Comienza la visita a Perú

Tala ilegal y prostitución: una convulsionada Puerto Maldonado espera al papa Francisco

  • Rodeada por una sábana de árboles y el caudaloso río Madre de Dios, la ciudad amazónica de Puerto Maldonado, una de las zonas más críticas del Perú por sus problemas sociales y ambientales, se prepara para recibir el viernes al papa Francisco en medio de una mezcla de algarabía y recelo.

Rosmery Cueva Sáenz

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DPA

“La Amazonía reúne miradas de muchas personas que a veces son peligrosas y necesita la bendición del papa, de su palabra de esperanza”, dice el obispo de Puerto Maldonado, David Martínez, en la televisión días antes de la llegada del papa.

En la ciudad de casi 100.000 habitantes, que convulsiona por la tala de madera y la minería ilegales, la trata de personas y la prostitución de niñas y adolescentes, un grupo se alista para recibir a Francisco con cánticos y muestras de agradecimiento, mientras que otro desconfía de él y teme su presencia.

“Los mineros y madereros tienen miedo de que el papa se muestre en contra de ellos y que el Gobierno tome eso de pretexto para sacarlos y traer a grandes empresas. Yo quiero que se vayan porque es horrible lo que hacen, pero no es tan fácil”, sostiene en declaraciones a dpa el sacerdote suizo Xavier Arbex, quien vive en la Amazonía desde hace más de 30 años.

El grupo temeroso no se muestra en la ciudad. Según Arbex, de 76 años, es poco probable que aparezca cuando Francisco pise la tierra amazónica. Sin embargo, el otro sector, integrado por católicos e indígenas, sí se hace notar.

En el recorrido que hará el papa en la ciudad, desde el aeropuerto hasta un centro pastoral eclesiástico, decenas de carteles y afiches se alzan con la fotografía del pontífice y mensajes de bienvenida y agradecimiento: papa Francisco, ¡la Amazonía te recibe!.

“Es una alegría. Antes de morir voy a ver a un papa en mi ciudad y no será por televisión”, comentó a dpa Gerardo Samaniego, de 47 años, cuya motocicleta funciona como transporte público.

En el colegio Santa Cruz, más de 100 niños practican desde noviembre los tres cánticos con que recibirán a Francisco en el aeropuerto. En la única cárcel de la ciudad, los reos dan los últimos detalles a las más de 300 sillas de madera que se usarán para el encuentro entre el papa y líderes indígenas.

Desde que se anunció la visita a la capital del departamento de Madre de Dios, las autoridades lograron que la ciudad luzca más ordenada, segura y bonita. Se pintaron las fachadas de los lugares públicos y ahora se ven a policías en la plaza y las principales calles durante todo el día.

Desde la capital, pareciera que Madre de Dios no fuera una de las zonas más críticas del Perú. Hace falta recorrer cientos de kilómetros para llegar a las miles de hectáreas deforestadas, ver los ríos contaminados y conocer los prostíbulos que esclavizan a niñas y adolescentes.

Quienes presencian la mayor parte de esos problemas son las comunidades indígenas, instaladas en los bosques y desplazadas por los que habitan la ciudad. La pobreza, la discriminación y los peligros que enfrentan son los motivos por los que tendrán un amplio espacio con el papa.

Se estima que más de 1.500 indígenas escuchen al pontífice en el coliseo Madre de Dios, donde los líderes de las comunidades le entregarán documentos para pedir apoyo contra la depredación y contaminación de los bosques y la ausencia del Estado en temas de salud, alimentación, educación y vivienda.

Como parte de su agenda, el papa visitará además el albergue Principito, fundado hace 11 años y que reúne a unos 40 niños que provienen de la pobreza y la violencia bajo el cuidado de Arbex, un sacerdote forjado en la Teología de la Liberación. Los menores también recibirán con cánticos al papa y mensajes de agradecimiento.

La pequeña Puerto Maldonado ya no cuenta con hospedajes disponibles para mañana, por lo que el Gobierno departamental ha instalado más de 8.000 carpas para los 300.000 visitantes que se estiman que lleguen desde localidades del Perú e incluso desde Bolivia y Brasil.

Casamiento en pleno vuelo

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Los tripulantes Carlos Ciuffardi y Paula Podest Ruiz fuero unidos en matrimonio “en pleno vuelo” por el papa.

Foto: Agencia EFE

 

El papa Francisco casó a dos tripulantes del avión Airbus de Latam en el que viajó de Santiago a Iquique, en pleno vuelo a 10.000 metros de altura, lo que el mismo calificó como un “hecho histórico”.

El pontífice unió en ceremonia religiosa a Carlos Ciuffardi y Paula Podest Ruiz a mitad de camino en el avión en que unió los 1.400 kilómetros que separan a Santiago de la ciudad del norte de Chile, donde realizará una misa a las 11,30.

Jorge Bergoglio sorprendió al casar “por Iglesia” durante el vuelo a los tripulantes que le habían pedido una bendición para el matrimonio civil que habían celebrado en 2010.

En ese entonces debieron cancelar la boda religiosa por el terremoto que azotó al país trasandino.

“Quieren casarse ahora? Bueno, los caso”, los sorprendió el Papa cuando le contaron la historia.

Francisco estaba en el asiento 1A, la mujer en el 1B y su marido en el 1C.

“Ojalá esto motive a las parejas del mundo a celebrar este sacramento. Es algo histórico. Por eso lo hago”, les dijo Francisco, que les avisó: “necesito un testigo”.

“En ese momento tuve cerca al dueño de la empresa (Latam), Ignacio Cueto, que aceptó ser testigo”, contó Ciuffardi a los periodistas que viajaban con Francisco a bordo del avión, entre ellos Télam.

“Ahí nomás el Papa les dijo a los cardenales que redacten el documento vaticano. Y ya está lista el acta”, contó el flamante y renovado esposo, de 41 años, quien agregó: “Nos dijo que es algo histórico, que nunca el Papa había casado a nadie arriba del avión”.

Luego, Paula, de 39 años, contó que tienen dos hijas, Rafaela de 6 e Isabela de 3.

“Nos dijo que no usemos las alianzas demasiado apretadas porque torturan, pero tampoco demasiado holgadas porque se caen”, relató ella.