Recordando al inolvidable “Poroto” Saldaño...

La pasión e idolatría del “famoso cordobés”

A los 70 años, hace algunas semanas, se fue un hombre muy querido por la gente de Colón. José Luis Saldaño, otrora futbolista de Bella Vista, Instituto y Belgrano de Córdoba, Rosario Central, Colón, Huracán y Boca Juniors.

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Será muy difícil que algún hincha de Colón lo pueda olvidar. José Luis Saldaño es un hombre que dejó su sello. Y eso que ni siquiera llegó a jugar 50 partidos con la rojinegra sabalera.

Foto: Pablo Aguirre

 

Tomás Rodríguez

Saldaño surgió desde la pobreza de un barrio humilde, de guapos, de la Córdoba de antaño, se formó en los potreros, conoció el hambre y alcanzó el sueño de su reconocimiento por parte de las hinchadas de Instituto, Colón y Huracán; llegó a actuar en la selección de César Luis Menotti y fue campeón del mundo en el Boca Juniors de Juan Carlos Lorenzo, al obtener el primer título Intercontinental en 1978.

Tras radicarse en esta capital, cuando abandonó la práctica activa del fútbol, Saldaño ingresó a la Municipalidad donde se desempeñó como Inspector de Tránsito hasta acogerse al beneficio de la jubilación. También fue formador de infantiles y descubridor de talentos en Defensores de Peñaloza.

Tres años atrás había sido víctima de un accidente de tránsito cuando se trasladaba en una motocicleta. Estuvo internado varias semanas y en varias ocasiones su vida estuvo en peligro.

Orígenes

El “Poroto” Saldaño había nacido en la capital mediterránea el 20 de octubre de 1948 y el barrio de Bella Vista fue el escenario de sus primeros puntapiés a la redonda. En el club homónimo de esa barriada, el “Loco” aprendió el oficio del wing, un puesto que, vaya a saber por qué razón del destino, estuvo emparentado a esos punteros geniales como Enrique “Chueco” García, Oreste Omar Corbatta, René Orlando Houseman, Raúl Bernao o Garrincha, cuyo verdadero nombre era Manoel Francisco Do Santos o “Mané”, como lo llamaban en el Flamengo, siendo el club de Río de Janeiro, el más popular del continente americano, además bicampeón mundial 1958-62 con Brasil.

En la histórica cancha de El Pocito “Albino Gonzo”, el club barrial que fue testigo de sus pasos iniciales, en Rufino Zado 854, lo empezó a disfrutar en 1966, cuando con 17 años fue figura del equipo de Bella Vista que logró el ascenso a la “B” (segunda división) de la Liga Cordobesa. Un año más tarde, en 1967, repitió su gran aporte para colocar al equipo albiverde por primera vez en el círculo superior.

Las grandes condiciones lo llevaron a ser uno de los futbolistas más cotizados en el medio de la docta. Instituto Central Córdoba se lo llevó en 1969 y con la Gloria conformó quintetos delanteros -a la antigua- que resultaron inolvidables para sus hinchas, anotando a su paso 57 tantos.

Delantera famosa

La Gloria obtuvo en 1972 el certamen superior de la Liga Cordobesa al derrotar categóricamente a Belgrano por 5 a 2, en la cancha de Talleres. Tenía un equipo con toque deslumbrante y una fantástica delantera que cuando llegaba al arco rival era gol seguro: Saldaño, Osvaldo César “Pitón” Ardiles, el “Matador” Mario Alberto Kempes, el “Finito” Alberto Beltrán y José Manuel Ceballos; todos ellos jugaron en primera división e integraron el seleccionado argentino.

También jugaban allí Víctor Bossio, Miguel Olmedo, Carlos Marocchi, Américo Gutiérrez, Pedro Díaz, Juan José Moyano y el Maestro Daniel Willington, que “además de su clase era generoso y solidario, me enseñó muchas cosas para aplicar en el campo de juego y en el vestuario”, agregó Saldaño en ronda de amigos. Previamente había integrado otra línea ofensiva de notable valor junto a Osvaldo Moreno, Hugo Curioni, Beltrán y Jorge Pirro.

Su camino ascendente lo llevó a Rosario Central (junto a Mario Kempes), Colón, Huracán y a un desembarco en el Boca Jrs. de Juan Carlos Lorenzo, con el que alcanzó la gloria al levantar la Intercontinental de 1978, al vencer a domicilio al Borussia Moenchengladbach, por tres a cero, en el Willparkstadio de Karlsruhe, de Alemania Federal.

Estirpe goleadora

Muy afecto al celebrar con efusividad sus conquistas, fue ídolo en una temporada y media en Colón y figura en el top 10 de los máximos anotadores de Instituto con 57 gritos de gol entre 1969-1973, detrás de los históricos Germán Esquivel (95), Oscar Dertycia (93), el extremo derecho santafesino Oscar Pesarini (92), Daniel “Miliki” Jiménez (89), Claudio Sarría (72), Alberto “Chiquito” Beltrán (68), Atilio Baghin (61), Aldo Carasai (59) y Bernardo Fernández (57). Conquistó un tanto más que el “Matador” Kempes (56), una de las grandes estrellas del fútbol argentino de todos los tiempos.

Por otra parte, las discusiones y los conflictos dentro de la cancha lo atraían como un imán. Protagonizó cuanto incidente involucró a sus equipos y esa cualidad le hizo ver nada menos que 18 veces la tarjeta roja en su campaña, 10 veces cuando jugaba en Córdoba. Las restantes ocho expulsiones en los equipos de primera división.

Un gol inolvidable ante el campeón

La noche del viernes 15 de marzo de 1975, Colón visitaba en Avellaneda al flamante campeón de las Copas Libertadores de América e Intercontinental, con todas sus figuras consagradas, venciéndolo por 1 a 0, lo sorprendió con juego vistoso y le quitó además el invicto de su casi inexpugnable estadio de la desaparecida Doble Visera, con capacidad entonces para 60 mil aficionados.

Fue el bautismo del “Loco” con la pechera rojinegra y el inicio de un idilio con la parcialidad sabalera que se prolongó por el resto de su existencia, a pesar de su breve paso que resultó muy exitoso. Fue un partido parejo, equilibrado, muy duro, con la experiencia de los locales acostumbrados a obtener triunfos en todos los ordenes y por la jerarquía de sus consagrados futbolistas cuando con Independiente eran el “Rey de Copas”. A los 6’ del complemento Villaverde se anticipó al magistral Ricardo Bochini, pasando el balón a “Cococho” Alvarez que adelantó en forma larga y profunda a Villarruel, quien avanzando por izquierda al llegar al área grande remató al arco, rebotó la pelota en el cuerpo del consagrado defensor Miguel Angel López y el balón cayó junto a los pies del “Poroto” Saldaño que no dejó que cayera al suelo y le aplicó un derechazo con violencia, fusilando a José Alberto “Perico” Pérez, el útil pegó en el ángulo superior y en el poste derecho y se introdujo en la valla local. Un golazo que se reiteró después en la TV de esa época por una semana.

Esa noche comenzó un idilio entre la parcialidad sabalera y el goleador de la docta, a pesar de haber jugado éste menos de dos temporadas y haber anotado 24 goles en 48 partidos. Saldaño fue ubicado por el “Gitano” Juárez de delantero central, quien explicaba sus condiciones naturales, elogiando la velocidad, gambeta endiablada y preciso cabezazo, además de molestar permanentemente a los defensores para ponerlos nerviosos con su dialecto cordobés.