texto de Pablo Neruda, “La Palabra”: ... Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tiene sombra, trasparencia, peso, plumas, pelos, tiene de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaban arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.

¡Nos dejaron las palabras! Sólo nos queda honrarlas, homenajeándolos haciendo el más correcto uso de ellas.

Y recordemos que “Escribir es la manera más profunda de leer la vida” (Francisco Umbral, 1932-2007).

Gracias por este espacio.