Un verano tórrido

El PJ santafesino se sueña en el mapa nacional. En la bota habrá elecciones antes que en el país. En febrero se cerraría el libro de pases para armar candidaturas y frentes.

Luis Rodrigo

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La elección de gobernador de 2015 redujo al peronismo santafesino a convertirse en una tercera fuerza, a pesar de retener la mayoría en la Cámara de Senadores. Allí -y en parte de la llamada corporación judicial y en la conducción de los gremios- es donde se aloja la mayor cuota de poder de los dirigentes del justicialismo provincial.

Tras los acuerdos de 2017 que permitieron un marco para que la palabra “unidad” vuelva a la sede de calle Crespo, 2019 luce muy distinto para los peronistas que miran al mapa de la bota con otro apetito.

Quienes toman decisiones en la mesa chica del PJ observan el panorama y sacan cuentas. La división en dos de la UCR entre radicales frentistas y radicales-PRO, y su consecuencia: la ruptura del conglomerado de partidos con que se armó el oficialismo provincial desde mucho antes de 2007, más las candidaturas que aún se discuten en el Frente Progresista, las internas duras del socialismo, el retiro de Miguel Torres del Sel, y hasta el contexto nacional parecen alinearle los planetas.

“No hay jefaturas nacionales o provinciales. Ni un intendente con votos”, dicen los dirigentes. Imaginan una interna entre dos candidatos a gobernador de peso, con el senador nacional Omar Perotti y la ex vicegobernadora María Eugenia Bielsa, alguna lista K y hasta otra del massismo. Hoy todos están dentro del PJ.

Hay un juego de anuncios, poses y amagues en todos los sectores políticos. Siempre los hay cuando están cerca los comicios y sigue sin oficializarse el calendario electoral, que le pondrá plazos. Y en esas definiciones se inscriben las reuniones entre Bielsa y Perotti -y sus mutuos convites a ser sus vice o apenas candidatos a intendentes (en Rosario o en Rafaela)- y los movimientos de cada uno de ellos con el resto del peronismo. Habrá fotos y rumores hasta febrero.

En ese amplio abanico de legisladores, intendentes, presidentes comunales, concejales y dirigentes barriales y sindicales, todos con pequeñas cuotas de poder territorial, de identificaciones nacionales y estrategias frentistas, Perotti y Bielsa saben que hablar -y negociar- con los senadores es clave.

Perotti lo hizo desde que con el PJ presidido por Ricardo Olivera acordó con Agustín Rossi no molestarse en sus objetivos: Rossi pudo ser diputado nacional y ahora mantener sus aspiraciones a precandidato presidencial y no bajará a disputar la interna con Perotti para la elección de gobernador.

Bielsa había comenzado casi de espaldas a los dirigentes justicialistas a armar una experiencia política distinta con extrapartidarios, sobre todo ha avanzado mucho con Ciudad Futura, y ha logrado sentarlos con la mesa chica del PJ a sus posibles aliados: Héctor Cavallero (PPS), Carlos Del Frade (Frente Social y Popular) y Rubén Giustiniani (Unidad y Participación) hablaron con Olivera, con el jefe del bloque del PJ en el Senado, Armando Traferri y con el presidente provisional de esa Cámara, Rubén Pirola. Allí estaba además el diputado Leandro Busatto. Silvina Frana, ausente con aviso, volvía de obtener su foto con el Papa Francisco.

Se dice que la reunión comenzó con Del Frade lamentando que los senadores del PJ no permitan subirle impuestos a cerealeras y bancos. También que un par de los concurrentes se retiró antes y que se notaron algunas incomodidades más. No eran el agua y el aceite, pero la mezcla luce difícil.

Se asegura que -como pocas veces- a Bielsa se la vio preguntar muy especialmente por cómo avanzar con la constitución de un frente, más allá de que nunca habló de su propia candidatura. Fuera del PJ, un observador sin tanta experiencia resumió: los que vinieron a Santa Fe eran todos del sur.