Sin un “9”, a Colón le costó mucho doblegar a Armani

La lejanía del gol

Tuvo chances en el primer tiempo, pero le faltó la implacable presencia de alguien que tenga manejo de área. Toledo, por ejemplo, tuvo tres chances, pero no las pudo aprovechar. Tampoco es su misión, ni mucho menos su virtud. Después de los cuatro a Patronato, Colón lleva dos partidos sin convertir. Coincide con la ausencia de Correa.

La lejanía del gol

Una de las opciones claras de Colón en el primer tiempo. Gustavo Toledo recibió de Bernardi, quedó solo ante Armani y no se animó a patear al arco. Tiró el pase atrás y la pelota fue rechazada por los defensores de River.

Foto: Manuel Fabatía

 

Enrique Cruz (h)

Desde que se inventó el fútbol, se sucedieron esquemas tácticos y dibujos más o menos ofensivos. Pero más allá de eso, la cuestión siempre pasó por la ocupación de espacios y por la impronta individual de los jugadores. Es verdad que agregar delanteros no significa que un equipo sea más ofensivo. Pero también es cierto que cuando un equipo dispone de uno o dos jugadores con agresividad, conocimiento y capacidad a la hora de maniobrar cerca del área o adentro de ella, frente al arquero rival, hay más chances de llegar al gol.

No es una fórmula infalible. Muchas veces se prefirió llegar desde atrás, por sorpresa, a ocupar posición de gol. “Prefiero volantes con llegada a jugadores que se queden estáticos allá arriba a la espera de una pelota”, supieron decir los técnicos a lo largo del tiempo. Colón, que jugó sin una referencia de área, apeló a esto último en los primeros quince minutos del partido. Y lo consiguió, sobre todo con un muy buen rendimiento en esa parte inicial de Toledo. Pero tanto él como Estigarribia, el otro jugador de Colón “no-delantero” que tuvo una chance concreta, fallaron en el toque final, en el momento de la definición, en ese instante supremo en el que el oficio vale millones y millones de dólares.

No se equivocó Domínguez cuando fue a buscar un “9” en el receso y se lo hizo comprar a la dirigencia (me refiero a Correa). No se equivocó porque languidecía esa lucecita de esperanza que se había prendido con Leguizamón; y también porque Vera no le daba ninguna solución, echando por tierra en toda esta Superliga lo que había construido con un primer semestre de 2017 que fue bueno y que, en ese entonces, justificaba plenamente los 15 millones de pesos que el club había puesto para traerlo de Independiente.

Colón jugó un aceptable primer tiempo, pero sin gol. Hizo mejor las cosas que River, pero sin contundencia. Y el segundo tiempo fue todo lo contrario, sobre todo a partir del ingreso de Quintero, jugador clave en la mejoría de River.

Se puede trabajar a un equipo para que los volantes o incluso los defensores puedan llegar al gol; pero no se puede depender exclusivamente de ellos. Por algo existen los goleadores y por algo se convierten en los jugadores más cotizados del mercado.

¿Quién fue el jugador con más chances de convertir en Colón? Toledo. El mismo que marcó un golazo contra Patronato, por la brillante jugada previa colectiva, pero que no puede convertirse en el depositario de la confianza del gol, cuando su función es claramente otra.

Domínguez ha tenido la virtud de armar un buen esquema defensivo; en eso no falló. Y también encontró una cuota de gol indispensable en Correa. De no haber sido por esto, su camino en este torneo habría sido más pedregoso de lo que fue. Encontró una línea de juego medianamente aceptable en dos o tres partidos de esta parte final, y punto. Con un plantel de riqueza técnica y cantidad de jugadores como para armar algo mejor, le costó mucho encontrar un equipo titular y un rendimiento confiable.

El cero de Colón en el arco de enfrente, sin Correa, no sorprende pero preocupa. No puede ser que se tenga que depender tanto del aporte de un solo jugador, pero menos mal que, cuando estuvo, Correa respondió. Si no, la realidad de este equipo habría sido todavía más preocupante porque sin gol es imposible ganar un partido.

Colón pudo perder tranquilamente el partido. Lo salvó Domínguez, en mayor medida, y la dupla Conti-Ortiz. Como fue casi siempre en este torneo. Sumo a Fritzler. Las figuras de Colón, generalmente, anduvieron girando en torno a estos mismos nombres. Salvo alguna excepción llamada Correa, que ahora hace sentir su ausencia, que no es más que enfermar a Colón de anemia de gol.

Lifschitz fue a la cancha

El gobernador de la provincia, Miguel Lifschitz, estuvo presente en el Brigadier López y vio el partido en el palco principal, acompañado por su ministro de Gobierno, Dr. Pablo Farías.

Lifschitz siguió atentamente las acciones del encuentro y luego compartió un grato momento con los directivos rojinegros.

El gobernador había estado presente, el jueves pasado, en la visita de Claudio Tapia a la Casa de Gobierno durante la presentación de la Copa Santa Fe. Y allí aprovechó para pedirle, al presidente de la AFA, que Santa Fe sea subsede del Mundial de 2030.

¿Correa pedirá jugar?

Pese a que el diagnóstico fue “ruptura fibrilar de grado menor” y que recién lleva menos de diez días de recuperación, el delantero Javier Correa se pondría a las órdenes de Domínguez para jugar el encuentro del jueves ante Vélez, lo cual sería una verdadera sorpresa, más allá del natural riesgo por el poco tiempo de recuperación.

Está claro que una cosa son las ganas que pueda tener el futbolista y otra su recuperación desde el punto de vista científico.

Correa entiende que no puede faltar en un partido en el que Colón tiene la obligación matemática de ganar y por eso hará el máximo esfuerzo para que Domínguez lo tenga en consideración. ¿Podrá?