Ignacio Andrés Amarillo
[email protected]
Este fin de semana es el primero de los dos que abarcará la tercera gira del Fede Teiler Trío por tierras mexicanas, con base en el Festival de Salvatierra, donde llega por tercera vez: en esta ocasión, compartirá el tour con la armoniquista Sandra Vázquez. Pero ésa no es la única novedad: poco antes de su partida editó “Juke Joint”, un disco donde comparte cartel con el guitarrista y cantante estadounidense Damon Van Buren y el legendario tecladista Deacon Jones, fallecido semanas atrás: esto le da un carácter especial a este lanzamiento casi póstumo. “Este disco es una mezcla de alegría y tristeza, porque saber que hace unas semanas se murió Deacon...”, reflexionó el bluesman santafesino en diálogo con El Litoral.
—Es una de las últimas cosas que dejó...
—Creo que le llegó el material, y cuando le pregunté a la mujer me dijeron: “Deacon está enfermo”. Sabía que le llegó a Damon, y le gustó. Estuve toda una noche pensando en preguntar cómo estaba Deacon, y me enteré a la mañana que había fallecido. Pero hay que dejar en claro que se vivió todo.
Este disco nació así: en la última vez que Deacon estuvo en Santa Fe se hizo una sesión de grabación en mi estudio; eso quedó ahí, después me separé de Mo’ Blues (con todo lo que tenía que ver con eso). Siempre me dio vueltas la idea de que eso no podía quedar, el material está muy bueno: lo de Deacon es arte puro; lo de Damon y la voz en inglés genera algo muy importante para acá. Pedí permiso a la mujer, le comuniqué absolutamente todas mis ideas, y fui incorporando gente: a Eduardo Rabufetti en batería, a mi hermano (Alejandro) en bajo...
—¿Quiénes habían grabado en la sesión original?
—Fue una sesión de Mo’ Blues, que se hizo en unos días libres. Entre las cuestiones internas que vinieron no hubo comunicación y seguí mi camino. La versión original era como una cuestión muy desmantelada; lo que traté de hacer es convocar músicos amigos: está Rico Rodríguez, un compañero de Mo’ Blues de muchísimos años; la invité a Sandra Vázquez que es una armoniquista muy copada de Buenos Aires con la que nos vamos a México.
Ahí empecé a hacer un pastiche. En el momento en que no funcione lo iba a dejar de lado, pero empezó a funcionar. Encima se lo mostré al “Turco” (Ramón) Elías, que es un vago del blues, y no le gusta lo que hago, es sincero y me dice la que debe ser. Y me dijo: “Ésta es una de las cosas más copadas”; hay varios amigos también que me centran.
Eso generó este disco que para mí está buenísimo y tenía que estar en Santa Fe. Y me di el gusto de hacerlo en un formato de lujo. Estoy muy a full con tener un disco nuevo: mi último trabajo de canciones propias tiene siete años, me da vergüenza para las radios. Entonces, cuando volvamos de México me voy a poner de lleno: están todas las ideas hechas, hay que ponerse a trabajar.
—Teniendo el estudio, ¿por qué estás en esa fase?
—En casa de herrero, cuchillo de palo. Es tremendo, incluso una de las cosas que pasó es que en mi intento de carrera solista hubo muchos cambios. De gira me fui siempre con músicos diferentes, tratando de dar forma a la cuestión, que no es fácil.
—Estabilizar una formación...
—¡Uff, tremendo! Más que nada es eso, y otra de las cosas es que no quiero que el músico esté comprometido tampoco demasiado con el proyecto, porque hoy un músico tiene que estar en varias cosas a la vez, a no ser que sea un grupo. Pero no le puedo negar a nadie que no tenga otros laburos y genere plata; el día en que yo sea Fito Páez se podría ver (risas).
—Y si vos estás haciendo la tuya, no le podés negar que haga la propia.
—Exactamente. Y hoy estamos en un círculo de gente en el que podemos darnos esos lujos. Pero por eso se demoró la parte creativa. Y por suerte, tuve bastante trabajo en el estudio, dejando lo propio para lo último.
—Podés tirar los créditos del packaging...
—Ana Paula Ocampo (mi esposa), si no fuera por ella todo sería mucho más difícil de hacer. Yo quería hacer el formato del estuche de vinilo, y a ella se le ocurrió el disco de cartón donde se coloca el CD. La verdad es que se pasó. También quiero agradecer a mucha gente que me bancó con dinero para llevarlo a cabo.
El formato físico de “Juke Joint”, con su estuche de LP y el “falso vinilo” que sostiene al CD. Fotos: Gentileza producción
Por aire y tierra
—¿Cómo se dio esta gira por México?
—El año pasado fui a este festival que se llama Salvatierra, es la tercera vez que voy. Apenas empecé el asunto solista mi hermano hizo el contacto, había ido Mo’Blues el año anterior y tuvieron muchísimo éxito. A Salvatierra, la llaman “ciudad mágica”: es como ir a Carlos Paz, la gente muy buena; vas una semana, estás en una plaza, se te acerca un músico y te ponés a tocar un rato con él.
Es un festival de tres días que convoca 2.500 personas por noche. Fuimos en 2015, hicimos Salvatierra y fuimos a Estados Unidos. El año pasado, hicimos Salvatierra solamente pero agregaron una semana más y pudimos tocar en León. Pensaba: “El próximo año cedo el lugar”. Es como el Festival de Blues: no ocupar un lugar que pueda tener otro. Y se dio la casualidad de que Sandra Vázquez tenía músicos que podían ir y otros que no. Entonces nos pusimos de acuerdo en hacer una banda homogénea para tocar los dos esa noche.
A Sandra la apadrina León Gieco, es muy buena; el novio (o marido sin papeles) fue tecladista suplente de La Mississippi (Tincho Amenábar), y tienen realmente la mejor onda. Vamos a aprovechar a armar la banda entre ellos y nosotros: mi hermano y Eduardo se ponen las pilas, porque es mucho trabajo ponerte a hacer el show de otro.
Todas las giras que hice, sobre todo solo, fueron una jugada económica mortal, que siempre me salieron bien. Si no te jugás decís que no, esta vez me costó decir que sí. Son dos fines de semana: el primero en Salvatierra, con el show de Sandra y el mío, después vamos a estar tocando en San Miguel de Allende, y está para confirmarse León, un lugar con muchos estudiantes.
—Cuando uno pasa a ser solista, la empresa es uno mismo.
—Sí. Pero me estoy tomando las cosas con muchísima calma. Me di cuenta de que teniendo familia lo que trato es tener dos o tres objetivos por año, que valgan el año y sean para mí importantes; y después tocar todo lo que pueda. Hace poco tocamos con Ricardo Tapia de La Mississippi: más allá del show son buenos momentos. El año pasado en Salvatierra estuvo The Kinsey Report, donde toca el guitarrista de Bob Marley (Donald Kinsey). Vino, me saludó, y después me dijeron quién era. Es encontrar la humildad. Hace poco tocamos con David Lebón y Jody Godoy de Vox Dei: hablamos un rato, con el tipo que grabó en “La Biblia”; se fue poco después, pero tocó “Génesis”. Lo que te llevás son todos esos recuerdos.
—¿Y qué objetivos quedan en el mediano plazo?
—El dolor que me quedó es que en noviembre venía Deacon para tocar. La idea es traer una vez al año a alguien de afuera: en marzo, tuve la suerte de (junto con mi hermano) traerla a Elnora Spencer. Tengo un CD en vivo de eso que está buenísimo, y para hacer un DVD, pero a lo mejor lo sacamos en pen drive, en HD. Es difícil sacar un material, el DVD está medio obsoleto, y el blue ray es muy caro para nosotros. Y para ciertas edades ya la cosa pasa por los formatos digitales online.