José Luis Saldaño falleció este jueves a la mañana...

Tristeza sin fin: murió “Poroto”

Jugó dos años en Colón pero fueron suficientes para recibirse de ídolo. Después, se quedó a vivir en Santa Fe y a disfrutar de ese cariño que parecía siempre eterno. Un tipo absolutamente querible, divertido y que se llevó goles, talento, anécdotas, ocurrencias y risas al cielo.

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José Luis Saldaño en el festejo de uno de los 24 goles que convirtió en 48 partidos con la camiseta sabalero, que le alcanzaron y sobraron para convertirse en un ídolo indiscutido.

Foto: Archivo El Litoral

 

Enrique Cruz (h)

Tristeza. Mucha tristeza. Si bien su salud se había deteriorado y tuvo, de hecho, un episodio cardíaco hace algunos meses que lo obligó a una internación, se había recuperado y continuaba regalando amor a su familia y alegría a todos los que lo conocían. Pero su corazón no pudo más. Y “Poroto” Saldaño se fue de este mundo, dejando eso: mucha tristeza. Pero también un recuerdo imborrable y un cariño eterno en los hinchas sabaleros, a pesar de que ni siquiera llegó a los 50 partidos con la rojinegra de Colón.

Murió José Luis Saldaño. Se fue un ícono de la historia sabalera, uno de los integrantes de aquél equipo que el hincha sabalero disfrutaba por lo bien que jugaba, en 1975. Ese fue el año de su llegada a Santa Fe. “Poroto” había nacido en Córdoba y su carrera se inició en Instituto y tuvo un paso por Belgrano. Pero en Alta Córdoba, integró un equipo muy recordado que disputó el Nacional de 1973, acompañado de enormes figuras como Mario Alberto Kempes, Osvaldo Ardiles y Daniel Willington, además de Beltrán y Ceballos, para formar un equipo inolvidable. Esos jugadores militaban en la Liga Cordobesa, clasificaban al Regional y de allí al Nacional. Eso fue lo que vio Menotti en su momento, para armar una selección del interior —que “Poroto” integró—, reclutando grandes figuras que luego fueron campeones del mundo.

El doctor Marcolín lo trajo a Colón de la mano del Gitano Juárez. Había que reforzar un gran equipo, el de 1974, que ya tenía a Baley, Araoz, Villaverde, Trossero, Zimmermann, el “Negro” Fernández, “Cococho” Alvarez, Carlitos López y la “Yegua” Coscia, entre otros. Mientras Unión armaba la revolución del Toto Lorenzo, Colón sumaba dos o tres jugadores clave al equipo. Y “Poroto”, al igual que Mazo, eran esos aportes de indiscutible jerarquía para un equipo que daba espectáculo, que tenía un respeto ancestral por la pelota, que emocionaba a los hinchas de Colón, que estuvo 18 partidos sin perder (toda una rueda de aquél viejo Metropolitano) y que no perdió uno solo de los cuatro clásicos que se jugaron en ese inolvidable 1975.

“Poroto” se quedó en el 76 a jugar en Colón y después se fue a Huracán —otro equipo que jugaba muy bien al fútbol por aquéllos tiempos— y posteriormente llegó el momento de su gran consagración: fue campeón del mundo con Boca en 1978, siendo titular en la final ante el Borussia de Alemania. El Toto Lorenzo lo puso desde el arranque y lo sacó en el entretiempo, cuando Boca ya ganaba 3 a 0. Era muy risueño escucharlo a “Poroto” contando las anécdotas de aquella noche de mucho frio en Alemania y del recuerdo que se trajo: le hicieron comprar un violín... ¿Para qué habrá querido “Poroto” Saldaño un violín...? La contaba a su estilo, con esa tonada cordobesa que lo acompañó hasta el último de sus días y que despertaba carcajadas en todos los que lo escuchaban.

La última vez que hablé con “Poroto” fue cuando le dieron el alta, el año pasado y lo cruzamos al aire en radio con “Chocolate” Baley, su querido ex compañero en Colón y también en Huracán. “Cuando vengas a Córdoba no me vas a conocer, porque estoy más rubio”, le dijo, de entrada, el “Negro” Baley, un “arquerazo” que en ese tiempo le hacía sombra a los dos monstruos que tenía el fútbol argentino: Fillol y Gatti.

“Poroto” fue entrenador de Colón, se formó una agrupación con su nombre y el apellido Saldaño se fue inculcando y prendiendo de generación en generación. Eligió Santa Fe para vivir, entre otras cosas, porque sabía que su nivel de idolatría (insisto, a pesar de haber jugado algo menos de dos años y de 50 partidos) le iba a permitir tener siempre a mano a mucha gente que lo amaba. Claro que la otra parte de la ciudad, por la natural rivalidad entre sabaleros y tatengues, no pensaba de la misma manera. Pero con el tiempo, en “Poroto” triunfaron su hombría de bien y ese cariño que sabía ganarse, por más que haya sido un símbolo indiscutible de la otra divisa.

Murió José Luis Saldaño. Y no lo tendremos a mano para divertirnos con sus ocurrencias y sus anécdotas. En todo caso, quedarán siempre vivas en el recuerdo de aquéllos que lo vieron jugar, de los que gritaron sus goles, de los que lo elevaron al pedestal de ídolo y de los que valoraron su gran sentido de la amistad, su humildad, sus logros, su rica historia, su talento y su calidad y calidez humana. Ya “Poroto” descansa en paz. Dejó en la tierra un gran legado. Para su familia, para sus amigos y para todos los hinchas sabaleros.

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La foto es del clásico que se jugó en cancha de Unión y que terminó 1 a 1 en 1975. De pie: Costantino, Cococho Alvarez, Mazo, Leroyer, Villaverde y Edgar Fernández. Agachados: Mariano, Araoz, Poroto Saldaño, Coscia y Villarruel. Fútbol en estado puro.

Foto: Archivo El Litoral

El cortejo pasará por Colón

Los restos de José Luis Saldaño son velados en Santa Lucía hasta este viernes a las 10.30 de la mañana, hora en la que partirá el cortejo hasta el crematorio del Cementerio Municipal.

Los familiares han resuelto que antes de eso, los restos del popular y admirado delantero de la década del 70 pase por el club Atlético Colón. Será un momento de mucha emoción, en homenaje a un hombre que dejó una estela imborrable en su paso por la institución.