En la conmemoración del “Día Internacional del Agua”

El campo y su primer recurso

En el año que pasamos de la inundación a la seca, Campolitoral conversó con dos referentes del tema para analizar la situación y planificar algunas estrategias de manejo que mitiguen el impacto tranqueras adentro.

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Divino tesoro. Para los especialistas llegó la hora de hacerle caso al cambio climático y actuar en consecuencia.

Foto: Campolitoral

 

Federico Aguer

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Según el geólogo Rubén Tosolini del INTA Rafaela, “se nos dio vuelta el escenario en 4 meses”, al analizar que veníamos con un problema de anegamiento generalizado en el Centro y Sur de Santa Fe, y entramos en un período de “sequía importante”. También expresó que se trata de “un evento muy particular”, ya que hay que remontarse hasta 1908 para encontrar un régimen de precipitaciones tan escaso. “Es una sequía totalmente atípica, el único año parecido fue 2004, con un primer bimestre con pocas lluvias pero que se revirtió en marzo”, recuerda.

Para Tosolini, esto ha provocado un descenso de los niveles freáticos en la región, pero que “el problema sigue latente”. Según las mediciones que están haciendo desde INTA Rafaela, se observan valores de 2 metros en el nivel en la zona, para toda la región central de Santa Fe, lo que implica un descenso de 1.20 a 1.50 de promedio. “Hay valores de todo tipo, pero las napas están por debajo de 1.50 a 2 metros en casi toda la región, aunque también hay zonas con valores cercanos a los 3 metros. Están en valores que dan cierta tranquilidad por ahora”, sostuvo.

Lo que viene

A futuro, el geólogo se pregunta qué puede pasar en un futuro cercano. “Depende de cómo vaya a llover, si se normalizaran las lluvias no habría riesgo de ascenso generalizado de las napas. La naturaleza se encargó de acomodarlo pero a un costo altísimo, sin lluvias desde noviembre. El impacto es muy grande, porque toda la zona estaba sembrada con cultivos. Se habla que en abril habría cierta normalización, de ser así no debería repercutir en los perfiles que están muy secos, y se recargarían.

Estamos en un descenso constante de la napa, y de no mediar lluvias excepcionales tendríamos un cierre de año con una tendencia más estable de 2 a 3 metros”.

Para Tosolini, los sistemas ganaderos sufren por la escasez de pasturas, “pero se está notando un descenso de las napas en el norte provincial y eso trae aparejado problemas de cantidad y calidad de agua”. Y ante esto, aconsejó que el productor tome medidas que mitiguen el impacto. “El primer detalle es que se haga un balance de la oferta y demanda de agua, junto con su capacidad de almacenamiento. Si lo tengo en la oferta (en la calidad o cantidad) o del almacenamiento. Hay un poco de todo en la región, si hace perforaciones, cómo hacerlas, hincapié en la cosecha de agua de lluvia y cómo almacenarla, una recarga de acuíferos, o como mezcla con otras fuentes de peor calidad: el abanico de posibilidades es grande, pero siempre discutiendo alternativas ante un escenario que si persiste se va complicar para la ganadería desde las pasturas y desde la oferta de agua”.

Manejo y perspectivas

Según el Ing. Agr. Alejandro Lahitte (Soc. Rural de Tostado, CRA e INTA), llegó la hora de empezar a creer en los pronósticos que advertían la gravedad del cambio climático. “Siempre fuimos un poco escépticos de toda esa información y ahora tenemos que estar mas atentos. El fenómeno Niña o Niño se han potenciado sobremanera, y sus efectos se van a hacer cada vez más acentuados. Éramos un poco descreídos, pero con lo que estamos viendo, está claro que hay algo en el medio y se está dando. En eso deberemos ser más prudentes, cautelosos y previsores en los planteos productivos”, aconsejó.

Según el especialista en maneo de agua, si antes “El Niño” generaba unos 30 mm. más de lluvia, ahora pueden llegar ahora a un 50: “no lo sabemos, y lo mismo con La Niña con la sequía, tampoco lo sabemos”. Además, enfatizó que en ese contexto de incertidumbre aparecen señales que podrían afectar a la producción.

“En los planteos ganaderos, manejar mejor la carga por hectárea es clave, y sobre todo poder anticiparse. A todos nos sorprendió la seca con cargas altas y en un período estival en el que no hay crecimiento de pasturas”, manifestó con cierta autocrítica. “Aquí es muy importante el perfil de agua en el suelo. Si los pronósticos son como los de diciembre, los perfiles de humedad tienen que ser superiores a los que venía llevando”, agregó.

Cambio de paradigma productivo

En este sentido, apeló a fomentar una nueva cultura de producción: “prestarle mayor atención a las perspectivas climáticas. Pero no sólo saber leerlas, sino tomar las acciones ejecutivas, y eso es lo que más nos cuesta los productores”. Según Lahitte, la única forma de mitigar este flagelo es bajar cargas y no sobreexplotar los acuíferos, con los molinos a “media rienda”, y con extracciones lentas de agua para no salinizarla. “Paciencia, no desesperarse, trabajar los molinos sin sobreexigirlos. En julio o agosto recién se podrá ver la tendencia que viene”, manifestó.