Mano a mano de Nereo Fernández con El Litoral...

“Unión es lo más grande que hay”

El arquero, capitán y referente tatengue habló de todo: de su adolescencia como arquero de la policía, de sus viejos, de su relación con Spahn y de la ida de Brítez. Y tiró una sentencia: “Maurito Pittón tiene todo para ser el futuro capitán de Unión”.

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A los 38 años, Nereo Fernández ni piensa en colgar los guantes de arquero. “Estos tres años y medio que llevo desde mi regreso a Unión fueron los más felices de mi vida”. Foto: El Litoral

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial

a Mar del Plata)

Los años tienen sus pro y sus contra, sobre todo en el jugador de fútbol. Por un lado está el beneficio de la experiencia; de decir: “a esto ya lo viví, ya me pasó, no me puedo sorprender”, y también la solvencia y la seguridad para tomar alguna decisión, tanto adentro como afuera de la cancha. Por el otro, la natural consecuencia del inexorable paso del tiempo. Este es un caso atípico. Es cierto que los arqueros tienen una “vida útil” superior a la de cualquier jugador de campo. Y si no, hay un montón de ejemplos como los de Amadeo Carrizo, Hugo Gatti, el Mono Navarro Montoya, el Pato Fillol, Daniel Carnevali y así podríamos continuar sumando nombres de aquellos que hasta llegaron a sobrepasar los 40 años y se mantenían en un nivel superior.

Pero también es verdad que los reflejos van mermando, pero en contrapartida está la experiencia para adivinar las intenciones de aquellos que adentro de la cancha pretenden ajusticiarlos y fusilarlos como si fuese el peor de los enemigos. A los 38 años, Nereo Fernández es uno de esos ejemplos de alta vigencia, permanencia, jerarquía, solidez y ganas. Alguna vez, en un Unión-Boca en el 15 de Abril, escribí que “como el vino, cuánto más viejo mejor” para definir una notable actuación de Nery Pumpido, ya en el ocaso de una carrera monumental. Y esto también se puede trasladar a Nereo.

Esos años, su indiscutida ligazón con Unión y su cariño por el club también lo han llevado a convertirse en un referente, en el ejemplo a seguir y a imitar. Se nota ya desde hace tiempo que los pibes lo miran, lo observan y eso también es un compromiso y representa una responsabilidad para Nereo. Y lo sabe.

No es de muchas palabras, no es de andar haciendo declaraciones siempre, pero aceptó la invitación de El Litoral para un mano a mano en la tranquilidad de la siesta marplatense, después del almuerzo y antes de un pequeño descanso reparador para reanudar el trabajo en esta seguidilla de doble turno que organizó el profesor Lisanti para que en el poco tiempo de pretemporada, el plantel esté a punto para la vuelta oficial.

—Te voy a sorprender con la primera pregunta: si tuvieses la posibilidad de empezar de vuelta tu carrera como jugador profesional, ¿elegirías ser arquero?

—... Linda pregunta, muy buena... La verdad que sí, porque es lo máximo que me pasó en mi vida y estoy agradecido por este puesto y me siento un privilegiado.

—¿Quién te hizo arquero?

—Siempre me gustó el puesto y te voy a contar una anécdota: mi viejo, ya retirado de la fuerza policial, me llevaba cuando era chico a jugar los torneos. Me acuerdo que decía que le faltaba uno, que nadie quería atajar y entonces me llevaba. Yo tenía 12 o 13 años, era un pibito, y ahí me metía con los más grandes. Por eso le tengo que agradecer mucho a mi viejo, porque él me llevaba a esos torneos y a mí me encantaba.

—Uno siempre tiene a los padres como ejemplo y sin dudas que en tu caso te marcó muchísimo...

—¡No te das una idea...! Mi viejo y mi vieja sacaban plata de donde no tenían para bancarme y que pudiera viajar a los torneos libres con mis amigos, recorriendo la zona de donde vengo. Y hoy, todo ese esfuerzo se los agradezco a ellos porque fueron fundamentales.

—¿Qué otro recuerdo de la niñez, además de haber sido arquero de la policía?

—En la primaria teníamos jornada completa y siempre había una mentirita a mis viejos... Nos escapábamos y nos íbamos a jugar a la pelota. Mi niñez fue siempre con la pelota bajo el brazo y recordarlo me pone muy feliz.

—¿A qué arquero querías imitar cuando eras pibe?

—Te cuento lo que me pasó: en Gimnasia fui compañero del Mono Navarro Montoya y siempre le dije que él era mi ídolo. Recuerdo a mi viejo escuchando los partidos de Boca por radio y aquellas actuaciones notables del Mono. Desde ahí, fanático de él. Y después, cuando ya estaba en las inferiores de Unión, lo seguí mucho a Oscar Córdoba, tipo ganador, atajador, sacaba con las dos piernas y los dos brazos. Nunca los enfrenté adentro de una cancha, pero me encantó compartir el plantel con Navarro Montoya.

—¿Tuviste chances alguna vez de atajar en un grande?

—Independiente, San Lorenzo... ¡Me mató esa lesión que tuve...! Un día, el Tolo Gallego me dijo que me quería llevar a Independiente; y Fabián García, que lo había tenido como entrenador con Leo en Unión, me dijo lo mismo cuando estuvo en San Lorenzo. Fabián fue mi entrenador de arqueros cuando debuté y después estuvo con Insúa en San Lorenzo. Pero lo hice en Unión, y esto de volver al club y estar acá en mi última etapa, es lo mejor que me pudo pasar.

—¿Tuviste algún entrenador que te haya marcado para lo que es tu función específica?

—Gustavo Nepote. El me tuvo en inferiores cuando llegué a Unión y lamentablemente no he podido trabajar con él en un plantel profesional, cosa que me encantaría que alguna vez se produzca porque sería lo máximo para mí. Después, tuve muchos y siempre me ayudaron... Te doy un ejemplo: Diego Davobe. El trabajaba con Pipo Gorosito en Argentinos Juniors, allí lo tuve de entrenador, y hoy es el técnico de Godoy Cruz de Mendoza. Hace un par de días lo llamé para felicitarlo, porque es una gran persona y sabe un montón y se lo merece. Ahora trabajo con Rodrigo Llinas que también es un gran profesional y me está ayudando. La verdad, hoy puedo mirar a todos los entrenadores que tuve a los ojos y agradecerles por lo que hicieron conmigo.

—El famoso 1-2-5-9 es la columna vertebral de un equipo, pero está claro que si el “9” falla puede haber otro para meterla y así ocurre con todos, menos con el arquero. ¿Es el puesto más ingrato?

—Sí... Pero siempre se puede salir de todo eso. Hay que tener concentración, atención, trabajo e inteligencia para corregir las cosas que no pueden volver a pasar. Tengo muchos partidos en Primera y siempre me propuse estar a pleno físicamente y cuando entro a la cancha lo hago con concentración. Nada puede distraer a un arquero.

—¿Los momentos más felices y tristes de tu carrera los viviste en Unión?

—Siempre me reprocho las lesiones que he tenido, sobre todo la que tuve en la cervical y me marginó un poquito de lo que tenía en la cabeza, que era afianzarme en Unión y pegar el salto. Vivo el presente y lo máximo es estar en Unión. Llevo casi tres años y medio desde que volví a Unión y fueron los años más felices de mi vida. Disfruto cada momento, cada entrenamiento, cada charla con los utileros y con los compañeros y esto es lo que me hace feliz.

—Tenés 38 años, ¿pensaste hasta cuándo vas a jugar?

—Ojalá que sean varios años más. Me siento capacitado y muy bien. Por supuesto que la cabeza tiene que estar perfecta para que el cuerpo también responda. Ojalá pueda devolverle a Unión todo lo que me dio, porque Unión es lo más grande que hay.

—¿Pensás igualmente en el día después?

—No... te estoy diciendo la verdad. No sé cuándo llegará ese momento, seguramente me estaré preparando, pero no pienso en lo que haré el día que cuelgue los guantes y no ataje más. Creo que ese momento tardará un poco más en llegar.

—¿Cómo te llevás con Spahn?

—Bien..., charlamos cuando nos visita, no se hace presente casi nunca pero sabemos que está, que tiene su gente y sus colaboradores que están con nosotros. Sabemos cómo se maneja y lo que es como persona, seguramente cuando volvamos nos juntaremos como hacemos en cada temporada. Estamos bien.

—Hoy están terceros, ¿qué es lo que falta para pegar el salto que todos quieren?

—Nosotros tenemos que cuidar lo que logramos el semestre pasado y sabemos que tenemos un semestre difícil. El nuestro es un grupo chico, humilde, tenemos un gran conductor y lo que ambicionamos es dar el salto de calidad. Yo me lo propuse y quiero llevar a Unión a lo más alto. A Leo lo escuchamos mucho, piensa en grande y lo hace y dice con sencillez y le llega mucho al grupo.

—Cuando uno es chico se quiere llevar el mundo por delante. ¿Y qué pasa cuando ya es grande?

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Una constante en Mar del Plata: sacarse fotos con los hinchas tatengues que se acercan al hotel a saludar a los jugadores. Foto: El Litoral

—En su momento, escuchaba mucho a esos ex compañeros que ya no están jugando y tomé muchas cosas de ellos. Hoy mi función es ayudar a los más chicos. Nosotros lo tenemos a Maurito Pittón que puede llegar a ser el capitán de Unión, es correcto, gran jugador, serio y muy querido por todos los compañeros. Yo lo estoy apoyando muchísimo y veo que esta es la función que me toca: aconsejar, acompañar y ayudar a todos los chicos.

—¿Te imaginás entrenador en el día de mañana a pesar de que no pienses en el día después?

—No tengo curso hecho ni nada en la cabeza que me esté dando vueltas. Cuando llegue el momento lo veré. Me gustaría, pero te lo juro que no pienso en eso..., de última le pediré a Leo que me lleve de ayudante de campo (risas).

—La última. ¿A qué delantero nunca quisiste enfrentar?

—Uff, muchísimos... A Pepe Sand lo tuve de compañero en Argentinos Juniors y siempre nos hizo goles y no me sorprende su vigencia... Otro es Pisculichi, capaz, inteligente... Te repito, son muchos...

—¡Qué te conviene: que te quieran reventar la cabeza o que te encaren y traten de definir con más fineza?

—Prefiero aguantar y esperar que me pateen. Lo mejor que le puede pasar a un arquero es que le pateen cuatro o cinco veces en un partido y no que lo encaren mano a mano, porque hay muchos que en dos metros te pueden dejar en el camino. Además, hoy en día nos conocemos mucho porque los entrenadores son muy estudiosos de las características de los rivales y uno entra a la cancha con mucha información.

Habló de Marini y de Juampi Pumpido

—Nereo, te pregunto por dos técnicos: Juan Pablo Pumpido y Pablo Marini. ¿Qué impresión te llevaste de los dos?

—Fue duro el cambio de técnico en corto tiempo para el grupo. A Marini no lo conocía personalmente y él no conocía casi a nadie en el plantel y eso fue difícil, porque le costó llegarle al grupo y no nos fue bien. Respecto de Juampi, él siempre tuvo el apoyo de todos y nos fue bastante bien. Juampi quiere a Unión, es de la ciudad y tenía muchas ganas de progresar. Nosotros le brindamos lo mejor a él, a Patita Mazzoni y al profe. Seguimos en contacto con ellos y en ese momento demostramos en el día a día que lo bancábamos.

—Hay dos partidos, frente a Vélez e Independiente, que marcaron el alejamiento de Pumpido y Marini. ¿Hiciste la misma fuerza en ese vestuario para que se quedaran o te esforzaste por uno más que por el otro?

—Dirigentes, jugadores y cuerpo técnico estuvimos juntos a la hora de las decisiones. A Juampi en cancha de Vélez no lo pudimos convencer. El nos dijo: “Muchachos, soy de Unión, quiero a Unión, soy hincha y de la ciudad y voy a seguir viviendo en la ciudad”. Y no le pudimos hacer cambiar la decisión, pero me quedó claro el por qué, cuando dijo “soy de la ciudad y quiero vivir en la ciudad”. La salida de Marini fue más dura, siempre apoyamos para que nadie se quedara sin trabajo, pero tomó la decisión y es difícil torcerla cuando alguien se siente tan seguro de lo que está haciendo. Y él estaba seguro de irse.

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Juntos otra vez. Rodrigo Gómez y Nereo Fernández fueron compañeros en Argentinos Juniors, ahora que el Droopy llegó de México, vuelven a serlo en Unión. Foto: El Litoral

“Brítez hizo bien”

—¿Coincidís con lo que dijo Emanuel Brítez respecto de que se le hacía duro jugar con la camiseta de Unión y que ya le costaba disfrutar?

—Pienso que tomó la decisión correcta. Como jugador y como profesional, debía tener un salto en su carrera, experimentar otras cosas y saber lo que es jugar en otro club y en otra ciudad.

—¿Compartís entonces su decisión?

—Seguro. Ojalá Emanuel pueda triunfar porque tiene grandes condiciones y se lo merece. Le hará bien esta salida.

—¿El hincha lo sentirá?

—Yo sé que la gente lo quiere muchísimo a Ema, pero que el hincha de Unión se quede tranquilo porque en algún momento va a volver. De eso tampoco tengo dudas.