Estación Funk

No sólo de funk vive el hombre

El sábado a la noche se reeditó el ciclo en la Galería Garay. De la Rivera amplificó con su tonada electrofunk la propuesta pop con raíces negras de Nico Gómez y otro crédito local, Gogoclap, aportó su dosis rap a una fiesta de sonidos que se extendió hasta las primeras horas del domingo.

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El público vibró al ritmo De la Rivera entre bolas de boliche y plantas artificiales.

Fotos: Gentileza Federico Guadarrama

 

Leonardo Pez

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A la una de la mañana del último sábado de julio comenzó una nueva edición de Estación Funk. Gogoclap fue el primero en aparecer en escena. Cuenta Rodrigo Castillo -así se llama- que se acercó a la cultura hip hop a los once años, a través del breakdance. Ya en la adolescencia hizo sus primeras armas en rap, freestyle y beatbox. Hijo de Fredy Castillo, guitarrista de Manga, Gogo encontró dos aliados importantes en la música y en el micrófono, aparato que lleva tatuado en su brazo izquierdo. Hoy, mientras planifica la publicación de su primer álbum “Reíte”, Rodrigo se perfila como un joven exponente de la movida hip hop local.

Con la presencia de Gogoclap, el ambiente de Falucho se colmó de rap y beatbox. Un set de cuarenta minutos con versos urbanos sustentados en bases producidas mayormente por Nicolás Sarudiansky (Woodbox Studio) y con aportes de ConeBeats y Fluir. Los diez tracks del set se conjugaron en dos momentos, uno de soledad y otro de gregarismo. En el primero de ellos, Gogoclap interpretó “Desde mi infancia”, “16 pm”, “39 grados (baja el sol)”, “Tweak” y “Muevan”. El quiebre hacia el segundo momento se dio con la intervención de Answer (de Insolente Crew) en la interpretación compartida de “Sin problemas”. Siguió cayendo gente al baile. Con el aporte de Delfino Flow, Fluir y Dj Caz, se constituyó en escena la crew “Maicrofon Killaz”, que desplegó los tracks “Círculos”, “Subterráneo” y “Loops”. Para la última intervención, se incorporó la crew Insolente en su totalidad, mientras los Mandinga Style traducían al idioma del breakdance el sentimiento común de que algo estaba pasando en los cuerpos allí reunidos.

Un loop bailable

Cerca de las dos de la mañana, llegó el turno de Nico Gómez. El cantante estuvo escoltado por Franco Piccirilli y Federico Retamozo, en guitarras; Sebastián Trédici, en bajo; Nico Tropea, en batería; y Yan Álvarez, en coros. A tono con la elegancia de la noche, Gómez presentó una combinación de gorra, lentes oscuros a la moda, camisa de jean, calza negra y zapatillas deportivas. Nico articula su voz con la de Yan, y con movimientos sutiles, se acerca y toma distancia del micrófono de pie, envuelto en una especie de enredadera sintética. El groove se multiplica como si se tratara de un loop bailable. Al ritmo de los vasos y los cuerpos, circulan las influencias musicales del cantante y productor oriundo de Santo Tomé. Un abanico sonoro que va desde James Brown y Prince hasta el llamado “nuevo rock argentino” -Babasónicos, Los Brujos, Peligrosos Gorriones-, con una escala fundamental en Illya Kuryaki & The Valderramas.

Nico Gómez presentó un combo de canciones de sus dos últimos discos (“Conga santificada”, 2015; “Música en mi cuero”, 2013) grabados en forma independiente en su estudio, Zebramariposa Monostudio. La lista incluye “Tobogán”, “Alaska”, “Tropical”, “Hermana amada”, “Emocionante”, “Un perro y una perra” y “Rosagante” (sic), piezas que se desplazan con comodidad entre géneros diversos como electrofunk, pop, soul, ambient, trip hop y rap. Luego del set, el escenario parecía un campo perfumado por los aportes de Gogoclap y Nico Gómez, una ofrenda que seguiría creciendo más tarde con la música de De la Rivera.

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Nico Gómez aportó su groove a una noche que tuvo al funk como protagonista.

Funk retrofuturista en familia

A las 3 de la mañana, entre el sábado azul y un domingo sin tristezas, hizo su aparición De la Rivera. El trío craneado por Gastón Pérez Rivera (voz, guitarra) y sus primos, los hermanos Tomás (bajo, guitarra) y Lucas Rivera (sintes, programaciones, talkbox) nació en Villa María (Córdoba) allá por 2009, luego de su experiencia como Grand Sonar. De la Rivera explora la tensión entre lo viejo y lo nuevo, es retrofuturismo en acción. Además de una impronta musical que pivotea desde el funk old school hacia la electrónica, el pop y otros géneros, el trío villamariense muestra su costado indie al homenajear en un gesto vintage las marcas de su infancia y adolescencia con discos llamados “Family Game” (2015) y “Cassettera” (2012). Pero la independencia no se queda ahí. Gastón Pérez Rivera -alias Gasteishon- es uno de los fundadores de “Discos del Bosque”, sello independiente cordobés, al mejor estilo Laptra (La Plata) y Triple RRR (Buenos Aires).

De la Rivera recorrió sus tres álbumes en una noche donde la música disco pisó fuerte, en alianza con el electrofunk. Con “Enero en la ciudad”, la banda cordobesa convocó a una participación más activa del público con coros “al estilo Luis Miguel”. El clima bailable fue continuado por dos tracks de “Family Game” (“No juego” y “Fantasía”), y llegó a su pico en el hit “Flash”. La canción, ganchera y magnética, musicalizó años atrás los spots publicitarios de una bebida espumante en Argentina, y de una marca automotriz en Estados Unidos y Puerto Rico. Con un contundente set de cuarenta minutos -la regla de la noche-, De la Rivera demostró por qué posaron su mirada en ellos músicos y productores de la talla de Brian Gardner, Emmanuel Horvilleur, Rafael Arcaute y Nico Cota. La última estación de la noche continuó el espíritu de fiesta desprejuiciada con los DJ's Bruno Trédici y Gasteishon, y las intervenciones de beatbox, entre otros, de Gogoclap. Además, dejó un mensaje flotando en el ambiente: no sólo de funk vive el hombre, sino de toda música que lo haga vibrar.