REFORMA ELECTORAL: EL DEBATE QUE VIENE

Voto electrónico: una opinión a favor de “tecnología eficiente”

El constitucionalista santafesino Domingo Rondina dice que la condición esencial del sufragio es la transparencia. Y que ésta se puede garantizar con un sistema electrónico. Apoyo a un proyecto del diputado Eduardo Di Pollina para una boleta única digital.

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“No nos podemos seguir negando a la tecnología”, postula el abogado. Foto: Flavio Raina

 

Nancy Balza

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Domingo Rondina, abogado y experto en Derecho Constitucional, fue uno de los veinte especialistas invitados a participar, en febrero de 2016, de la ronda de consultas convocada entonces por el secretario de Asuntos Políticos del Ministerio del Interior, Adrián Pérez, para avanzar en una reforma electoral. “En ese momento -recuerda en diálogo con El Litoral- la mayoría de los técnicos que participaron estaban a favor, con algunas diferencias, de la incorporación de tecnologías electrónicas”.

Estudioso de la informática, considera que “tenemos que abordar de una manera seria la tecnología, que es algo que ocurre, que llega en algún momento. Si se elige negarse, cerrar los ojos y decir que no lo vamos a permitir, un día nos van a imponer cualquier cosa. Tenemos que capacitarnos y estudiar las alternativas disponibles para elegir algo razonable”.

En este punto razona que “el sufragio tiene una condición esencial que hace a su naturaleza y es la transparencia: esto quiere decir que lo que la gente vote se convierta exactamente en gobierno. Es la capacidad de que el mecanismo de participación redunde de manera efectiva y correlativa, lo más perfectamente posible, sobre los órganos constituidos”.

Por lo tanto, “en todas las situaciones hay que asegurar que lo que la gente quiso votar sea lo que provoca el resultado, pues si se provoca alguna alteración en esa transferencia de poder que se realiza a través del voto, se estaría violando el principio democrático esencial”. Siguiendo en esa línea, considera que la incorporación de tecnología tiene que ser “lo más eficiente en asegurar que la decisión de los votantes se convierta en gobierno”. ¿Cómo? “Tenemos que procurar que las máquinas de votación no tengan capacidad de conectividad, o sea que no puedan ser accedidas remotamente de ningún modo”, para limitar las posibilidades de hackeo. Además, “habrá que mejorar la tecnología lo máximo posible y lograr que los partidos políticos y la Justicia electoral tengan especialistas informáticos suficientemente capacitados para detectar accesos no autorizados.

—¿La principal objeción al voto electrónico es que puede ser hackeable?

—Es la principal. Para mí hay que reducir el riesgo más de lo que se redujo con los cajeros automáticos. ¿Es imposible el hackeo? No hay nada imposible. Pensemos cuánto hay de eso en la actualidad, porque el puntero que tiene prebendas o un fajo de billetes en el bolsillo es también un “hacker”. Tenemos casos escandalosos, como pasó hace cuatro años con aquella famosa urna de Tostado en la que intervine y terminamos llegando con las TOE al tribunal electoral porque se había adulterado el acta de votación y la cantidad que decía adentro de la urna no era la misma del acta. El voto electrónico va a permitir que se reduzcan esas posibilidades y seamos mucho más libres a la hora de decidir y más eficientes a la hora de sumar esos votos.

UNA PROPUESTA LOCAL

—¿La experiencia en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (donde el sistema se aplicó en 2015 pero cosechó críticas por su vulnerabilidad) le pareció positiva?

—Con respecto a Caba, antes de que se ponga en marcha hubo un montón de críticas y creo que tenía efectivamente un montón de defectos. También es cierto que cuando se detectan los defectos, no es difícil corregirlos. Y lo hicieron con casi todos los problemas y los “jugadores” del sistema, que son los partidos políticos, no impugnaron; porque todos contrataron fiscales digitales que no detectaron nada. En el otro extremo estuvo la experiencia de Salta, donde tampoco hubo problemas.

En cuanto al sistema que se usa en Buenos Aires (que pertenece a la empresa MSA), no es el que más me gusta. Prefiero un sistema donde el elector llegue a una computadora que no tiene conexión, que tenga software realizado por el Estado -y Santa Fe tiene un interesante desarrollo en esa materia- y que permita seleccionar opciones e imprima un ticket. Al mismo tiempo tiene que guardar en su disco rígido la opción que hizo el elector. Luego, el ticket va a un sobre en una urna y al mismo tiempo se imprime un comprobante para el elector. Es decir que hay un triple registro. Luego, la máquina realiza un recuento a la hora de cierre; el presidente de mesa transmite esos datos a otra máquina que sí tiene conectividad hacia afuera, y envía los datos al Centro de Cómputos. Es más, el sistema ideal es el que, después del recuento, permite escrutar el 10 % de las urnas para verificar la coincidencia de los resultados informáticos con el papel. Luego, a medida que pasen las elecciones y los fiscales informáticos de los partidos confíen en el sistema, se va a dar menos importancia al voto papel.

El diseño de este sistema no está sólo en su cabeza: “Es un proyecto extraordinario que realizó el diputado Eduardo Di Pollina hace más de un año, en el que colaboré e hice sugerencias que se incorporaron. Se llama boleta única digital y no es el voto electrónico en el sentido clásico de llegar, apretar un botón y salir”. Los detalles de esta propuesta pueden verse en el blog del abogado, en el artículo titulado “Dale F5”, en alusión a la tecla de actualizar que, en este caso, se aplica a “la pantalla del derecho electoral santafesino”.

“No hay un sistema electrónico perfecto -reconoce Rondina-, pero sí es cierto que la tecnología avanza. Constantemente hay votaciones en Internet para distintas cosas. Desde encuestas sencillas hasta organizaciones que otorgan premios luego de una votación on line. De a poco la democracia y la política van a participar más intensamente desde las computadoras. Lo que tenemos que hacer es crear una computadora especial para el acto eleccionario, pero dentro de 20 años deberíamos poder votar desde la notebook o el celular, como realizamos transferencias bancarias. Porque si votamos más fácil y rápidamente, vamos a poder decidir más. Y la idea de que la voluntad del pueblo se convierta en gobierno va a ser más cotidiana.

—El límite puede ser el universo de gente conectada a Internet.

—Es bastante grande este universo. Las estadísticas de las compañías de celulares indican que todos los argentinos tienen acceso a teléfonos smart. Hay una pequeña porción que está excluida y tiene que ver con un muy bajo nivel económico y de educación o con una cuestión generacional. E incluso los sectores menos preparados, más económicamente desprotegidos o más ancianos utilizan el cajero para sus percepciones salariales. Lo peor que nos puede pasar es que mañana se levante un presidente, un ministro y diga: ‘Ya que tenemos mayoría en las cámaras aprobemos este sistema’ y que ese sistema sea un desastre. Entonces, ¿seguimos resistiendo o empezamos a ver hacia dónde va eso y tratamos de contener los desbordes de los gobiernos?”

EL SISTEMA VIGENTE

En otro tramo de la nota, el constitucionalista Domingo Rondina evaluó que la boleta única papel que se aplica en nuestra provincia “ha sido un gran avance en un montón de aspectos, aunque tiene defectos importantes”.

En primer lugar, “no permite votar automáticamente al mismo partido en todas las categorías. El sistema electrónico sí lo permite y el proyecto de Eduardo Di Pollina lo prevé”. En el sistema actual “el problema es la fuerte disolución de los partidos como estructuras de discusión y, ya en el gobierno, como estructuras de contralor a favor del crecimiento de los candidatos individuales”.

En segundo lugar y sobre el argumento del “elitismo” del voto electrónico, “llevamos varias elecciones (unas 8 desde 2011 con este sistema) y seguimos teniendo problemas con la gente que no sabe cómo marcar el voto en blanco o que anula los votos”. “En esta última elección hubo quejas porque, como se sacó el casillero del voto en blanco, que me parece bien, la única forma de votar así fue no marcar ningún casillero, con lo cual la boleta viene ‘virgen’ y es fácilmente alterable”.

ALEMANIA

Alemania es uno de los ejemplos que citan quienes cuestionan la aplicación del voto electrónico. Allí, el sistema se comenzó a aplicar en 2005 y cuatro años después la Corte Suprema declaró inconstitucional su utilización. En este punto, Domingo Rondina aclara que allí “la Corte decidió que ese mecanismo, no el voto electrónico, tenía que suspenderse al menos por unos años, porque se dio por probado que no era claro de entender para la gente y lo que se perdía era el sentido de transparencia del voto” que es -como sostiene al comienzo de la entrevista- la “condición esencial” del sufragio.