CON LA MIRA EN EL MERCADO BONAERENSE
Inversión millonaria en Rafaela
CON LA MIRA EN EL MERCADO BONAERENSE
Inversión millonaria en Rafaela
En los próximos diez años, la empresa Lario tiene previsto desembolsar U$S 50 millones para construir una nueva planta en la ruta 34. Las líneas de jamones, bondiolas y salames que hoy se producen en la histórica fábrica de calles Fasoli y Paraná, se irán trasladando a las nuevas instalaciones en forma progresiva.

Mano de obra local. La empresa es una de las que más trabajo genera en la ciudad y la región. Fotos: El Litoral
Gastón Neffen [email protected]
La empresa Rafaela Alimentos, que elabora los fiambres Lario, anunció que dará un salto estratégico: va a invertir 50 millones de dólares en los próximos diez años para pasar de producir 3.000 toneladas de fiambres mensuales a más de 6.000 toneladas. El objetivo es competir en el mercado del Gran Buenos Aires, donde la empresa todavía no tiene un posicionamiento fuerte.
Con esta meta en la mira, la firma va a construir una nueva planta en el corredor de la ruta 34 en Rafaela. La idea es ir trasladando en forma progresiva, desde la fábrica tradicional (ubicada en la calle Luis Fasoli —el fundador de Lario— y Paraná) las distintas líneas de jamones, bondiolas, salames y salchichas a las nuevas instalaciones, en un proceso que va a llevar unos diez años.
El proyecto es más ambicioso. Lario está en conversaciones con el gobierno provincial para desarrollar todo un parque industrial en el sector que ocupará el nuevo frigorífico.
“La planta actual tiene más de 50 años y comienza a ser obsoleta. Estamos trabajando al tope de nuestra capacidad productiva y necesitamos crecer. En breve vamos a comenzar la primera etapa de esta inversión, de 8 millones de dólares, que va a renovar el equipamiento para producir fiambres”, contó Carlos Lagrut a, presidente de la empresa, en un reunión con periodistas de la que participó Campolitoral.
Fuentes de trabajo
En Rafaela, Lario emplea a 777 personas que elaboran jamón cocido y crudo, bondiolas, salames, mortadela y salchichas, entre otros embutidos. Es el negocio central. De una facturación anual de 3.000 millones de pesos, los fiambres generan la mitad (1.500 millones de pesos). Para producir las 3.000 toneladas mensuales de fiambre faenan 480 cerdos por día.
Lo interesante es que la empresa logra esta facturación por su posicionamiento en el interior del país —es la segunda marca, detrás de Paladini—, ya que en el Gran Buenos Aires no tiene una presencia tan importante. “Si queremos crecer en ese mercado, el principal del país, tenemos que aumentar la capacidad productiva e incrementar nuestra red de distribuidores. Si esa demanda explotara ahora no tendríamos como abastecerla porque ya estamos trabajando al tope de nuestras posibilidades”, explicó Juan Lagruta, quien también forma parte de la gerencia de Lario.
El directorio de la empresa también reconoce que sin esta inversión la competitividad de la planta se erosionaría en los próximos diez años por la falta de eficiencia en los procesos productivos.
La decisión de Lario es importante para Rafaela porque es una de las empresas que más puestos de trabajo genera en la ciudad y también implica desarrollar productivamente un predio de 50 hectáreas sobre la ruta 34.

Al público. La empresa tiene una carnicería al lado de la tradicional planta de Rafaela.
La exportación de carne
La otra pata es el negocio ganadero. En el frigorífico de Casilda trabajan más de 400 empleados que procesan 420 animales por día (8.400 por mes). Es una planta con altos estándares sanitarios y productivos que está preparada para exportar, pero está vendiendo el 80% de su producción en el país y el 20% se exporta.
Para Lario es un problema porque en el mercado interno tienen que competir con plantas que tienen menores costos, ya que no cumplen los protocolos y requisitos que se le exigen a un frigorífico exportador. No les quedó mas remedio por las restricciones a las exportaciones de carne vacuna que definió el gobierno anterior.
“En los últimos años, los beneficios que se obtenían de la producción de fiambres se volcaban a sostener el frigorífico vacuno. Pero creemos que este escenario se modificó y queremos estar preparados para cuando se acelere el negocio exportador”, sostuvo el presidente de Lario.
Por eso Lario invirtió U$S 3 millones de dólares para modernizar todo el sistema de despostado, colocar cintas para transportar los cortes vacunas y ampliar la capacidad para envasar la carne al vacío, entre otras reformas.
“La Argentina perdió 10 millones de cabezas en los últimos años y estimamos que ya se recuperaron 2 millones, pero el novillo pesado —que es clave para la exportación— todavía sigue siendo escaso y es una de las cuestiones a resolver”, advirtió Lagruta.
La recuperación de este frigorífico, que estuvo a punto de cerrar en la crisis de la aftosa en el 2001 y quedó “en rojo” durante la era de los ROEs, también es un indicador de que el negocio ganadero comienza a tener otro horizonte.

En el sur. Lario ya invirtió U$S 3 millones para modernizar el frigorífico de carne vacuna que la empresa tiene en Casilda.
3.000
millones
de pesos facturó Lario durante el 2016. La mitad con la producción de fiambres y el resto con el frigorífico de carne vacuna, la venta de carne fresca de cerdo y subproductos.
1.200
empleados
tiene Lario si se suman sus dos plantas frigoríficas: la de cerdos en Rafaela y la de carne vacuna en Casilda.

Traspaso. Carlos Lagruta y Luis Lagruta, presidente y vice de Rafaela Alimentos, junto a sus hijos que ya están integrados al gerenciamiento de la firma.
La visión y la carretilla
La historia de los fundadores de Lario es una más que ilustra el desarrollo de muchas localidades de Santa Fe. Historias de privaciones, de oportunidades y de trabajo duro. Según los historiadores, allá por 1910 los hermanos Luis y Bautista Fasoli, nacidos en Tonzanico, localidad ubicada en la región del Mandello del Lario (Italia), parten hacia esta provincia. En 1915 al llegar a Rafaela, “Don Luis” comienza a incursionar en la elaboración artesanal de chacinados, los que repartía en una precaria carretilla. Según el diario La Opinión, el oficio, que había aprendido de su abuelo y de su padre, le permite iniciar así un pequeño establecimiento industrial que luego se constituiría en una de las industrias líderes del sector. En aquel entonces, se debieron enfrentar situaciones difíciles al tener que competir con frigoríficos de renombre internacional. Pero gracias al empeño y a la dedicación de todo un equipo de trabajadores, estas desventajas fueron neutralizadas ofreciendo productos de altísima calidad, comercializados con la marca “Lario”. En 1920 el establecimiento se mecaniza y, poco tiempo después, en 1923 ya proporcionaba trabajo a 200 personas. Con la calidad como premisa base se comienza a producir una gran variedad de productos en forma prácticamente artesanal y, gracias a este impulso, la marca Lario se va convirtiendo paulatinamente en la marca preferida de los consumidores. En 1935 se decide ampliar las instalaciones para aumentar la producción. Se incrementa la mano de obra, generando empleo a más de 500 personas de los 23.000 habitantes de la ciudad. En 1944 se construye el actual edificio, y se destina principalmente a la elaboración de chacinados. La moderna construcción contaba con seis pisos y tres subsuelos, en un predio de 60.000 m2 de superficie. En el mismo año comienzan las exportaciones de carnes preparadas a Estados Unidos, aprovechando las oportunidades de exportación de alimentos que generaba la Segunda Guerra Mundial. El resto, ya es historia conocida.

Programado. El tradicional frigorífico de Rafaela se va a mudar en forma progresiva, en un plazo de diez años, a la nueva planta sobre la ruta 34. Fotos: El Litoral